Deconstruyendo la otredad #23, una columna de Beli Delgado
A todo esto del sismo en México del pasado 7 de septiembre —que conmemoró el sismo del 7 de septiembre de 2017—, entre tanto chiste de que septiembre se pone muy patrio y hace “que retiemble en sus centros la tierra”, me dejan pensando qué tipo de mundo tenemos. Seguimos en pandemia, en temporada de huracanes y aparentemente en un septiembre al que le gustan los sismos —o quizá a la gente le gusta que tiemble en septiembre—. Si me pongo fatalista, diré: ya se va a acabar el mundo. Y bueno fatalista soy a menudo, y mis amistades también. Últimamente Antonio y yo hemos estado hablando bastante de extraterrestres, de su misterio circundante y de las teorías.
Más allá de las teorías de conspiración e independientemente de que uno las considere o no verdad, las ideas al respecto continúan, en este momento forman parte del pensamiento popular colectivo de la humanidad. En anteriores columnas hemos hablado de las otredades construidas siempre en oposición o contraste a la imagen humana y lo que ello conlleva: un tono de piel —debe recordarse cómo es que se ha tratado a los negros y a los indígenas especialmente en época de conquista, la imagen del humano era únicamente la del europeo blanco—, el número de extremidades—de igual forma, en la Edad Media los leprosos, los enanos, y cualquier discapacitado dejaba de ser considerado humano, sin meternos en matices, todo esto porque no respondía a la normalidad rígida impuesta, porque a final de cuentas, en la norma (dentro, bajo cobijo) de la sociedad (des)afortunadamente estamos todos—.
Lo que quiero decir es que siempre hay una imagen de lo humano y con base en ella se van desprendiendo los matices de las otredades, es más evidente cuando hablamos de otredades que están en otro eje, como es lo paranormal y lo extraterrestre que desde mi perspectiva, nos llevan a plantear una noción interna y una externa, si tomamos a nuestro planeta como punto intermedio entre ambas.
Antonio me envío un podcast de Señales Podcast, titulado “Flatwoods Monster”. Desde el principio, a uno le despierta un pensamiento —pese a que este capítulo hace referencia a aliens—, cuando comienza la narración acerca de los meteoritos de fuego que atraviesan el cielo, instintivamente pensé en una bruja. Los conductores del podcast también hacen un comentario al respecto cuando concluyen.
Si creemos o no en los aliens y en si éstos son brujas —o viceversa—, me tiene un poco sin cuidado. Mi punto esencial es cómo es que esta idea soporta mi pensamiento de las otredades siendo contenidas en la circunferencia de existencia y realidad humana, siendo forzadas a mantener imágenes siempre a semejanza. Es así como en su mayoría: demonios, dioses, aliens, espíritus y muchas otras nociones de seres —al menos en Occidente— tuvieran que tener similitudes con la figura del homo sapiens. Me parece que poco a poco se presentan de maneras distintas pero al inicio de los rumores y construcción de imágenes, se creaba el vínculo inevitable al símil del cuerpo humano. Sin embargo, las otredades no deberían siempre responder a esto.
Sin embargo, como centro de nosotros mismos como sociedad, supongo que es inevitable pensar en otredades que no sean contrastadas de manera sencilla con nuestra forma de concebir el mundo y ello implica la forma física en que nos vemos a nosotros —y que con base en ello organizamos al mundo—. En este momento es cada vez más difícil vislumbrar un futuro conciso de la sociedad, el panorama se nota muy incierto, lo que da como resultado el momento perfecto para pensar en otras formas de vida que podrían ayudar —o acabar de una vez— al planeta, ja.
Sin hacer mucha propaganda a lo paranormal y lo extraterrestre, siempre es interesante pensar en más vida que la nuestra, que vemos y conocemos, un buen ejercicio para no sólo parecer, sino ser realmente humanos al pensar otras formas de existir y tratarlas con respeto, aún si sólo lo suponemos imaginario.
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