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Poesía y Humanidades

La figura del Cristo Sepultado en Quetzaltenango | OXIB NOJ #17

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OXIB NOJ #17, una columna de Eleázar Adolfo Molina


Quetzaltenango se alista para vivir días cargados de emociones y fe. Los ojos de los católicos de la ciudad altense, se elevaran con esperanza al retablo de madera de San Nicolás de Tolentino, pues se festejan a puerta cerrada los solemnes actos de la Semana Santa.

Guatemala tiene una historia arraigada en torno al misterio del sepulcro y el resucitado. Es en el siglo XVI qué se funda la primera cofradía de Santo Entierro en torno a la imagen del Señor Sepultado de Santo Domingo en Santiago de Guatemala.

Para el historiador Edvin Quisquinay Alcor, la conmemoración en torno a la muerte de Cristo se remonta a la época colonial, pues esta práctica la trajeron los españoles a los territorios americanos.

En torno a dicho misterio, continua demostrando Quisquinay, se erigen cofradías penitenciales para el culto de Cristo muerto, bajo el nombre del Santo Entierro.

El Papa Emérito Benedicto XVI, en su obra sobre la pasión,  muerte y resurrección de Cristo, señala: “(…) José hace colocar el cuerpo del Señor en un sepulcro nuevo de su propiedad (…) Esto manifiesta un respeto profundo por el difunto”.

Prosigue en su observación Benedicto XVI diciendo: “Finalmente, Juan nos dice que Nicodemo llevó una mixtura de mirra y aloe, <unas cien libras>, dicha cantidad de aromas es extraordinaria y supera con mucho la medida habitual: es una sepultura regia. Por lo tanto en el momento de la sepultura, se muestra como Rey; en el instante en que todo parece acabado, emerge sin embargo de modo misterioso su gloria”.

Benedicto XVI menciona respecto a las sabanas con las que envuelven el cuerpo de Cristo: “el aspecto de la reliquia de Turín (la síndone o el santo sudario) es fundamentalmente conciliable con ambas versiones evangélicas del relato de la sepultura”.

Para el historiador José Antonio Pagola: “Jesús muere en la noche más oscura. No entra en la muerte iluminado por una revelación sublime. Muere con un ¿por qué? En sus labios. Todo queda ahora en las manos del Padre”.

Puede ser que el pueblo de Guatemala se vea en un constante sufrimiento y en una eterna agonía, lo que desemboca a una identificación con la imagen de pasión de Cristo, en su advocación de Nazareno o Sepultado.

Quizás el peso de la cruz que cargan los Nazarenos de todo el país nos unan en torno a una figura de dolor y agonía, de sufrimiento, pero ante todo de voluntad, fe y esperanza.

Es incontable la cantidad de devotos que se dan cita los viernes santos a lo largo de la historia de Guatemala, en las distintas parroquias a nivel nacional. Por lo que la figura del Sepultado resalta de las demás devociones en el país.

Como se mencionaba anteriormente, en Santiago de Guatemala se fundan las primeras cofradías de Santo Entierro, con las órdenes religiosas de Dominicos y Franciscanos.

En Quetzaltenango ya se mencionan en crónicas y textos la devoción al Nazareno de Catedral (nombre original del Justo Juez antes de la llegada en 1910 del Nazareno del Hospital), como al señor del pensamiento y la columna. Pero no se menciona a un Sepultado.

Es cerca de la década de 1890 en qué se menciona ya al Sepultado de San Nicolás de Tolentino. Mismo que ha visto el desarrollo de la ciudad y la voluntad de los altenses para sobreponerse de los obstáculos y tragedias.

La autoría del Sepultado de San Nicolás es un misterio, aunque historiadores y expertos en el arte sacro guatemalteco, destacan que su antigüedad puede ser de principios del siglo XVIII.

Edvin Quisquinay en un análisis iconográfico de la talla escultórica refiere: “El rostro del Señor Sepultado tiene una expresión de serenidad y dulzura, que aparenta estar dormido y posee una leve inclinación a la derecha”.

Continua el análisis de Quisquinay mencionando que: “Destaca en ella finos hilos de sangre que brotan de la cabeza y se deslizan por las sienes y la frente”.

El Sepultado de San Nicolás “(…) posee cabello tallado con mechones y bucles ensortijados (…)”, además de poseer una barba bicéfala, propia de escuelas escultóricas del sur de España y Francia.

El cronista Francisco Cajas Ovando señala, que Antropología e historia, indicó en 1997 qué la imagen  es tallada en cedro fino, es barroca, perfecta y de una belleza sin igual.

La controversia en torno a la antigüedad del Señor Sepultado de San Nicolás puede quedar resuelta por el hecho de que en 1892 las gubias que servían en aquel entonces para tallar los detalles de barba y cabelleras, eran ya escasas y genéricas”. Concluye Cajas Ovando.

Quetzaltenango no puede entender su Semana Santa sin el desfilar del Santo Entierro de San Nicolás, ya que es una de las tradiciones y devociones más grandes de la ciudad, junto a la Virgen del Rosario, Justo Juez de Catedral y el Niño del Santísimo.

El Señor Sepultado de San Nicolás es patrimonio cultural tangible de Quetzaltenango, pues en torno a él se reúnen las tradiciones y costumbres de un pueblo qué le busca en los momentos más duros de la vida.