Ojos abiertos #19, una columna de María del Rosario Acevedo Carrasco
El cine de terror tiene una historia ten amplia que sería imposible de cubrir en un par de párrafos. Desde su inicio y hasta la actualidad, apoyado por los avances en la industria cinematográfica e impulsado por los contextos históricos, ha logrado convertirse en un género que nunca deja de estar vigente. Si bien siempre ha habido representantes dignos, es innegable el auge que tuvo durante la década de los 80’s con la aparición de las películas slasher que terminaron convertidas en clásicos.
Directores como John Carpenter y Wes Craven revolucionaron la historia del cine y nos dieron a personajes que 40 años más tarde siguen siendo referentes del género y forman parte de la cultura popular. Hoy nos toca hablar sobre Wes Craven, el genio detrás de uno de los personajes más infames dentro del horror: Freddy Krueger.
Pesadilla en la calle del infierno tiene una premisa simple pero aterradora: Un asesino que ataca en los sueños. La primera película retrata a un grupo de jóvenes que empiezan a encontrarse con el asesino, Freddy Krueger, en sus sueños, pasando de pesadillas en apariencia inofensivas hasta aquellas que terminan siendo mortales. Nancy, la protagonista, pasa toda la película intentando encontrar una manera de derrotar a Freddy y finalmente parece lograrlo, aunque la última escena nos deja dudas sobre su verdadero destino.
La película inicial no solo marca una pauta para el desarrollo de las secuelas, la mayoría de ellas sin intervención de Wes Craven, sino que también nos presenta a Freddy como antagonista con un origen real y tangible, más allá de los elementos sobrenaturales que lo acompañan. A partir de esto, podemos entender que las películas siguen la misma línea: Freddy ataca a niños o adolescentes en sus sueños y algunos mueren, pero eventualmente encuentran una manera de derrotarlo para siempre hasta la siguiente película.
Vale la pena mencionar la tercera entrega de esta saga Los guerreros del sueño, en la que Wes Craven volvió para dirigir. En esta volvemos a ver a Nancy, ahora adulta y profesionista, que regresa para ayudar a un grupo de adolescentes que están internados en una institución, todos víctimas de Freddy en sus sueños. Si bien la protagonista no es Nancy, esta película es un guiño a la historia original y nos adentra aún más al personaje de Freddy, a su origen antes de convertirse en el monstruo que fue en vida.
En las siguientes películas se retoma el concepto de “transferir el poder de luchar contra Freddy” que comenzó con Nancy, creando conexiones entre una secuela y otra para poder dar continuidad a la historia más allá del antagonista. Tres películas más tarde, la saga de Pesadilla en la calle del infierno llegó a su fin. Diez años después del estreno original, Wes Craven dirigió La nueva pesadilla de Wes Craven cuyo argumento era que Freddy perseguía a Heather Lagenkamp, la actriz que interpretó a Nancy, teniendo contacto, pero nunca rompiendo la cuarta pared.
Mucho se puede hablar sobre esta saga que nos dio a uno de los personajes más representativos del género, es por ello por lo que quizá la mejor forma de abordarla sea directamente desde Freddy, la verdadera esencia de la historia. El sueño es uno de los momentos de mayor vulnerabilidad, pero también donde más seguros nos sentimos; las pesadillas son algo tan temido precisamente porque representan una invasión al espacio que creemos seguro, casi sagrado. Un ser capaz de irrumpir en el sueño y hacer daño en la realidad a través de él es algo inimaginable, si no te puedes refugiar en tus sueños ¿dónde lo harás?
Y un ser capaz de tales actos debe tener un origen igual de aterrador, en este caso el de asesinar niños. Pero claro, el mal no surge sin explicación, de ahí que la concepción de Freddy involucrara abuso que desencadenó un embarazo prohibido y la condena a una existencia plagada de juicios y rechazo hasta el momento de su muerte, acontecida de una manera sumamente violenta.
Freddy es sin duda un reflejo de miedos profundos que no se limitaron a su tiempo, siguen tan arraigados que aún hoy, después de tantos años, teniendo efectos especiales e historias nuevas que se desarrollan en nuestro contexto, seguimos temiendo encontrarnos un suéter de rayas rojas y verdes en nuestro sueños.
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