10 poemas de ANGÉLICA PINZÓN. #Poesía Colombiana
PR1MERA LÍNEA: Catálogo Curado de Poesía Internacional
Me gusta tu dinámica
No la tuya, sino la de la entrevista
cómo cierra los ojos y muerde sus labios
sí, me gusta el té que se le acerca
no a ti, sino a sus preguntas
El cómo agradeces en la escaleta
lo que te comparte el invitado
y todo sonríe en su rostro;
el de la escaleta, no el tuyo.
El cómo asientes con todo y pestañas
y buscas estar ahí aunque tu mente viaje a otro espacio
y la mojes en té verde
Sí, así es, hoy pasé a revisar cómo vas a tratarme
esta manía de auditar entrevistas
y buscarme como luciérnaga
en la pupila del entrevistador.
Quiero escribirte un poema
Me dijo, y todos mis nervios se alzaron
querían escuchar con sus pequeñas orejas
cómo se escribe sobre mí
qué palabras quedan
sin la asonancia de pecas
suspensivas
me llenará de versos que bajarán por mi espalda
hasta que deba darle vuelta a la hoja
y escribir en relieve
como un cartógrafo
atravesando
mis Andes.
Silencio
Hoy, que hubo una charla con la nostalgia
el amor distante
y todos estos despases que me pasan
él no me llama para reconciliar los te amos que no se dicen
llámame, dice todo mi interior, que me muero por fuera
y me digo varias veces: ya le envié una canción hasta su nube
ya canté la danza de la lluvia
¿qué más debe hacer un pinzón para que le respondan?
Llámame que me derretí un montón de veces
y tu nombre lo llevaba cada poema triste de las invitadas
a mi nido, a mi árbol de presagios
Llama, llama, llama
(ll)ama, ámame, (ll)ámame
hazlo
como los otros días
donde un solo guiño era más diciente que cualquier poemario
jamás regado por la acera.
Si me llamas, te doy hasta el cálamo de mis plumas
te entrego el vuelo
y su epifanía.
Me cansé de ser ballena
Y cantar a tantas millas de su oído
buscar los acordes,
mi voz arpegio de los mares
Me agoté de tener espiráculos y buscar el aire tras tanto ahogarme
cada noche
en los mensajes que no se envían
Me agoté del arpón de la indiferencia
ese krill de sentimientos que se extingue
Ya no quiero hacer más saltos cinematográficos,
ni esta dulzura de migrar sin pasaporte
en un verso
que se encalla;
un verso que hunde
mi cetáceo paso
por la vida.
A Tláloc
Voy a cultivar sal en mis pestañas
y con ella
haré una catedral
para rezar por ti.
La regaré de adentro hacia afuera
como crece una mandarina,
o la plegaria
de una flor.
Los días ya no tendrán peso
colgaré nubes de su cristalino
no necesita imágenes
el recuerdo basta para hacerla llover
tibia
como la pasión
de una despedida.
Diré:
Señor, protégelo de sí mismo
llévame en sus oraciones
su amén
sin acento;
la vida
de su verbo
final.
Reposo
Newton lo dijo
pero no le hicimos caso, queremos permanecer
En esta velocidad constante
Ya sea cero o infinito
Queremos estar estáticos como la tierra que se mueve bajo los pies
No más
miremos al corazón, pequeño planeta
Su sístole y diástole respetando las leyes de la física
El parpadeo en los ojos, tan igual que no lo notamos
Un promedio de 15 veces por minuto
pero
¿quién siente que se ha perdido de 15 imágenes de la vida?
No, lo que ocurre con la misma fuerza no parece que pasa realmente
Es un acto fantasma como el mar
Hasta que un día la fuerza neta se imprese en él
Una fuerza que parece distante, a 3600 km
Llega a sacudir al tranquilo planeta, a ser la colisión que arma fuego en su nube
Arritmias en su cauce
Guiños
en su círculo polar.
Una tienda de manos
inspirado en El artista coreano Wanjin Gim, también conocido por su apodo Willeys
Veo el arte de quien pinta
en óleo, grafito y papel
Se despliegan falanges como ríos de huellas
algunas se dan la mano, otras el pie
hacen palomas, aplauden
se sujetan el antebrazo
otra toma una cerámica
unas manos deshacen un rostro
agarran el tobillo de alguien que iba a correr
otras corren por la hoja
en sus yemas;
quiromancia en fuga
Las hay aferradas a pinceles
una abierta como si se desprendiera del mundo
otra, como si se le fuera a caer
Busco el artista
y todo lo que hay es una tienda
las manos tienen un precio
si pudiera
me las llevaría todas
para dejarlas libres en el piano
así, ya no tendrían
que huir
jamás.
Señales
Tal vez necesitamos respetar las señales de tránsito que habitan al otro
parar ante los pares
no hacerme en el prohibido parquear
no girar a la izquierda o hacer Us ilegales en el corazón
Quizás deberíamos dejar de acelerar cuando el semáforo cambia a amarillo
y parar siempre que esté en rojo, dudar de sus tonos verdes
dejar de pisarnos la cebra
Lo sé, soy una pésima conductora
y voy estrellándome en cada contravía
pero me pregunto por qué tantas multas
esos pico y placas que nos imponemos
No, no sé aceptar tus reglas
tus policías acostados,
los reductores de velocidad
los parquímetros,
las mil formas que tienes de decirme «necesito espacio»
Voy imprudente atravesándome como los que salen a las tres de la mañana
los ebrios, los que atropellan y huyen
esos, justo así
como un cuento de Rubem Fonseca, alargando la lista de tus morgues
de las estrellas negras pintadas en el asfalto
las campañas de concientización que despliegas,
pero yo: ciega a todo
sigo de infracción en infracción preguntando
por qué no me quieres
en tu vía.
Trueque
Te cambio mi chévere por tu chido
y tu neta por mi verdad
Tus puentes por mis avenidas
mi Monserrate por Teotihuacán
Podemos firmar con el nombre del otro
y adoptar las emociones que hemos desamparado
lo sé
somos padres irresponsables
creamos sentimientos que no pudimos alimentar
Esta distancia carcome cual mar a los continentes
tu Mictlán tan distinto a mi cielo
tu pulque no sabe a mi aguardiente
Lo sé,
somos distancia, trueno y nube,
tierra y laguna
pero me hice movediza y tú te hiciste verano
Abanico los días que se apartan
que intento aferrar a mí
Sí, tú dame tus silencios
que te plantaré mis palabras
A ver si llueve otro día en mi Bogotá
y veo un sol en tu Paracho
Está bien, podemos migrar las emociones
que vuelen como monarcas y arrastren los muertos en su camino
que nos dejen atrás
y la trashumancia
los haga poema.
Topografía de las lágrimas
Escrito sobre el libro de la fotógrafa Rose-Lynn Fisher
Vi el artículo y pensé en enviarlo al dios de la lluvia
lo pensé, le di vueltas a la idea como condensando una nube
lo vi a los ojos y los dos le temimos al topógrafo
a su lente ampliando los minerales y las figuras que forman el dolor
o la felicidad, o las lágrimas de cebolla
o las de lo que no tuvo reparo.
Todas son únicas, forman patrones, como la tierra cordilleras
ya me imagino sus límites
sus habitantes de nada,
esos peregrinos migrando entre la frontera de la felicidad y la tristeza
saltando muros impuestos por sus habitantes
Tú eres triste y no puedes ser feliz, fin de la historia
Tú eres feliz y no puedes ser triste, inicio de una de Disney
Lo sé, allá deben tener pasaportes, policías de migración
costumbres arraigadas al agua y la sal
Las lágrimas no son tan simples como parecen,
su universo curvo guarda lo que no entendemos
lo que nos habita y sobrecoge
hasta que un día
se subleva y escapa por las mejillas
de su dios.
Angélica Pinzón
Escritora de Bogotá, Colombia, nacida en 1993. Autora del libro ¡Carambola! en el cual reúne minificción, cuentos y poesía. Egresada del Taller de Escritores de la Universidad Central. En la actualidad maneja el espacio de entrevistas «Una cita con el autor».
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