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Poesía y Humanidades

Un paréntesis entre el objeto nómada y el devenir fragmento de Tania Pérez Córdova | Fragmentos de líneas fantasmagóricas #24

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Fragmentos de líneas fantasmagóricas #24, una columna de Juan García Hernández


En esta ocasión, nos hemos visto perseguidos por un tiempo que aún no es y que será, el futuro. Bajo tal asedio, permanecimos suspendidos en el lugar donde parecía no haber entradas ni salidas, pero en el resquicio de aquel cerco, emprendimos el diálogo con objetos. Así, el presente texto pretende ser el registro de aquella conversación, por tanto, esbozado el principio que articula nuestra reflexión, procederemos en virtud de la pregunta que rompió el silencio entre nosotros y los objetos, la cual se resume así: ¿cómo generar un paréntesis entre el vínculo que establecemos con los objetos nómadas de nuestro presente y la posibilidad de articular narrativas fragmentarias para ensanchar y fundar otras líneas de horizonte? Esta pregunta será atendida en tres instancias. En primer lugar, definiremos lo que es un objeto nómada a través de algunos planteamientos de Jacques Attali. Después, analizaremos brevemente la obra de la artista mexicana Tania Pérez Córdova. Al final, reflexionaremos sobre el proceso de la fragmentación como condición necesaria para imaginar otros futuros.

En lo que sigue, nos detendremos en esbozar una definición preliminar sobre lo que Attali, denominó objeto nómada, en el año de 1990. Por ahora, resumir el pensamiento y obra del argelino Jacques Attali, es una intención que yace fuera de nuestras manos, porque a lo largo de sus 78 años ha publicado una cantidad vastísima de libros, relativos a distintas áreas que van desde economía, teoría de la música o política, entre las publicaciones más reconocidas podemos ubicar, Ruidos: ensayos sobre la economía política de la música, Breve historia del futuro y Milenio. Sobre las últimas dos, destacaremos dos conceptos que serán centrales para el presente texto; ubicuidad y objetos nómadas.

Antes de avanzar, conviene establecer hasta qué punto la meditación y crítica sobre los objetos que rodean nuestra vida, representa una tarea que amerita ser tratada con mayor profundidad, en aras de ampliar nuestra visión respecto a los modos de existencia, sueños, y ambiciones de los seres humanos que habitan la época actual. Identificar aquella premisa en la realidad nos conduce a establecer una relación más cercana con los objetos, pues como veremos son estos últimos los que condicionan nuestro ritma de vida, así como las relaciones que establecemos con ordenes simbólicos más amplios, como la cultura, la ciencia, las instituciones y particularmente con nosotros mismos. Aquella transformación del ser humano, determinado ahora por los objetos que lo arrinconan, lo llevará a lidiar con una condición de nómada, claramente, ya no será el nómada que buscaba comida y agua errando a través del camino, sino que ahora es un nómada cobijado por aparente libertad y riqueza material. Tal como apunta Attali en su libro Milenio, publicado en el año de 1990.

Si en adelante vivimos como nómadas, es porque esencialmente los objetos que poseeremos o desearemos serán portátiles. El hombre siempre ha poseído objetos nómadas, instrumentos esenciales para su supervivencia: el fuego para los grupos errantes; los amuletos para los primeros habitantes de los poblados; las armas para los hombres de los imperios; la moneda y la letra de cambio para el comerciante. Cada uno de ellos ha marcado el poder de aquel que lo poseía en el seno de su orden. [1]

Del último pasaje, resaltan dos ideas claves, por un lado, el carácter de portabilidad de los objetos, y por otro, el modo en que el tipo de relación que los hombres han establecido históricamente con los objetos también establece formas de organización social. En el presente, estas dos ideas son bastante claras a los ojos de cualquier internauta, aunque la claridad no significa partir de una perspectiva crítica. Pues, lograr semejante perspectiva supone partir de una conciencia histórica sobre el despliegue simbólico que acompaña nuestra manipulación de los objetos. Para ejemplificar tal circunstancia, basta con prestar atención al avance industrial de los últimos 60 años en relación con los objetos que “consumimos”, pues justamente fueron las imposiciones de la industria las que moldearon y direccionaron nuestros deseos en favor de valores económicos y normas de mercado, a tal grado, que el hombre contemporáneo no solo se ha llenado de objetos, también de historiales crediticios frente a los que no sabe cómo lidiar. Pero, dicho estado es el resultado final de cómo, pasamos de ser los agentes que contralaban la información a devenir manipulaciones de información, este desarrollo, fue gracias al impulso de un objeto en particular, el microprocesador, o al menos así lo esboza el pensador argelino cuando anota:

Hoy, manipula alrededor de dieciséis millones de signos; antes de finales de siglo alcanzará los mil millones. Una nueva especie de máquina-herramienta, el ordenador, reúne y hace trabajar a los microprocesadores en arquitecturas complejas, con rendimientos exponencialmente crecientes. Ahí reside el principal motor de la evolución de la productividad […] Lo cual no debe inducir a pensar que los bienes de consumo del futuro serán cosas inertes: como todos los objetos desde la más remota antigüedad, éstos vivirán la vida que hayan puesto en ellos quienes los producen. Como todos los bienes que el hombre ha poseído —comenzando por el propio hombre—, serán otros tantos medios de singularizarse, de durar, de canalizar la violencia, de nombrar la eternidad. Cada uno extraerá de ellos signos de libertad, marcas de distinción. Gracias a ellos, cada uno se considerará autónomo y diferente, capaz de gobernar su medio ambiente, de ser dueño de sí y del universo.[2]

Resulta interesante observar la predicción certera de Attali, respecto a la forma en que los ordenadores y dispositivos electrónicos mediados por un chip, establecerán modos en que insertamos conceptos, tales como temporalidad, libertad, identidad, autonomía y poder, que, a su vez, operan como signos que enfrentamos en el transcurrir de nuestra cotidianidad. Un aspecto relevante que se desprende de aquel diagnóstico es el de su impacto en las comunicaciones, particularmente a través del teléfono portátil o inteligente, pues a partir de tal objeto: “la tarjeta de memoria se convertirá así en la prótesis principal de individuo, una especie de órgano artificial, a la vez carnet de identidad, talonario de cheques, telefax, pasaporte del nómada. Prótesis del yo abierta a un mercado universal”.[3] Es decir, que los objetos nómadas permitieron que los seres humanos del presente lograran crear la sensación de sentirse en casa, en la medida en que tales objetos reunían los signos que permiten al individuo crear un arraigo, de ahí, que el siguiente extracto cobre mayor relevancia para caracterizar nuestra época:

el hombre se convertirá al mismo tiempo en portador de objetos nómadas y nómada-objeto él mismo. Su cuerpo se cubrirá de prótesis, luego él se convertirá a su vez en prótesis, hasta venderse y comprarse como un objeto […] Convertido en prótesis de sí mismo, el hombre será producido como una mercancía. La vida será objeto de artificio, creadora de valor y de rentabilidad. Locura de nómada en la que se disolverá la distinción entre el hombre y el artefacto, entre la cultura y la barbarie, entre la vida y la muerte, entre lo sagrado, la fuerza y el dinero. ¿Dónde estará la muerte? ¿En la muerte de la última copia de uno mismo o en su olvido por los demás? Pero ¿cabe aún hablar de vida dado que el hombre es ya producido y pensado sólo como objeto? Muerte de la especie. A menos que se haga del hombre un santuario; de su patrimonio genético, un tesoro a proteger. Éste será el envite de los años dos mil. [4]

A estas alturas, conviene mostrar caminos en donde podamos afrontar las repercusiones del establecimiento de objetos nómadas al momento de fijar nuestras relaciones con el mundo y los demás. En consecuencia, los objetos nómadas, no solo habrán de conducirnos a un estado de “ubicuidad nómada”[5] en sentido negativo, sino también, pueden abrirnos a imaginar y repensar las narrativas de aquellos objetos, que a la postre nos permitirán abrir las puertas de otros escenarios, pero las llaves no las poseerán ni los economistas o políticos, sino aquellos agentes que se desenvuelven en los medios artísticos, claramente estos medios ya no serán unilaterales, es decir, que los artistas trabajarán con materiales y prácticas emplazadas a disciplinas diferenciadas, también se apropiarán de plataformas y dimensiones distintas, dando cabida a la posibilidad de bailar con esculturas o interactuar con pinturas móviles, generando otras formas de vivir el espacio y el tiempo. Evidentemente, dicho escenario ya sucede, y para mostrar un claro ejemplo, nos auxiliaremos de la obra de Tania Pérez Córdova para enriquecer nuestro aporte.

Podemos aproximarnos a la producción artística de Tania a partir de dos puntos centrales, por un lado, la relación que establece con los objetos y materiales, y por otro, la “metodología” o camino que lleva a cabo a lo largo de su proceso creativo. Sobre el primer punto, leamos algunas respuestas concedidas en una entrevista reciente.

Me gusta pensar en las esculturas como acontecimientos, como algo que pasa, ya sea por la forma en que se hace algo o por la forma en que existe cuando se despliega. Así que esto siempre tiene una relación con la temporalidad, un comienzo y un final, una narrativa. Para mi serie, Cosas en pausa, pensé en hacer esculturas que al existir hicieran una pausa en otro lugar. [….] Pienso que es casi como si los objetos de esa serie fueran restos de una acción humana, como los restos de una presencia humana […] Estamos en este tiempo presente pero tal objeto está ahora en el futuro […] Siempre me ha gustado pensar que los objetos son algo más que objetos, también, incluyen una persona o una acción o movimiento. Están ahí como un objeto activo para poner en marcha un acontecimiento o son el recuerdo de uno. [6]

En base al anterior pasaje, la artista mexicana, nos ofrece un preámbulo sobre qué podemos esperarnos en su obra, particularmente es importante subrayar la proposición siguiente: los objetos son acontecimientos que tras de sí, hay rastros y huellas sobre una acción humana. Y tal realidad escondida en la materialidad de la obra presente nos sugiere prestar atención no solo en el tiempo, si no también en los elementos afectivos que emergen al contacto con la misma obra, pero de dónde parte aquella afectividad, tengo la impresión que el lugar sobre el que descansan las intuiciones y propuestas de Tania, no se encuentra en un régimen de racionalidad específica y personal, sino de un lugar en común, respecto a otros agentes y procesos, de tal modo que su camino para producir una obra, oscila entre las experiencias, historias y palabras que va recolectando. En otra entrevista plantea:

Recolecto lenguaje o frases que me gustan, o palabras, aunque no sepa muy bien porqué. Hay una anécdota muy bella en la que me gusta pensar de esta entrevista a John Ashbery en The Paris Review, y alguien le pregunta: ¿Qué te hace empezar a escribir un poema? Entonces cuenta esta historia de estar en un lugar público y escuchar una frase de alguien cercano, fuera de contexto. Le gusta la frase y la utiliza como línea final de su poema -era exactamente lo que buscaba. [7]

Una vez que hemos delineado a grandes rasgos un brevísimo esbozo a la obra de Tania Pérez, ahora nos remitiremos a un caso en particular para notar hasta qué punto resulta oportuno fijar contra el objeto nómada un objeto que deviene fragmento y rompe con la espacialidad y temporalidad común de aquel, para ello, fijaremos como obra de referencia Reenvío de llamadas (Call Forwarding) del año 2013 y que forma parte de la serie Cosas en pausa. Actualmente esta obra forma parte de la colección de Arte Contemporáneo del Museo Amparo, en la ciudad de Puebla, México, y para realizar la obra: “Pérez Córdova pidió prestada a uno de sus amigos la tarjeta SIM de su dispositivo móvil y la implantó en una lámina de porcelana blanca. Para ello, lo convenció de cambiar su número y configurar un servicio de desvío de llamadas. La artista concibe estos instantes de suspensión de la funcionalidad de un objeto cotidiano como una pausa que modifica alguna acción en otro sitio, en este caso, el intercambio de datos”.[8]

A través de la obra que se muestra, parece oportuno ya no solo intentar distribuir los tiempos que se reúnen en la escultura, independientemente de si consideramos el pasado de la tarjeta SIM y el futuro de su probable inadecuación al soporte de la porcelana por la reducción misma de la tarjeta, pues aquella pretensión sería homologar el tiempo lineal con un tiempo que no es lineal, este último es el tiempo de los objetos, así como de las relaciones y narrativas que se van desplegando conforme la obra aparece y se busca a sí misma un tiempo presente.

Desde tal perspectiva, son los lectores y espectadores los que deberán encontrar una coreografía particular para hacer frente a la obra, es decir, que nos vemos conducidos a pensar justamente a los objetos como acontecimientos que como cápsulas de tiempo, nos empujan a diferentes líneas de tiempo, por tanto, la pausa que cae en la obra, implica no una pausa sino varias, las cuales se distribuyen en otros espacios y contextos, así la obra es una proposición ilegible que busca su propio tiempo y lugar en el futuro, su mostrar-se tiende un puente entre lo ausente y lo presente, no se trata de arribar a una realidad metafísica sino a un más acá, a una cercanía en donde germinan sensaciones y afectos en particular, así el registro de tales afectos, operan como “ecos y reflejos”.[9] En menos palabras, la producción de Tania Pérez Córdova es una apuesta por ocuparse de la historicidad del objeto cotidiano en función de la escritura de paréntesis y leer ( ) es condición necesaria para devenir fragmento.

Para terminar con nuestra especulación, conviene resaltar que toda aproximación al modo en que nos vinculamos a los objetos implica la instauración de un diálogo con nosotros y Otros, aquella conversación en el fondo transita por una circularidad especial, la cual nos habilita a mirarnos, y sobre todo nos orienta a sentir a los objetos que nos hacen ser, en ese camino, devolvemos a esos objetos, la humanidad que desterramos cuando las cifras y el valor de mercado se impusieron. El presente texto, a pesar de su naufragio es una invitación para ser críticos de la ubicuidad nómada que nos circunda, es la oportunidad para proponer otros tiempos, otras historias y probablemente aquella multiplicidad podrá otorgarnos la condición fragmentaria que será el fundamento de un porvenir configurado por las líneas de horizonte que cada habitante decida soñar.

 

Referencias

  • Attali, J. (1990). Milenio. Madrid: Seix-Barral.
  • Attali, J. (2011). A brief history of the future. New York: Arcade Publishing.
  • Córdova, T. P. (24 de Febrero de 2017). Interview : Tania Pérez Córdova. (L. Schwulst, Entrevistador) Obtenido de https://thecreativeindependent.com/people/interview-tania-perez-cordova/
  • Elephant. (5 de Febrero de 2019). Obtenido de https://elephant.art/tania-perez-cordova-girl-earring/
  • Museo Amparo. (Noviembre de 2020). museoamparo. Obtenido de https://museoamparo.com/colecciones/pieza/3752/reenvio-de-llamadas-de-la-serie-cosas-en-pausa

[1] (Attali, 1990, pág. 49)
[2] (Attali, 1990, pág. 53)
[3] Ibid, pág.63.
[4] Ibid, págs.65-66.
[5]  “Antes del 2030, todo mundo salvo los más pobres, estarán conectados a todas las redes de información de alta capacidad tanto móvil (HSDPA,WiBrow, WIFI) como estacionaria (Fibra óptica). Todo el mundo se encontrará en un estado de ubicuidad nómada. Ya ha comenzado.” (Attali, 2011, pág. 134).
[6] (Elephant, 2019)
[7] (Córdova, 2017)
[8] (Museo Amparo, 2020)
[9] Las nociones de “ecos y reflejos” forman parte de la conversación Material e indicio. En https://www.youtube.com/watch?v=v2BpbsAgoqc