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El Modernismo y la Generación del 98: La crisis existencial a través de la expresión poética | Tren de papagayos #11

Tren de papagayos #11, una columna de Saúl Munevar


El idealismo y el realismo son dos corrientes de pensamiento destacables entre los dos grupos literarios surgidos entre el siglo XIX y XX en España: El Modernismo y la Generación del 98. Ambos embebidos en el pensamiento existencialista como reacción a una crisis social de la España bajo el sistema político de Cánovas de la restauración. Basta una guerra, una crisis, un magnicidio o un cambio de época o siglo para que los pensamientos migren, se diversifiquen, se aúnen, se contradigan o se apoyen en pro de una misma causa o meta. Los dos grupos mencionados representan una época en crisis donde preguntas como ¿Qué es ser español? ¿Qué es España? ¿Por cuál realidad apostamos? trazan una postura donde la reflexión y la generación de discursos estructurantes lleven a la poesía y a la narrativa a ser una manera de respuesta y también de oposición a una realidad presente, utilizando como fuente inspiración contextos pasados o alternos de los se toman herramientas para reconstruir o deconstruir un sistema que resulta insuficiente debido a una estructura política oligarca y erosionada.      

La realidad es un tema abordado por la filosofía y otras ramas del pensamiento. Según Platón, la realidad habita en el mundo de las ideas, Aristóteles habla sobre que el mundo de las ideas habita este plano percibido por los sentidos. Si tuviéramos que ubicar a los modernistas y a los noventayochistas en un plano y en el otro resultaría los que niegan la realidad y quieren construir otra en un plano de la conciencia que no tenga que ver con la realidad; estos serían los idealistas. Si habláramos de quienes pensaban a España y en medio de ese pensamiento querían cambiarla, tal vez se hablaría de los realistas-sensibles; desde esta perspectiva definían la funcionalidad del arte: Entre los modernistas, mayoritariamente poetas, encontraban en el arte una función en sí misma, “ser arte”, y utilizarlo para transmitir una idea estética y sensorial a partir de la negación de una realidad. Lo que en otro contexto del pensamiento, como la psicología o la psiquiatría, se denominarían los paraísos artificiales, o en el campo del cine contemporáneo distópico sobre el regreso a la Matrix o desde Platón, en el mito de la caverna, pero actuando como artífice de las sombras. Por el contrario, los noventayochistas piensan a España, y la piensan para cambiarla. Estructuran ideas estructurantes y estructuradoras para esto, y desde el arte es su trinchera de ingeniería. No sólo actúan desde la poesía sino que construyen un discurso crítico y propositivo a través de la novela, el cuento, el ensayo y el teatro.

El modo de pensamiento de los noventayochistas encuentra en el mismo campo real la inspiración, en su historia, principal pulsión para querer cambiarla. Antonio Machado encuentra en la geografía y la naturaleza de España la inspiración. Es necesaria una nueva perspectiva de la España del siglo XIX y XX estudiada desde las descripciones en sus textos por los protagonistas del modernismo y la generación del 98. Una perspectiva retomada por el contemporáneo español Félix Pillet Capdepón, quien reconstruye en su discurso la España del siglo XVI y XVII a partir del Quijote de La Mancha, épocas del barroco y el renacimiento; es un eco de aquel pensamiento que querían cambiar la historia de la madre patria. Por un lado, los modernistas y su pensar en una no-España; herederos de un pensamiento barroco y romántico, lo que podría entenderse como una idealización de la realidad. Por el otro, los herederos del renacimiento donde se retoman elementos artísticos y literarios del pasado, usados como plataforma para cambiar el presente inmediato de los noventayochistas. 

La filosofía ha intentado dar respuesta a la realidad como una percepción o un estado del ser. Desde el arte de las letras esto también se ha buscado, la literatura ha dado respuestas a dilemas que la filosofía problematiza. Cada cambio de siglo trae consigo un cambio de pensamiento. Ambos grupos mencionados se encuentran en la España de cambio de siglo. Los cafés literarios, muy al estilo parisino, serán los lugares de encuentro donde se debatirán ideas sobre política, historia, literatura y filosofía. La idea (o el pensamiento) primaba sobre el sujeto y se tomaba como una verdad; una posición heredada del pensamiento francés.  Ambos grupos trabajaron en proyectos editoriales comunes, publicaciones en suplementos literarios de la prensa y la participación en eventos de caridad, homenajes y exposición de manifiestos.

Los cambios de siglo, las guerras, las crisis económicas son pulsiones para el cambio de pensamiento y de acción. Es así como la España en crisis a finales del siglo XIX provoca la aparición de dos grupos, ambos unidos por un espíritu de protesta influenciados por el pensamiento francés, unidos pero separados por una posición distinta al asumir una realidad cruzada por la miseria del pueblo, la inequidad en el reparto geográfico de las tierras productivas, el hambre y la oligarquía política. El Modernismo alcanzó dimensiones hispánicas, y aunque parte de la crisis fue la pérdida de las colonias españolas en América a manos de Estados Unidos, fue el poeta Rubén Darío el mayor representante del modernismo y heredero del parnasianismo y el simbolismo. También constructor de una realidad e influenciado por los vestigios del colonialismo. Esto dijo el príncipe de las letras hispánicas: “Eres un universo de universos y tu alma una fuente de canciones”.

Y en medio de aquella multiplicidad de universos, tal vez,  el ejemplo que pueda ilustrar el caso de una crisis identitaria buscada a través del arte sea el relato de Eduardo Galeano donde referencia a su amigo, el pintor Vargas, de Cabimas en Venezuela, cuyo paisaje había sido arrasado por la fiebre del petróleo. Todo se había teñido de la mancha negra. Pero en los cuadros de aquel pintor los colores construían una realidad alterna, exuberante, viva. El narrador decía que aquel pintor era “realista”, porque pintaba la realidad que necesitaba. Y es arriesgado y ambicioso intentar separar y delimitar dos formas de pensamiento cuando el idealismo de ambos se trastoca y se combina: Intentar cambiar la realidad de España; el idealismo bulle, así como muchos de los escritores de esta época se le relaciona con uno y con el otro grupo, ejemplo fue Ramón María del Valle-Inclán. La acción de crear realidades alternas a la realidad histórica puede leerse en la película El laberinto del fauno. Mientras sucede la Guerra Civil Español, la niña protagonista descubre una realidad alterna en otro espacio-tiempo, una realidad que le ayudaba a sobrellevar la realidad histórica, su madre enferma y embarazada, su padrastro militar y asesino, la servidumbre de la casa infiltrada por rebeldes. Un momento histórico o un cambio de siglo crean la necesidad de nuevas directrices del pensamiento y la imaginación.

Todo indica que el pensar a España se una visión sobre sí mismos. La generación del 98 piensa en las raíces de la España y se hace la gran pregunta ¿Qué es ser español? La respuesta es buscada en los viejos pueblos, el paisaje de Castilla, como símbolo de España, el idioma, el pasado glorioso. Se cultiva un pensamiento donde el arte de las letras debe estar en servicio de una causa, al servicio del pueblo a través de la denuncia social. Este ambiente de creación útil del arte será un caldo de cultivo para que obreros reaccionarios se sindicalicen, se conformen grupos anarquistas y surja el comunismo. España se ve mediado por pensamientos heredados buscando encontrar una solución a la crisis de identidad actual y varias formas de oponerse a un sistema político fundado por Cánovas en la restauración, en oposición a dicho sistema están los regeneracionistas que buscaban invertir la decadencia de España.

Pensar en el pueblo lleva a optar por un lenguaje sencillo, directo y claro, de esta manera, buscando superar el lenguaje grandilocuente y lleno de florituras, contrario a los modernistas que se refugiaban en arcaísmos y palabras inventadas o tomadas de otros idiomas. Se podría echar un vistazo sobre las principales revistas en las que participaron los noventayochistas y que muchas veces también participaron los modernistas. Títulos como Don Quijote, editada entre 1892-1902. Su título referencia a la gran novela española, además de que el Quijote es tomado como un símbolo en la generación del 98, un elemento regeneracionista y renovador. Lo que resulta paradójico pues Don Quijote fue un personaje lleno de idealismos hasta que es derrotado por la realidad.  Hay títulos de revistas que indican un cambio o un nuevo comienzo como: Germinal (1897-1899), Vida Nueva (1898-1900), Revista Nueva (1899). Otros títulos que responden a la búsqueda de la esencia nacional como Alma Española (1903-1905).

Es muy posible que los militantes del Modernismo y la Generación del 98 puedan agruparse dentro de un mismo título de pensamiento. El que más perduró fue el modernismo bajo el cual los noventayochistas también militaron. Aunque se necesite separarlos para entenderlos, y estos últimos parecieran disidencias de pensamiento, a los dos los unían principios como la rebeldía (literaria o política), el idealismo de una España, un cambio de realidad, mirar al pasado para entender el presente y reestructurarlo. La búsqueda de una identidad del sujeto durante o después de una guerra en la búsqueda por recobrar la identidad del sujeto. El sujeto esta mediado por dos ámbitos fundamentales que diversifican el pensamiento de un contorno o contexto, tales como la posibilidad de tomar el contexto inmediato y transformarlo a través de herramientas, como el arte, o crear alternancias espacio temporales creando mundos distópicos o fantasiosos a partir de un contexto real. La crisis existencial de los letrados del siglo XIX y XX de la España se ve mediada entre ambos pensamientos. Los periodos de guerra o de crisis crean sus propios referentes o símbolos. En el caso de ambos grupos; sus pensadores y escritores fueron los principales referentes que se atrevieron a pensar una época convulsa. Tales fueron: Pío Baroja, Azorín, Remiro de Maeztu, Miguel de Unamuno, Antonio Machado, Ramón María del Valle-Inclán, entre otros. Todos generadores de un discurso donde se cuestiona y se sugiere sobre la realidad a través de la escritura ficcional (en la mayoría de los casos). Es la ficción la puerta de la mentira hacia las verdades posibles.