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De la perpetuidad de las cosas materiales | Rozatl a través del tiempo #15

Rozatl a través del tiempo #15, una columna de Stefanía Gómez Angulo


A veces pienso que la vida actual gira alrededor de objetos. Hoy en día, se da una importancia primordial a las cosas materiales, sobre todo a las que facilitan la vida, como la tecnología que lleva a nuestras manos un infinito universo de posibilidades, los autos que nos llevan de un lugar a otro, incluso la ropa, la cual nos protege de las inclemencias. Considero que, tanto tecnología como ropa deberían ser fabricados para que duren mucho tiempo, por el hecho de que “no podemos vivir sin ellos”. Sin embargo, estos objetos son los más perecederos en la actualidad. ¿Por qué? Por el círculo vicioso de consumo que hace que el mundo gire y gire.

La ropa es una necesidad humana desde que empezamos a perder nuestra cobertura natural. Ya sea el sol o el frío, debemos proteger nuestra delicada piel del clima, y, como complemento, hemos inventado ciertas formas de vestir para manifestar nuestra identidad y cultura, para diferenciarnos. Si consideramos lo anterior, es lógico que se manufacturen prendas de ropa con empeño, tiempo y cuidado, lo cual resulta en un artículo de calidad, que puede pasar de generación en generación. Con este pensamiento de perpetuidad, la ahora llamada ropa vintage tiene, en su mayoría, diseños que no pasarán de moda, por su sencillez y estilo. Ya sea el clásico vestido negro, un traje o una chaqueta de piel podrán ser usados en un futuro y, si el corte y ajuste son los indicados, se verán bien en cualquier tipo de cuerpo. No obstante, hay una nueva “moda” que pretende desplazar este tipo de confección casi artesanal.

Fast fashion es el nombre de una nueva forma de producción de vestimenta, que ha crecido exponencialmente en los últimos años. Ésta es una manera de hacer ropa al mayoreo, aunque se quiera disfrazar de individualidad. Su objetivo es hacer millones de prendas, de la manera más rápida y barata posible, para que se exporten a miles de países y se vendan a precios bajos. Pero, ¿por qué hacer tanta ropa de mala calidad, con tanta urgencia? Para alimentar el pensamiento de tendencia. Estas tiendas, que en realidad son un solo ente, le venden a la gente que cierta blusa o falda están “pasadas de moda” meses después de que ha sido comprada, lo cual lleva a dichas personas a comprar cierta blusa o falda que está dentro de la nueva tendencia. Asimismo, este fenómeno provoca que mucha ropa de tire a la basura, pues se rompe después de los primeros usos. Y esto también contamina, ya que las telas sintéticas que se usan en estas prendas se degradan después de mucho tiempo, irónicamente. Lo ideal sería saber exactamente quién confecciona nuestra ropa, pero, ¿quién tiene tiempo para eso? Si estamos en la época de la inmediatez. Y lo mismo pasa con la tecnología.

Las máquinas antiguas eran hechas con una idea de perpetuidad, tanto las industriales como las de uso casero. Ya fueran relojes, autos o refrigeradores, podían pasar de padre a hijo por mucho tiempo. Esto se debía a los materiales usados y la meticulosidad de los fabricantes, quienes creaban engranes que encajaban perfectamente, unos con otros. Además, las rupturas o fallas eran más fáciles de identificar y de reparar por su cualidad mecánica. No obstante, la forma de hacer aparatos actualmente es muy diferente, por la alta demanda que hay.

La tecnología como los celulares, las computadoras u otros artefactos modernos que simplifican nuestra existencia son elaborados para que no duren una vida y mucho menos para que pasen de generación en generación. En este caso, no se trata de tendencia, se trata de actualización. Cada corto lapso, las empresas tecnológicas sacan una nueva versión de, con más aplicaciones, con más actualizaciones en el software, con más memoria, con más cámaras, con más pantalla, entre otras maravillas. La verdad, todas las palabras anteriores no tienen sentido para mí, pero importan mucho en estos tiempos modernos. Incluso, algunos anuncian más resistencia ante el agua y golpes, pero ¿de qué sirve que sea más resistente si se incita a los consumidores que al año cambien de modelo? De nuevo, el objetivo es generar más ganancias a dichas compañías.

A fin de cuentas, ¿quién gana en este círculo vicioso de consumo? En la actualidad, ambas partes, tanto la que vende como la que compra, ya que los que ambicionan dinero lo obtienen y los que desean estar a la moda, tener lo más actual, encajar en una sociedad tecnológica, lo consiguen. Los únicos que salen perdiendo son los que deben hacer esas cosas o recolectar los minerales para hacerlas, ya que, en su mayoría, no se les suele pagar un salario decente y pueden llegar a ser explotados por la premura.

¿Cómo cambiar o hasta romper el círculo? Uno puede investigar un poco con el poder infinito del Internet de dónde vienen las cosas. Varias personas han usado la difusión masiva de las redes sociales para denunciar este tipo de estrategias que satisfacen el consumo de pocos. Inclusive, hay empresas que buscan hacer sus productos de una forma más artesanal. Tal vez, con conocimiento, se pueda decidir de una manera más favorecedora para todos en qué gastar el dinero que nos cuesta sangre, sudor y lágrimas. Otra manera de salir de ese círculo es regresando al pasado, comprar ropa usada y tecnología usada, aunque no tengamos esas 4 cámaras que anuncian o esa chamarra extravagante que vemos en los maniquíes. Con un rápido viaje al pasado, podemos poseer más que cosas, podemos poseer historias, pedacitos de vida, para que nos acompañen en este ir y venir.