El espejo enterrado #23, una columna de Daniel Luna
El 25 de diciembre cientos de países celebran la Navidad. Una festividad ampliamente difundida en la cual las personas se reúnen para cumplir algún compromiso social o religioso con sus allegados. Originalmente, la idea de esta celebración parte la concepción judeocristiana del nacimiento de Jesús de Nazaret. No obstante, el 25 de diciembre era una fecha significativa para los pueblos de la antigüedad quienes celebraban el solsticio de invierno en estos días.
Gracias al sincretismo de varias culturas, se realiza dicha celebración como hoy se conoce y en cada región se lleva a cabo de forma diferente. En México, por ejemplo, esta fecha es motivo de festividad la cual se compone de actividades variadas como las posadas, piñatas, rituales litúrgicos, el montaje del nacimiento, el encendido de velas y las cenas de temporada.
Estos elementos propician un ambiente agradable, en el cual el objetivo principal es compartir y celebrar un día diferente al resto de fechas que se encuentran en el año. Dicha justificación remarca aún más el tipo de convivencia que se espera, aunque en la praxis de este festejo es común encontrar situaciones que sopesan la voluntad y los intereses individuales. Por lo tanto, el factor navideño es un cumulo de la naturaleza propia del ser entre la cual se puede observar historias dignas de narrarse.
Lo anterior, al igual que muchas otras fiestas importantes para la cultura histórica de la humanidad, convierte este día en un registro popular en el arte y la literatura universal. Al interior de estos se encuentran novelas, cuentos, poemas, obras de teatro, crónicas y leyendas las cuales acercan a sus lectores a través de la experiencia compartida de la Navidad en tiempos y espacios distintos.
Un ejemplo de lo anterior es la obra del mexicano Ignacio Manuel Altamirano titulada La Navidad en las montañas. Esta novela fue publicada en 1871 y relata el encuentro entre un capitán, que después de combatir en la Guerra de Reforma vaga por algún lugar de las serranías de México, y un cura español, quien ha logrado una utopía social en el pueblo donde predica. Como el título y el tema lo sugiere, el momento en que estos personajes se encuentran es la víspera de la Navidad.
El libro está conformado por 11 capítulos cuya narración comparte rasgos del Romanticismo y por la descripción de paisajes y personajes, se inserta en la corriente costumbrista. El lenguaje va de lo lírico a los diálogos directos, enmarcados en la figura de un narrador en tercera persona pues la obra alterna la voz, primero con la del capitán y después con largas intervenciones del cura.
Lo interesante de esta historia es que a través de los ojos del representante del gobierno conocemos las acciones del resto de habitantes en una pequeña aldea. De entre estos, el más importante es Fray José de San Gregorio o el “hermano cura”, un hombre joven español entregado a los ideales de la fe cristiana.
Este último, es quien describe el estado de miseria en la cual se encontraba el pueblo a su llegada, así como las disposiciones realizadas para convertirlo en una pequeña comunidad donde reina la igualdad y el respeto. Valores moralizantes que se espera el lector reproduzca en estas próximas fechas decembrinas.
Este objetivo, es el mensaje principal de la obra pues el mismo autor consideraba a su novela como un instrumento para trasmitir la ideología liberal la cual es resaltada en breves fragmentos para su total comprensión. Al compartir estos ideales y conocimientos se construye la idea mexicana de la Navidad.
Principalmente, se advierte el ideario político-educador del siglo xix. Una ideología que sobrevive en las comunidades modernas en México a través de las costumbres remarcadas por estas festividades. La Navidad en las montañas es la ventana a la complejidad del liberalismo mexicano y su vínculo con la religión. Una relación que en la actualidad se sigue sosteniendo en la mayoría de sus elementos.
Gracias a esta novela es posible profundizar en las funciones de la literatura navideña la cual aún contiene un carácter profundamente didáctico. No obstante, la meditación al límite del año debe ser personal y bajo la libertad auténtica de dogma y educación. Ejes fundamentales para la formación de los individuos en las sociedades actuales quienes tenemos la responsabilidad de elegir y asumir consecuencias. Finalmente, las obras como la anterior potencian este momento reflexivo e invitan a asumir una postura cercana la Navidad.
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