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El miedo de las mil caras. «El vals de los monstruos» de Lola Ancira | El espejo enterrado #30

El espejo enterrado #30, una columna de Daniel Luna


[Los monstruos] están ahí, rodeándonos,
configurando la gran metáfora de nuestras frustraciones.
Monstruos que exigen nuestra comprensión y todo nuestro amor.

Javier Tomeo, en entrevista para El Cultural.

En columnas anteriores se ha presentado la idea del miedo y su desarrollo por todo lo largo y ancho de la cuentística mexicana del siglo xx. Sin embargo, en esta nueva entrega me gustaría volver al tema con una actualización importante en la narrativa.

Un texto increíble el cual construye un camino por situaciones tan intrigantes como perturbadoras, mismas que reflejan el lado violento de la sociedad sin límites como el abuso, el abandono y la muerte.

Dichas claves temáticas se encuentran en cada uno de los once cuentos que conforman el cuerpo de la obra los cuales sumergen al lector en el pensamiento y actuar de sus protagonistas oscilando su percepción entre el rechazo y la empatía.

En medio de ambos, se muestra un telón de fondo frente al cual es posible señalar los problemas más oscuros de la naturaleza humana sin que intervenga la censura o el tabú. Después de eso, comienza el vaivén de atrocidades en el cual es seguro encontrar una pareja durante el vals.

Monstruos humanos llevados al límite por el miedo en diferentes facetas. Un temor tan versátil que resulta sencillo encontrar una fobia en cualquier relato. Esta evolución construye un concepto diferente de lo grotesco pues a partir de su conocimiento no solo lo habitamos, sino que lo sobrevivimos en una lucha constante.

Esta contienda tiene varias etapas y para explicar la transformación que sucede en el lector de esta obra es necesario respaldarse de una analogía con la conocida teoría del camino del héroe de Campbell inscrita en El héroe de las mil caras. Por lo tanto, y a manera de síntesis, a continuación se resaltan las siguientes cuatro etapas de periplo del miedo en la transformación humana.

La llamada. Para Campbell este es el inicio de una aventura la cual sucede sin importar cuantas veces se rechace. En el camino del miedo, dicho llamado es la ansiedad que se anuncia antes del temor a algo específico. Una advertencia ineludible como la primera señal de lo que se aproxima.

En los cuentos El nombre del miedo y Vindicta ese llamado se anticipa a las acciones de la historia debido a que es el motor de la situación descrita por la narración. Una intriga perfecta de lo desconocido la cual se anticipa al miedo principal.

El umbral. Después del primer aviso llega el intento de salir y cruzar la puerta. Existen muchos tipos de umbrales, algunos son metafóricos y otros físicamente palpables. No obstante, el cruce entre el interior y el exterior siempre es un momento decisivo en las acciones del personaje y su introducción a lo que le aterra.

Un ejemplo son los relatos La esencia de la melancolía y El don del engaño en los cuales se lee como límites al tiempo y la distancia. Factores que marcan y terminan una vida. Su experiencia despierta el temor de perder y sufrir por ello, pero cuando los sobrevives nada es igual.

Abismo. Antes de llegar al final es común caer más en el proceso. Llegar al fondo motiva los grandes cambios o recrudece los fracasos. Esta segunda acepción es terreno del miedo. Su papel en los cuentos es elevar el ambiente a un nuevo terror, complejo y brutalmente honesto con sus lectores.

Satélites, La edad de oro y Tres lunares son retratos crudos de lo más profundo de la actividad humana. Deseos reprimidos que se vuelven pesadillas. Los tres relatos sumergen al lector en la oscuridad más profunda antes de salir del libro.

Expiación. Finalmente, la luz llega después de cerrar y ver cara a cara al último monstruo del baile. Este momento sucede cuando el lector se ve así mismo distorsionado por la experiencia del recorrido. El punto de transformación es en donde la reflexión converge del miedo gracias a la enunciación de esos temas prohibidos y su denuncia en la realidad.

Posterior al trayecto y al encuentro sigue la lectura de otras obras con la finalidad de conocer más sobre las nuevas construcciones del género de terror-suspenso. Un área de oportunidad en la cual escritoras como Lola Ancira tienen mucho que decir y nosotros más por leer. Una propuesta que surge con mayor fuerza gracias al talento de obras jóvenes las cuales podemos acompañar desde su primera publicación.