El espejo enterrado #14, una columna de Daniel Luna
Las palabras son yo. Sólo escribiendo puedo verme.
Después y antes yo no sabía quien era. Ratona, marciana, lunática,
pero no un ser de este mundo, quizá el eslabón que no embona;
la pieza perdida de un rompecabezas que ya no importa.
Laura Cárdenas
A más de una semana de la primer entrega es pertinente recordar el motivo de esta columna. Mujeres poetas de México (1940-1965) es una antología propuesta por la editorial Atemporia, quien reúne un cuarto de siglo de poesía escrita por mujeres como un análisis preciso para comprender la evolución de la lirica mexicana en la segunda mitad del siglo xx.
Esta sección tiene por objetivo comentar la siguiente década. A principios de 1950 el mundo comenzaba a reestructurarse después de la Segunda Guerra Mundial. México emprendía una nueva era tecnológica con la fundación de una sociedad planeada específicamente para los jóvenes de las grandes urbes. En ese marco, las emisiones por televisión se inauguraron el 31 de agosto de ese año y los primeros programas estaban enfocados en el arte y la política cosmopolita para las nuevas generaciones.
En cuanto a literatura, dicha exposición a la mass media de aquel entonces provocó grandes encuentros entre ideologías y corrientes de todo el mundo. El contacto y la producción de estos proyectos también se manifestó en algunas características de la poesía. Lo anterior se muestra en el rompimiento de la tradición y los lugares comunes de lo cotidiano, recurridos por las poetas del primer análisis.
Para este cambio de década aparecen escritoras como; María Teresa Azuara, Elena Galván, Gloria Gómez, Maricruz Patiño, Coral Bracho, Patricia Romana Bárcena Molina, Pura López Colomé, Iliana Godoy, Guadalupe Guerrero, Alí Zaidorett, Angélica de Icaza, María Guadalupe Morfin Otero, Carmen Boullosa, Patricia Castillejos, Rosina Conde, María Elena Espinosa Mata, Alicia García Bergua, Laura Elena Gonzáles y Socorro Trejo Sirvent en los primeros cinco años.
El punto en común de todas las figuras mencionadas es la sinécdoque remarcada para determinarse una parte dentro de un todo en constante desarrollo. Además, en cada verso es frecuente el uso de anglicismos relacionados con la rima de cada estrofa. Un estilo poco frecuente hasta entonces. No obstante, el cambio en la disposición y estructura del poema es un recurso apenas en crecimiento y se establecerá en las artistas de 1956 a 1960.
Es entonces momento de hablar de Marisela Rios Toledo, Silvia Tomasa Rivera, Saide Sesín, Silvia Quezada, Lucía Rivadeneyra, Ana Romo, Rosa María Arellano, Elia Castillas, Martha Silvia Díaz Ramírez, Alma Rosa García, Marisa Hernández, Marianne Toussaint, Rosa María Villareal, Carmen Villoro, Ana María Fuentes, Elizabeth Moreno, Eurídice Roman de Dios, Francoise Roy y Lina Zerón para continuar la construcción de sus predecesoras.
Cada una de las escritoras de este segundo lustro promovieron nuevas morfologías del poema, añadiendo estilos y corrientes al legado de la vanguardia. Estamparon en su voz los temas, que diez años atrás, fueron considerados prohibidos como un incentivo al poeta a desarticular el orden establecido por la moral y las “buenas costumbres”. Este cambio brindó un antesala para el resto de los movimientos artísticos que abogaban por la libertad creativa.
Gracias a la destreza con la cual trataron dichos recursos el resto de los elementos implícitos sobrevivieron a la censura. Finalmente, las aportaciones de esta década están en los detalles del fondo y forma que abrieron paso a las siguientes poetas durante el período más revolucionario del arte. Pero esa es una historia pendiente para la tercer y última entrega de esta temática.
Solo queda mencionar la recomendación de la obra de cada una de las poetas citadas, pues su trabajo conforma una visión más completa de los movimientos culturales que la poesía adoptó durante este periodo. La lectura de sus elegías abre un abanico de sentidos. Sirve a la multiplicidad de voces que los grandes escritos desarrollan para emerger desde el goce estético hasta la innovación en su origen y destino.
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