Rozatl a través del tiempo #17, una columna de Stefanía Gómez Angulo
Un día estaba vagando por las redes sociales y me di cuenta de un fenómeno curioso, de una nueva forma de comunicación universal, que se repite constantemente. Tal como las pinturas rupestres, estas iconografías son hechas para representar diferentes situaciones actuales, que cualquier ser moderno puede entender. Sin embargo, estas extrañas composiciones rústicas, que adornan los muros de muchos, no son únicamente pictóricas, son una mezcla de imagen y texto. Recién vi un ejemplo: es un diálogo entre alguien y su gato, la persona dice: “No quiero niños porque son berrinchudos”, y el gato le contesta con dos imágenes de otro felino que parece estar llorando porque es arrastrado a algún lugar. Me parece que esto se refiere a que algunos jóvenes de hoy prefieren tener mascotas a hijos. Me impresiona la cantidad de gatos que hay en la Internet, desde imágenes hasta videos, se podría decir que son alabados en el mundo virtual casi tanto como en el antiguo Egipto. En fin, este nuevo arte, que mezcla la fotografía, la pintura y los aforismos se llama “meme”.
¿Cuál es exactamente el origen del meme? En sus inicios, los memes eran dibujos austeros, de palitos y bolitas, que asemejaba pequeñas historietas. Con el tiempo, fueron evolucionando a fotos o dibujos tomados de la televisión, películas, o simplemente de alguien a quien le pareció que su minino tenía una cara graciosa. Entonces viene el texto, el cual es fundamental para darle otro significado a la imagen y que pueda aludir a otra situación más cercana a la vida de quien escribe. Una vez listo, el meme se difunde en las redes sociales, se hace viral.
Me parece interesante que este tipo de arte moderno es una sátira de la actualidad, característica que lo acerca a las viejas historietas que publicaban los periódicos reaccionarios en siglos pasados. El principal objetivo del meme es hacer reir a través de lo ridículo de la sociedad moderna, de una situación actual, incluso del gobierno o de figuras de poder. Otro ejemplo, que se refiere a una serie de apagones ocurridos en varias ciudades: Foto del mayor gobernante del país, quién está en la oscuridad, sosteniendo una vela, éste declara, con un texto escrito con faltas de ortografía, “sin luz, pero el PRI (su archienemigo) robó mas”. Claramente se está haciendo una burla de una parte fundamental de la política: la difamación. Aún más cautivador, se han comenzado a utilizar pinturas antiguas con texto para describir a la modernidad, dándole un nuevo significado a aquellas obras de arte, como el Retrato del artista con rasgos de un burlón de Joseph Ducreux. Cualquier imagen puede ser utilizada, inclusive modificada, junto con cualquier texto, lo que importa es la creatividad.
El meme también desafía una parte fundamental de cualquier arte: los derechos de autor. ¿Quién fue el creador original de las burdas historietas cortas, quién fue el primero en tomar una foto de una mujer que llora desconsolada apuntando a algo, y quién la juntó con una foto de un gato disgustado? Nunca lo sabremos. Porque, en el arte popular, el creador no es relevante. Así como en los refranes y dichos, lo que importa es la enseñanza y su difusión, en el meme lo que importa es el mensaje, ya sea gracioso, crítico o incluso filosófico, pero en el caso del último, la difusión digital supera por mucho a la oralidad del proverbio. Y gracias a que los memes se comparten y modifican intensamente, el origen es cada vez más difícil de localizar. Cabe mencionar, que esto también conlleva a que la imagen de un meme tenga su momento de gloria y después pase de moda, como la mayoría de las cosas en la actualidad. Esto también ha llevado a que varias personas tengan unos pequeños momentos de fama, pues sus fotografías son convertidas en memes, a veces con significados positivos, pero otras con significados negativos, lo cual incluso puede llegar a afectar cómo son juzgados en el mundo real.
El meme se ha convertido en una manera de conectarnos en un mundo que se vive a través de monitores y pantallas frías. Cuando vemos un meme, aunque no entendamos cuál es el origen de esa imagen, podemos comprender lo que significa, y al leer el texto que algún desconocido escribió, podemos relacionarnos con él, lo entendemos y podemos reírnos con él de que tenemos 30 y nos duele todo el cuerpo, de que no terminamos la universidad y decepcionamos a la familia, de que no sabemos cocinar, de que nos gusta emborracharnos, y que nos gusta perder el tiempo viendo memes. No obstante, me pregunto: ¿esta será la nueva forma de difundir conocimiento popular, o de hacer más digerible la crítica social? Al parecer, sí, pero no creo que llegue a sustituir a refranes y dichos, o a historietas políticas, y esto por estar ligado a una situación muy específica y a la moda, aunque claro, es un excelente ejercicio para estimular la creatividad y pasar un buen tiempo.
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