Después de la pantalla #09, una columna de Diego Maenza
La denominada trilogía europea hace gala del adecuado uso de técnicas de cine experimental, con un halo onírico y simbólico, que permite a Lars von Trier explorar temas recurrentes como la historia y la identidad. Formada por los largometrajes El elemento del crimen, Epidemia y Europa, esta trilogía inicial del cineasta danés es una reflexión sobre la memoria europea en el siglo XX.
En esta tercera parte de la trilogía, de nombre homónimo a su conjunto (Europa), se narra la historia de Leopold Kessler, un joven que llega a Alemania en 1945 procedente de Estados Unidos para trabajar como acomodador de trenes durante la ocupación aliada en la posguerra. Leopold es contratado por un empresario estadounidense que trabaja en Alemania (en la compañía ferroviaria Zentropa) y que tiene planes secretos para manipular la reconstrucción del país. A medida que se involucra en la vida de la ciudad y se enamora de una mujer local, Leopold comienza a ser testigo de los remanentes del régimen nazi, así como de los intereses de los Aliados en la reconstrucción de la nación. Leopold se enamora de Katharina Hartmann, quien conlleva un oscuro secreto que poco a poco se irá develando. Leopold se verá atrapado en una red de conspiraciones políticas, incluyendo a un grupo terrorista que está intentando sabotear el plan de controlar la economía del país, y Kessler deberá elegir entre sus sentimientos por Katharina y la lealtad a su nación.
Kessler se presenta como un joven introvertido que se siente desorientado en el desconocido y hostil ambiente de la Alemania de posguerra. En una trama de notas kafkianas, Kessler se verá forzado a tomar decisiones morales difíciles, como traicionar a sus amigos o ser leal a sus jefes. Esto podría ser interpretado como un conflicto interno entre su necesidad de adaptarse a su entorno y su sentido de la moralidad, con comportamientos que pueden parecer contradictorios en algunos momentos, lo que pone de manifiesto su lucha interna para encontrar su identidad y su lugar con las nuevas reglas del juego. Leopold comienza como un joven idealista que pretende aportar su grano de arena en el levantamiento del nuevo país después de la Segunda Guerra Mundial. Encuentra una sociedad en crisis, en la que las estructuras políticas y sociales tradicionales se han derrumbado y se busca una nueva identidad nacional, todo esto en medio de una economía devastada, una comunidad dividida y una política en plena reconstrucción. En este contexto, la película muestra cómo las fuerzas de ocupación (representadas por el personaje americano interpretado por Eddie Constantine) tratan de moldear la sociedad alemana de acuerdo con sus propios intereses.
Al verse involucrado entre un conflicto de las fuerzas de ocupación y la resistencia germana, Kessler se ve forzado a elegir entre la lealtad a su país de origen y su compromiso con una causa política mayor. Kessler representa un conflicto entre el individualismo y la colectividad, debiendo asumir, ya lo hemos dicho, determinantes decisiones morales.
El doctor Erwin Röder es un antiguo miembro del Partido Nazi y padre de Katharina, el interés amoroso de Leopold. Röder es investigado por los Aliados por su papel en el régimen nazi. Él es interrogado por el personaje interpretado por Udo Kier, quien le pregunta sobre su participación en el uso de prisioneros de guerra como mano de obra esclava. Röder admite su culpabilidad y se muestra arrepentido, aduciendo que fue obligado a hacerlo. El personaje de Röder es importante porque representa la responsabilidad y la culpa colectiva en los crímenes de guerra impulsados por los líderes del nazismo. Es evidente que Röder ha cometido actos terribles en el pasado y ha sido parte del régimen que ha causado tanto dolor y sufrimiento, y en un acto desesperado y existencial intentará reivindicarse. Lars von Trier explora la idea de que la responsabilidad y la culpa no son exclusivas de los líderes nazis, sino que se extienden a toda la sociedad alemana.
El uso del blanco y negro en Europa es un elemento importante del estilo visual de la película, que crea una atmósfera de sueño y pesadilla ajustada a su temática, otorgando un tono nostálgico y melancólico, así como una sensación de atemporalidad que ayuda a hacer que la historia sea más inquietante. También permite a von Trier experimentar con la iluminación y el contraste, con una gran cantidad de escenas en las que la luz y la sombra protagonizan una sensación de tensión y misterio. Se utiliza un contraste dramático entre la luz y la oscuridad para presentar un aire emocionalmente cargado, al tiempo que se superponen imágenes de color en ciertos momentos para crear una sensación onírica y surrealista, y explorar algunos algunos instantes psicológicos importantes y reveladores de los personajes.
Por aquellas calles que constituyen el devastado escenario en el que se mueve nuestro pálido protagonista, se pueden ver carros desvencijados como un símbolo de la otrora pujante industria automotriz germana, que había sido una de las más avanzadas del mundo, y ahora ha quedado devastada por la guerra. Al igual que las ruinas de las construcciones, reflejan el estado de ánimo general después de años de zozobra y sufrimiento, con la gente exhausta y desesperada. La falta de recursos y la difícil situación económica se reflejan en esos vehículos viejos y casi inmóviles. En términos de la dirección de arte de la película, los carros derruidos también ayudan a crear una sensación de realismo y autenticidad en la ambientación. Aquellos vehículos en mal estado también refuerzan la idea de la decadencia y la desesperanza que se siente en las calles. Las construcciones derribadas que aparecen de tanto en tanto son elementos importantes que contribuye a la neblina de desolación y decadencia que se respira en la cinta. Estaciones de trenes abandonadas, edificios destruidos, avenidas vacías y oscurecidas, y otros lugares que parecen haber sido olvidados por el mundo, se encargan de proyectar un entorno opresivo que contribuye a la sensación de que los personajes están atrapados en una situación desesperada e inescapable. Esta decadencia visual de los escenarios y locaciones, aunada al uso del blanco y negro en la película, logran enfatizar la sensación de desolación que se vive en la era de posguerra.
Al igual que en sus predecesoras, en Europa la hipnosis se presenta como una herramienta poderosa que se utiliza para propagar el misterio y la tensión en la película.
Aparece la resistencia alemana de una manera bastante sutil pero significativa. El grupo clandestino ha tratado de sabotear los planes de la empresa ferroviaria de Zentropa para que no puedan ayudar a reconstruir la economía después de la devastación. La resistencia se dibuja como un grupo valiente y decidido que lucha por la libertad contra la opresión nazi y extranjera. Aunque no se trate del tema central, su presencia en la trama agrega una dimensión más profunda a la historia y ofrece una visión única de cómo las personas comunes tratan de luchar contra la tiranía y la injusticia durante uno de los períodos más oscuros de la historia.
Europa es una obra compleja y enigmática que utiliza de manera acertada una variedad de técnicas cinematográficas innovadoras para crear una experiencia visual y emocionalmente impactante. Con el uso de imágenes en blanco y negro, efectos de iluminación, Trier plantea una visión hipnótica y surreal que hace que el espectador se sienta como si estuviera en un sueño. La película aborda temas importantes y universales como el amor, la traición, la culpa y la redención, y lo hace a través de una trama intrigante que se desarrolla en la Alemania de posguerra. Los personajes están bien desarrollados y ofrecen actuaciones convincentes, especialmente la de Jean-Marc Barr como Leopold Kessler y Max von Sydow como el poderoso señor de la compañía ferroviaria Zentropa. La película hace uso de un montaje innovador tanto en los instantes de color como en su permanente monocromía, creando una sensación de dislocación y extrañamiento que se suma a la atmósfera enigmática de la película.
Europa se yergue como una obra desafiante que demuestra el talento creativo de Las von Trier como director y su habilidad para crear experiencias cinematográficas emocionalmente poderosas e intelectualmente estimulantes.
Más historias
La Risa: Desmitificando el Poder y Aligerando las Cargas Sociales | F es de Fantástico #33
La filosofía detrás de Full Metal Alchemist: Brotherhood | Té de guion #37
Avatar: La obra de animación definitiva | Té de guion #36