Deconstruyendo la otredad #19, una columna de Beli Delgado
No soy buena con las cosas escalofriantes, por ejemplo, Lovecraft me dejó despierta innumerables noches (más aún cuando me contaron que era muy racista). Me gusta la oscuridad y su expansión en mi cuerpo, pero no negaré que cuando hablamos de ella y de lo sobrenatural en conjunto, no puedo mantenerme muy tranquila.
Por ello, admito que vi Midsommar (2019) en dos partes, también lo agradezco porque me dio tiempo de pensar el filme de distintas maneras. Midsommar es la película estadounidense—sueca, reconocida en el género de folk—horror, escrita y dirigida por Ari Aster —Nueva York; 15 de julio de 1986—. El elenco principal está compuesto por Florence Pugh, Jack Reynor, William Jackson Harper, Vilhelm Blomgren, Archie Madekwe, Ellora Torchia y Will Poultery.
El filme presenta un grupo de amigos que estudian antropología, éstos son invitados por otro de sus amigos (Pelle; Vilhelm Blomgren) a una pequeña aldea sueca, alejada de la civilización, a observar y celebrar el festival de verano que ocurre cada 90 años. Uno de los jóvenes (Christian; Jack Reynor) se ve obligado a llevar a su novia (Dani; Florence Pugh), una estudiante de psicología que aún se sobrepone a una crisis por haber perdido a sus padres y a su hermana. Progresivamente todo se vuelve agresivo, tanto en la aldea —que al principio parece un paisaje de tonos brillantes y naturales que enmarcan la idea de libertad, equilibrio y fertilidad— como las relaciones entre los personajes. Todo comienza a descomponerse, la película se vuelve escalofriante, sin embargo el género o subgénero en el que se encuadra depende de quién la analiza y de los puntos en los que se enfoca.
El folk horror (Espinof, 2021) considera los aspectos siguientes: terror, paganismo, oscuros rituales, superstición rural, también es considerado un subgénero. A su vez, se ha dicho que la película entra en la categoría de slasher, ello al determinarse el énfasis en el asesino como personaje vertebral que motiva su venganza a causa de una humillación.
Ahora bien, independientemente del género al que pertenezca, podemos decir que los elementos más importantes o que causan mayor efecto en el espectador se desdoblan en dos. Por un lado, está la cadena de asesinatos rituales de los compañeros antropólogos, asesinatos a cargo de la comunidad y por otro, el supuesto desarrollo de Dani y su “venganza”: el último asesinato es su elección. Al final de la película, tras ganar un concurso de baile y ser coronada, elige el sacrificio final: su novio Christian que, tras una línea larga del desarrollo de su relación, ha sido suficientemente desconsiderado, por decir lo mínimo sutilmente.
Partimos así de que los asesinatos rituales por dos vías son los catalizadores de la atención del espectador y cómo se construyen y bajo qué límites son aspectos que debemos revisar con precaución. En principio, las ofrendas/asesinatos rituales dan escalofríos, son presentados grotescamente, tenemos: el ättestupa, el águila de sangre y ofrendas rituales en general: el desollamiento y la “hoguera”. Lo que a mí no me hizo gracia, con todo lo folclórica que soy, es que en sí: unos estadounidenses son invitados a la periferia pagana y los asesinan con motivos rituales tortuosos. En pleno siglo XXI la otredad pagana y la ritualidad se presentan como algo sangriento y grotesco. Sabemos que es ficción, aún así, me altera un poco el centro y el curso de la narración debido a que los márgenes y la ritualidad se mantienen en el mismo lugar de siempre, como lo malo, irracional y dañino.
Es cierto que el ättestupa es más mito que registro; es verdad que el águila de sangre se encuentra entre el sacrificio y la ofrenda donde el honor y el dolor representan jerarquías y motivos específicos conocidos y respetados, al igual que cada uno de los rituales que por algo son eso, no son un asesinato y ya, es más complejo. Lo que me provocó más escalofrío es que el protagonismo del ritual se mira como invasivo, atenta con personas que no pertenecen a la comunidad, en el filme generan y mantienen en cierta medida, hostilidad. Se muestra una otredad periférica y aterradora, los otros, aquellos que son paganos.
No considero mi opinión intolerante, últimamente en redes sociales se dice que ya no se pueden hacer chistes de nada porque por todo nos ofendemos. No pretendo que el horror—folk desaparezca y tampoco lo condeno, pero me parece que algunas cuestiones no son tan ingenuas como aparentan ser y que, para cambiar nuestros pensamientos y la tensión en las jerarquías y polos de nuestras cabezas debemos ser más cuidadosos con aquellas cosas que parecen ser ingenuas, porque ellas mantienen vigentes ideas que suponen estratos y jerarquías que intentamos desdibujar.
Loser, Jorge. Folk Horror: una introducción al terror rural y el paganismo en el cine desde ‘El hombre de mimbre’ a ‘Midsommar’. 06 de junio 2021. Espinof
Brody Richard. “Midsommar,” Reviewed: Ari Aster’s Backward Horror Story of an American Couple in Sweden. 08 Julio 2019. The New Yorker Review.
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