Foro Verde #17, una columna de Julieta Pirez Rendon
Este año era el año, para muchos optimistas de las relaciones internacionales, en el cual se podrían alcanzar verdaderos acuerdos en materia ambiental dado el fracaso de resultados de la última década. Se esperaba un nuevo periodo para frenar los grandes problemas ambientales de nuestro tiempo como la crisis climática y la pérdida de biodiversidad; pero una vez más el multilateralismo nos falló.
Como era de esperarse, los grandes países -aquellos que mueven el dinero en este mundo- se valieron de toda su influencia para frenar cualquier avance en la dirección correcta, y a los países emergentes “no les quedo de otra” más que aceptar las condiciones. Para muestra de lo anterior, lo que pasó en la COP 26 -Conferencia de las Naciones Unidas sobre el Cambio Climático de 2021 realizado en Glasgow, Escocia- donde China e India, dos de los mayores países contaminantes terminaron por imponer cambios de última hora al Acuerdo final de Glasgow reduciendo toda la ambición en general de las metas propuestas. No hay nada de eliminar, solo reducir el uso de las energías fósiles, no hay plazos concretos con una fecha específica para alcanzar los objetivos y de nuevo, no hay garantías, no hay un acuerdo vinculante que obligue a todos a cumplir, solo es una declaración de buenas intenciones “para proteger, restaurar y conservar la naturaleza”, por supuesto no por la naturaleza en sí misma sino para que le siga sirviendo a la humanidad. Aquí claramente se nota que, mientras no haya un cambio de mentalidad sobre el derecho de la naturaleza a existir, y no en función de la existencia humana, seguiremos en el mismo terreno mediocre de negociación del multilateralismo.
En cuanto a la otra gran Conferencia de las Partes en materia internacional ambiental, la COP 15 derivada del Convenio sobre la Diversidad Biológica y llevada a cabo en su primera parte en Kunming, China – y cuya segunda parte será en 2022- el panorama no es muy alentador. En la Declaración de Kunming solo se llama a promover una “civilización ecológica”, con el objetivo de proteger el 30 por ciento del planeta para 2030 a través de la controvertida figura de las Áreas Naturales Protegidas.
Como señaló una polémica activista ambiental sueca sobre la COP 26, este año solo fue más “bla, bla, bla”, y la crisis ambiental no necesita de más discursos, se requiren acciones concretas plasmadas en tratados jurídicamente vinculantes que contengan verdaderas consecuencias para los que incumplan, además de un cambio cultural real acerca del lugar que le otorga la humanidad al medio ambiente.
Más historias
La Risa: Desmitificando el Poder y Aligerando las Cargas Sociales | F es de Fantástico #33
La filosofía detrás de Full Metal Alchemist: Brotherhood | Té de guion #37
Europa como pesadilla | Después de la pantalla #09