Foro Verde #14, una columna de Julieta Pirez Rendon
En México, la situación de la especie Phocoena sinus, conocida como “vaquita marina” sigue causando gran revuelo en los titulares internacionales debido a que no se ha logrado la recuperación de su población y se encuentra prácticamente al borde de la extinción. Con una estimación actual de menos de diez ejemplares, el escándalo y la indignación -incluso el actor y activista ambiental Leonardo DiCaprio se pronunció al respecto en sus redes sociales- han sacudido tanto el escenario ambiental que diversas organizaciones no gubernamentales de corte ecologista han buscado frenar el trágico destino de la vaquita con las herramientas que ofrece el sistema multilateral de comercio a través de acuerdos regionales como el Tratado entre México, Estados Unidos y Canadá, conocido como T-MEC.
Recientemente grupos conservacionistas solicitaron a la Comisión de Cooperación Ambiental -conocida como CCA y establecida para atender la problemática ambiental regional- investigar las fallas en la aplicación de la legislación ambiental para proteger a la vaquita marina señalando a la continua pesca ilegal por parte de las embarcaciones pesqueras dentro del hábitat de la especie como la causa principal. De acuerdo con la legislación estadounidense, si la citada Comisión determina que México no se encuentra cumpliendo con sus obligaciones ambientales, Estados Unidos podría solicitar una acción de cumplimiento oficial e incluso, sanciones comerciales contra México, lo que significaría otro duro golpe económico a todo el sector pesquero de la región.
Caso similar al anterior se ha dado con el tema de la especie conocida como “tortuga caguama”, por la cual el Secretariado de la CCA recomendó al Consejo someter a votación la preparación de un expediente de hechos en torno a la protección de la especie, lo que igualmente podría derivar en sanciones económicas para México. Las restricciones al comercio por motivos ambientales no son nuevos para el país, especialmente en lo referente a la protección de las especies marinas, ya que existe el antecedente de la mortalidad de delfines -que nadan junto al atún, una especie comerciable- que le valió a México no poder exportar sus productos atuneros al mercado estadounidense al no lograr la certificación de “delfín seguro” -necesario para vender atún en Estados Unidos- porque no acreditó la protección adecuada de los delfines. Estos casos reflejan que una de las alternativas más importantes para lograr proteger a la biodiversidad marina, son los instrumentos comerciales, sí bien, no han logrado que las poblaciones marinas en peligro se recuperen satisfactoriamente -además de que se consideran en algunos casos como restricciones encubiertas al comercio- puesto que hacerlos válidos puede resultar complejo, estos resultan una de las pocas vías para presionar efectivamente a los países para que cumplan con sus legislaciones ambientales y con ello evitar la pérdida de biodiversidad y la extinción de especies, como las aquí mencionadas.
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