Ojos abiertos #15, una columna de María del Rosario Acevedo Carrasco
El terror es un género que erróneamente se cree exclusivo para los adultos, y aunque es cierto que no todo el contenido es apropiado para niños, también lo es que muchos crecimos, y algunos siguen creciendo, con el miedo como algo cotidiano. En retrospectiva, es un tanto hipócrita que nos prohibieran ver películas de miedo pero nos hicieran ir a dormir cada noche con una canción que nos decía que si no lo hacíamos, vendría un monstruo, coloquialmente conocido como “el coco”, a comernos.
Si como adultos disfrutamos de la adrenalina y el desconcierto que nos brinda el miedo ¿Por qué privar a los niños de ello? Infinidad de escritores y guionistas se han cuestionado esta doble moral y gracias a ellos tenemos series, películas y libros diseñados especialmente para que los niños, desde su visión del mundo, experimenten el género del terror adaptado a sus necesidades y sin ser expuestos a los temas más adultos que se tratan comúnmente en este contenido.
Coraline y la puerta secreta fue originalmente un libro del escritor inglés Neil Gaiman que en el 2009, siete años después de su publicación, fue llevado al cine por Henry Selick. Desde su estreno Coraline se ha ganado un lugar en el cine de terror para niños, sin embargo, mucho se ha hablado respecto a los temas que toca la trama y se ha cuestionado si esta historia realmente está dirigida a los niños.
La película comienza con un par de manos metálicas que están haciendo una muñeca, modificándola, cambiando su cabello y su ropa hasta darle la apariencia de la niña que aparece en pantalla unos momentos más tarde, Coraline Jones. Los primeros momentos nos narran uno de los sucesos más tristes que puede pasar un niño: Una mudanza; lejos de sus amigos, con padres ocupados y sin algo que la distraiga, la vida de nuestra protagonista se ve casi tan gris como el cielo nublado.
Explorando la nueva casa y en compañía de la muñeca que llegó a sus manos gracias a su vecino Wybie, Coraline encuentra una puerta pequeña que se abre con una llave muy peculiar, pero el asombro en su mirada se va casi tan rápido como llegó al descubrir que está bloqueada. La magia comienza esa noche, cuando en medio de un sueño, Coraline encuentra la puerta libre y entra al Otro mundo que es casi igual al suyo, tiene Otra madre y Otro padre, tiene todo lo que le gustaría tener en el mundo real, pero hay un pequeño detalle: Todos tienen botones en lugar de ojos.
Coraline intenta adaptarse a la vida en El palacio rosa, pero es infeliz, parece que solo se siente bien cuando por las noches va al Otro mundo y así lo es durante un tiempo, hasta que la Otra madre le dice que si quiere quedarse, debe acceder a que le cosan botones en los ojos. La oferta enciende una alarma en la mente de Coraline, que decide escapar del Otro mundo y no volver, poco a poco descubre la verdad sobre la Otra madre y se ve inmersa en un juego donde no solo está en riesgo ella, también lo están sus padres y las almas de quienes sucumbieron a la tentación antes de ella.
Cuando pensamos en porqué está película les da miedo a los niños, podemos imaginar las respuestas evidentes: Las escenas con fantasmas, con ratas, la versión malvada de la madre y las muecas grotescas y exageradas de algunos personajes. Quizás estas respuestas no sean incorrectas, pero la realidad es que el terror va más allá de gritos y efectos visuales, reside en la verdadera esencia de la trama.
Lo ideal que resulta ser una trampa es un arquetipo común en las historias para niños, como la casa hecha de dulces en Hansel y Gretel, quizás diseñada para enseñar que lo aparentemente perfecto siempre viene con un costo. Pero esta película agrega un toque adicional: La trampa está encarnada en una figura idéntica a la madre de Coraline. Si volvemos a nuestra infancia, muchos coincidiremos en que la persona en la que confiábamos incondicionalmente era nuestra madre, bajo la premisa de que todo lo hacía para protegernos. Y a pesar de saber que es Otra madre, la idea de que un ser malvado adopte esta forma para lograr ganarse la confianza de Coraline, es simplemente escalofriante.
Pero no solo es el Otro mundo lo que da miedo, es también el mundo real y lo familiar que resulta esta historia, ¿Cuántas veces no nos imaginamos irnos de casa cuando nos hacían comer verduras? ¿Cuántos no empacamos nuestras cosas, listos para escapar a un lugar donde nos dejaran hacer lo que quisiéramos? En este caso Coraline no salió a buscarlo, el escape fue a ella y llegó a tal punto que por poco no sale de él.
Por más de una razón, esta historia es ideal para los niños que quieren experimentar con el género de terror, pero no podemos negar que no solo es para ellos, también lo es para los adultos que los acompañan, para las madres, los padres, las otras madres y los otros padres.
Puedo asegurar como niña que vio Coraline en el cine, que es una película que en efecto, asusta a los niños. Pero también puedo testificar, como persona de veinte años, que es una de esas historias que da más miedo siendo adulto.
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