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Apuntes sobre el cuerpo obsoleto y el cyborg a partir de Stelarc | Fragmentos de líneas fantasmagóricas #15

Fragmentos de líneas fantasmagóricas #15, una columna de Juan García Hernández


Esta vez, nuestro objetivo consiste en aproximarnos a la obra del artista Stelarc, con el fin de establecer un escenario donde el concepto cyborg opere como una ventana para transgredir los limites del cuerpo humano y nos permita embarcarnos hacia un futuro lineal. Para lograr tal cometido, partiremos de la siguiente pregunta guía: ¿si nuestro siglo XXI se caracteriza por la vinculación entre cuerpo y máquina, el cuerpo está obsoleto? Para delimitar nuestra reflexión nos ocuparemos de la pregunta bajo tres instancias. En primer lugar, nuestra atención se basará en rastrear y plantear una definición preliminar de cyborg, vislumbrando la relevancia y actualidad de este concepto en distintas áreas del saber. Posteriormente analizaremos algunas ideas sobre la tesis del “Cuerpo obsoleto” en virtud del texto de Teresa Aguilar García, titulado Ontología cyborg, y también retomaremos algunos Statements de Stellos Arcadiou. Finalmente, nos serviremos de algunas obras de Stelarc para imaginar el modo en que la abolición de los límites cobija un porvenir lineal.

Como sabemos la pregunta, ¿Qué es el hombre?, ha sido una de las consignas que mayor peso e influencia ha tenido a lo largo del pensamiento occidental, y no es un asunto menor pues toda respuesta ante dicho cuestionamiento puede bifurcarse por múltiples direcciones, recorriendo ámbitos como la ética, política, el arte, entre otras. Sin embargo, nuestra época, al menos la que va desde la mitad del siglo XX se caracteriza por vociferar el final del hombre, tal como Foucault diagnosticaba al final de Las Palabras y las cosas, “el hombre se borraría, como en los límites del mar en un rostro de arena”. Claramente, no podemos asumir aquel enunciado como una declaración definitiva sobre la desaparición del hombre, ya que necesitaríamos un examen mucho más atento sobre las implicaciones teóricas que se desprenden. Pero, si podemos expresar con cierta validez que nuestro siglo XXI es inundado por toda una serie de narrativas que anuncian el fin próximo de la existencia humana, ya sea por la crisis ambiental, conflictos políticos y en décadas recientes el dominio de las máquinas. Por ahora, no vamos a ocuparnos de aquellas narrativas, más bien nos centraremos en problematizar de qué modo el concepto de cyborg apunta a transgredir ciertos límites de la existencia humana.

El término cyborg es planteado por primera vez en 1960 por Manfred Clynes y Nathan Kline, investigadores del Laboratorio de Simulación Dinámica de Rockland Sate, quienes en su artículo titulado “Cyborg and Space” como parte de los avances científicos impulsados por la exploración espacial, escribieron lo siguiente: “un cyborg es esencialmente un sistema de hombre-máquina en el que los mecanismos de control de la parte humana se modifican con drogas o dispositivos regulatorios para que el ser pueda vivir en un ambiente diferente al terrestre” [2].

Sin duda, la anterior definición es bastante clara y nos otorga una primera perspectiva del modo en que los cyborgs son caracterizados como una sistema entre el hombre y la máquina, el cual servirá para habitar fuera de la tierra, para revisar el impacto de esta definición basta con dirigirse a la literatura de ciencia ficción y a las recientes investigaciones en el ámbito académico de la industria biotecnológica. Y, por otro lado, también nos provee una categoría para registrar la forma en que la sociedad occidental en los últimos tres siglos se ha encargado de inventar y moldear técnicas para transformar nuestros cuerpos y subjetividades. Por ello, resulta indudable que nuestro presente al ser atravesado por la información y los datos, mediados a partir de dispositivos que yacen al alcance de nuestra mano, nos veamos enfrentados ante el imperativo de alcanzar una mayor vinculación con el mundo digital, a partir de la actualización tecnológica permanente, dicha búsqueda se ve enriquecida gracias a la constante colaboración entre distintas disciplinas.

Sin embargo, lo anterior nos conduce a una encrucijada sobre cómo relacionarnos con las máquinas, si estas se han vuelto parte de nuestro día a día. Esta situación nos lleva a plantearnos varias preguntas sobre nuestra cultura y particularmente sobre el modo en que leemos e interpretamos nuestro estatus humano. Así:

el cyborg es el texto hecho carne que denuncia la escritura no como un proceso inocente cuya interpretación remite al logos y al origen, sino como textos de subversión de la escritura misma. La escritura es sobretodo la tecnología de los cyborgs […] El cyborg tiene una presencia física y es al mismo tiempo una metáfora, es lenguaje. [2]

El último extracto sugiere un hecho que podemos caracterizar como inusual, pero que es relevante si queremos reflexionar en torno al estatus humano de nuestro presente, tal hecho es la fundamentación del cyborg en tanto escritura. Quizá, este hecho podemos comprenderlo con mayor amplitud, gracias a la decodificación del genoma humano, como sabemos este acontecimiento inauguró y hasta cierto punto confirmó un modelo para definir al ser humano como un conjunto de información, que puede ser modificado, una consecuencia de este modelo radica justamente en estudiar el mundo y por extensión el ser humano como un mero problema de códigos y datos susceptibles a la manipulación. De tal consideración pueden derivarse propuestas de carácter político como la impulsada por Donna Haraway en su Manifiesto cyborg o bien se derivan otras alternativas estimuladas por las prácticas artísticas tal como estudiaremos a continuación. Ahora, nos aproximaremos a la tesis; “el cuerpo está obsoleto”, la cual fue pensada por Stelarc del siguiente modo:

Es hora de preguntarse si un cuerpo bípedo y respirador con visión binocular y un cerebro de 1400cc es una forma biológica adecuada. No puede hacer frente a la cantidad, complejidad y calidad de la información que ha acumulado; se siente intimidado por la precisión, la velocidad y el poder de la tecnología y está biológicamente mal equipado para hacer frente a su nuevo entorno extraterrestre.

El cuerpo no es una estructura muy eficiente ni muy duradera. Funciona mal a menudo y se fatiga rápidamente; su rendimiento está determinado por su edad. Es susceptible a la enfermedad y está condenado a una muerte segura y temprana. Sus parámetros de supervivencia son muy delgados: puede sobrevivir solo semanas sin comida, días sin agua y minutos sin oxígeno.

La FALTA DE DISEÑO MODULAR del cuerpo y su sistema inmunológico hiperactivo dificultan el reemplazo de órganos que funcionan mal. Podría ser el colmo de la locura tecnológica considerar que el cuerpo es obsoleto en forma y función, sin embargo, podría ser el colmo de las realizaciones humanas. Porque es sólo cuando el cuerpo se da cuenta de su posición actual que puede mapear sus estrategias post-evolutivas.

Ya no se trata de perpetuar la especie humana por REPRODUCCIÓN. EL CUERPO ESTÁ OBSOLETO. Estamos en el final de la filosofía y la fisiología humana. El pensamiento humano retrocede hacia el pasado humano. [3]

Del último extracto podemos destacar tres ideas principales. Anatomía expandida, la ruptura de los límites naturales y la dependencia entre filosofía y fisiología. En relación con la primera noción nombrada como anatomía expandida, debemos entender que para Stelarc el cuerpo humano en tanto estructura funcional ha sido rebasado por la complejidad, saturación y velocidad de información que lo atraviesa en el presente. Es decir, que la obsolescencia de nuestro cuerpo se inaugura a partir de la incapacidad de extendernos por los múltiples espacios que transcurrimos y ante los cuales nos vemos interpelados. Además, el cuerpo yace atado a las condiciones orgánicas de su entorno, en la medida en que los parámetros para sobrevivir son limitados, por tanto, la muerte es un destino irrefutable. No obstante, más allá de estas ideas, me parece relevante señalar que para el artista nacido en Chipre y formado en Australia, el cuerpo no solo se ve limitado por su estructura anatómica, sino que, al ser un cuerpo pensante, la capacidad de reflexionar provee la oportunidad para cartografiar las estrategias sobre su posición en el mundo en el futuro. Dicha capacidad, trae consigo la necesidad no solo de crear nuevos modelos de pensamiento, sino de arribar al fin de la filosofía, para retornar a un pasado más originario.

Lo que quiere decir Stelarc sobre el final de la filosofía es que todo modelo de pensamiento es determinado por la anatomía que lo produce, es decir que “nuestras acciones e ideas están fundamentalmente determinadas por nuestra fisiología. Nosotros somos los límites de la filosofía no solo porque somo los límites del lenguaje. La filosofía está profundamente enraizada a nuestra fisiología” [4]. Para apoyar, dicha argumentación podemos servirnos de los apuntes de Teresa Aguilar:

En sentido derridiano, la razón es el suplemento de los sentidos, que no ha podido desarrollarse plenamente porque ésta ocupaba al mismo tiempo su sitio de suplemento regente. De igual forma que la escritura aparece como suplemento del habla, como una prótesis artificial añadida al cuerpo, la razón suplementa a los sentidos en su incapacidad […] fuera de las brumas metafísicas, el cuerpo es el campo de acción al que ha quedado reducida la filosofía. [5]

En lo que sigue, pasaremos a examinar un par de obras de Stellos Arcadiou también conocido como Stelarc, para atisbar hasta qué punto podemos pensar en el cyborg como un proyecto de anatomía expandida que pone fin a la filosofía, o quizá instaura un nuevo modo de pensar.

El anterior esquema representa el diseño del proyecto The third hand, constituido por aluminio, acero, acrílico, electrodos y baterías. De acuerdo con el artista, dicho proyecto es “capaz de realizar movimientos independientes cuando los electrodos se fijan a los músculos del abdomen y de las piernas, permitiendo el movimiento independiente de las 3 manos. Dispone de un pellizco de liberación, un agarre de liberación, una rotación de muñeca de 290° (CW y CCW) y un sistema de retroalimentación táctil para un sentido del tacto rudimentario.”

En la imagen precedente, alcanzamos a observar el prototipo del último proyecto de Stelarc presentado en el 2020 y se trata de Reclining StickMan que es un robot de 9 metros de largo, accionado por músculos de goma neumática antagónicos. Los visitantes de la AGSA pueden insertar su propia coreografía desde un panel de control. Cualquiera, en cualquier lugar y en cualquier momento, puede acceder a distancia y accionar el robot. Un algoritmo de fondo anima intermitentemente al robot si nadie interviene. El zumbido de los motores, los chasquidos de los solenoides y los músculos comprimiéndose y contrayéndose, extendiéndose y agotándose se amplifican, registrando los movimientos de las extremidades y ampliando la presencia física del robot.

Los anteriores ejemplos nos ayudan a determinar el modo en que el cuerpo de Stelarc, declarado como obsoleto en favor de la puesta en marcha de su proyecto como cyborg, muestra a través de una tercera mano o a partir de la interacción con espectadores de cualquier lugar del mundo, la posibilidad de reunir la medios tecnológicos con otras posibilidades de movilidad e interconectividad, generando una multiplicidad de cuerpos incitándose entre sí, lo cual comprueba el modo en que las funciones fisiológicas son interceptadas por las tecnologías de información y cabe destacar que no solo las funciones básicas, como moverse o tomar un objeto, también aquellas acciones como las de reflexionar y escribir quedan a merced de las condiciones que establece Stelarc en sus obras.

Por último, y más allá de nuestro planteamiento inicial podemos concluir y constatar que en proyectos semejantes a los que impulsa Stelarc la abolición de los límites es lo que yace en juego. En la medida en que se cuestionan los modos en que nos relacionamos con nuestro cuerpo, toda vez que hemos asumido que nuestra fisiología es insuficiente para enfrentar los acontecimientos de la era informática. Aunque, probablemente seguimos cargando con el deseo de vencer a la muerte como límite máximo, dicha aspiración puede llevarnos a escenarios tan problemáticos como la desaparición definitiva del ciclo natural de la vida, y en consecuencia pondríamos en marcha un inversión en donde la vida sería otro infinito “que ya no sería ciclo, sino el abrazo de la historia lineal e infinita de los mismos seres sobre el planeta […] los límites de la piel, los sentidos y la conciencia ya no conocen límites, pues se embarcan hacia un futuro eterno y lineal, nada recursivo”. Tal como aprendimos, quizá se vuelva pertinente replantear que si queremos establecer un hogar en el futuro resultará oportuno empezar a abrir nuevas ventanas para trazar otros finales, en esa posibilidad podríamos escuchar un eco ignorado que recorre nuestros espacios tanto del ayer como del mañana: son los límites de mi cuerpo, los límites de mi mundo.


Referencias

  • Aguilar García, T. (2008). Ontología cyborg. Barcelona: Gedisa.
  • Catuara, S. (2019). Cyborgs. La fusión de mente y máquina. Barcelona: Salvat.
  • Stelarc. (2016). Encounters, Anecdotes and Insights—Prosthetics, Robotics and Art. En Robots and Art. Exploring an Unlikely Symbiosis. Australia: Springer.
  • Stelarc. (2021). Stelarc. Obtenido de http://stelarc.org/?catID=20317