Hola! Ciudad-Ano #01. Una columna de José Natsuhara
Aguardo entre la maleza neural los versos gacélicos pastando la patria, los músculos de mis piernas palpitan, hundo mis garras en la tierra húmeda del lienzo. Aparece entre la sombra de lo increado el descuido perfecto de la materia y me abalanzo cegado de hambre y de gnosis. Un sprinter mitad máquina mitad bestia. Ars Poética. Persigo a mi presa, salto directo a su cuello, bebo su sangre, me alimento; escribo. Este es el puma que caza a la liebre en el plano satelital que se dibuja en el lago Titicaca. Este es el perfil de escritor que yo promulgo y respeto. Antagonizando con esta praxis de superhombres martillando palabras de metal al rojo vivo, hoy llega hasta nuestras costas el rumor de una desviación genética en la especie, enclenques hombres rana que salen de las aguas, cubiertos de algas, plásticos y desperdicios filosóficos. Justificando a sus renacuajos redactados con el culo (escritura anal contemporánea), con el hocico sumido en la autocomplaciente diarrea de la personal brand y el autobombo.
Esta es la muerte del hombre y su transmutación en producto manufacturado pieza a pieza, un ejército de mutantes clónicos apareciendo y desapareciendo ante los reflectores multicolores de una disco trap. Drogados con sintéticos y pseudotraumas emocionales, conectados a un mismo superordenador retrasado elevado al nivel de una deidad maya del futuro: El único Self en la decadencia de la sustancia y la socrática búsqueda del conocimiento desnudo. Zygmunt Bauman llamó a este apocalipsis el surgimiento de la Liquid Society, Lovecraft lo relacionó con el alzamiento de Los Profundos; y todo ello en el mundo del arte marcó una ejecución en el paredón, la pira que arde con los cuerpos enlodados de las obras maestras ahora reemplazadas cada 5 minutos por un poema fascineroso publicado en Facebook o una postal preciosista subida al Instagram. Simple y llana desesperación y ego carente de pensamiento, o como diría el comediante David Suárez: Yo creo que a partir del séptimo story puedes confirmar que tu vida es una mierda. Es más, a partir del séptimo story el resto de stories son gritos de auxilio.
Todo lo que no se actualiza explota. Si un árbol cae en un bosque y nadie está cerca para oírlo, ¿hace algún sonido? A esto podemos reducir la tesis, trillones de años después hasta el protón colapsando en los agujeros negros. No es que importe el talento dentro de los Frankensteins artísticos, lo urgente es que se mantenga la producción en los quirófanos mediáticos, y que se secunde el proceso de la comida chatarra. Empacar-Ingerir-Descartar-Repetir.
Baudrillard se enciende un puro y se jacta de haber inventado el guión de Matrix. El concepto de hiperrealidad: una realidad ficticia construida sobre el cadáver de lo real, un reemplazo absoluto de todo lo coherente y eróticamente bello: El sexo pésimamente llevado al éxtasis.
Extrapolando el fenómeno, los poemarios y poetas más respetados y halagados son las marionetas de sí mismos. El rigor de calidad es lo que deciden los likes y sus críticos (los alelados críticos del like), más que el crudo y visceral talento aplicado a una propuesta. ¿Se puede esperar leer el mejor poemario de nuestra generación? ¿Podemos augurar el descenso de los cielos de un nuevo y paradigmático mesías? Sí y No. Porque la mentira y sus anfibios auspiciarán el mejor menjunje de esta época, pero nuestro corazón nos dirá que es humo y estadística; y que el real brebaje tal vez exista fuera del ojo público, quizá publicado artesanalmente pero al mismo tiempo criminalmente puesto entre paréntesis.
Vergüenza ajena: Ver cómo los ganadores de los premios literarios más famosos del país pueden ser encontrados sin mayor problema en la Internet, posando con los jurados en restaurantes campestres unos días antes de pronunciarse los resultados. Esto es el equivalente a un film de serie Z. Cómo entre colegas rechazan la participación en cualquier espacio sideral de un buen astronauta del pianismo por el simple hecho de componer diametralmente mejor música que ellos. Qué desopilante esta nueva moda, recientemente expuesta para las risas de todos en la televisión peruana, de pagar 50 centavos por darle follow a una página de poesía y artes plásticas. Qué puto asco, y qué tan pocas ganas de llorar…
Ante esos poetas que viven de la fama y que no se callan ni un segundo la boca, ante esos cibernéticos payasos que reseñan para que se los reseñe, que visitan viejitos para armar un álbum de fotos anacrónico, que solo viven en perpetuo mumble jumble y se alucinan la gran cagada; ante esos hombres rana, yo coloco el camino de la emocionante boxing dance. Luchas a muerte sin intermediarios ni malabarismo retórico y pomposo. Y el que quiera ser invencible bajo el cielo, que entienda que el texto se defiende solo.
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