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“Esquirlas” de Claudia Sánchez Cadena | Transgresiones #03

Transgresiones #03, una columna de Brenda Cedillo Martínez


El dolor, el sufrimiento acallado, los duelos que vivimos y pretendemos ocultar, olvidarnos de la tristeza que nos traspasa en los caminos habituales, en nuestros espacios comunes. Las grietas de nuestro cuerpo en las que afiladas esquirlas se han incrustado abren caminos construidos por Claudia[1] a través de sus versos. Mediante la simpleza de la imagen poética, ella nos muestra los distintos modos en que se puede morar la tristeza.

En esta obra de Claudia Sánchez editada en 2021 por la autogestiva editorial Ojo de Golondrina en México, tonalidades como el rojo profundo de la sangre, el blanco grisáceo de la enfermedad y la cal, son presencias constantes encontradas en el poemario Esquirlas, que se entrelazan para darle forma al dolor, a pensamientos suicidas o al silencio de la memoria por intentar borrar la podredumbre de una ciudad llena de muertos.

Hay dos veredas cuando el dolor allana nuestro cuerpo: ocultarlo por su desagradable presencia o abrirle el paso para que su flor azul prolifere. Ninguna es fácil de elegir; ambas vertientes son infames, pero es bien sabido por la certeza del cuerpo que omitirlo puede llevarnos a la asfixia e inmovilidad, como sugiere Claudia en su poema Incendio:

Seguir el camino,
volver al trabajo en traje gris y sonrisa,
pancarta de las buenas familias;
continuar con la caminata cotidiana
bajo días azules y esplendorosos.

Dejar que la lluvia se lleve todo;
borradura que permea la memoria.

Un cuerpo, objeto y trazo inconcluso
(…)
Un cuerpo,
este cuerpo inerte camina a casa.
(Fragmento de Incendio)

La inmovilidad del cuerpo no excluye la franqueza con la que esa misma carne se puede expresar. Hablan más nuestras señales, el quejido acallado, la mirada silenciada por nuestro intento de mantener una vida como la pancarta de las buenas familias.

Otro poema que considero conecta con el texto anterior es Día hábil, dado que su contenido funciona como una consecuencia de la omisión de nuestros dolores, jugando con un tinte irónico sobre el pensamiento suicida. Es un poema con gran unidad, una virtud poética que podemos encontrar generalmente en el libro, aquí un fragmento:

Un día dejé la estufa encendida,
a la manera de Plath,
fue un gran absurdo desperdiciar el gas,
tan preciado en el mundo,
y yo, con tan pocas monedas en los bolsillos como anhelos.

La ironía hallada en la temática suicida que nos aterriza al absurdo de la realidad desperdiciada como el gas, tan preciado en el mundo. Empero, el modo en que la sujeta del poema elige terminar con su vida es trabajar de 11 am a 9 pm, un suicidio ejemplar, / sin estertores o manchas para arruinar un bello paisaje.

Los sabores agridulces, amargos, pero nunca secos, son los que nosotros como lectores podemos degustar en el poemario. El libro Esquirlas mantiene en sus diversos poemas un toque melancólico y doloroso, incluso con pizcas de aparente indiferencia que no son más que intentos por guardar las lágrimas en cualquier sitio, para después preferir tejerlas en palabras, cuando el llanto ya no se puede guardar en el cuerpo, cuando coleccionar las cicatrices que no queremos soltar se convierten en afiladas esquirlas que llevamos cosidas a los huesos, como sugiere el poema que lleva por título el nombre del libro.

Por último, un poema del que deseo hacer una mención aparte, debido a que es interesante hallarlo entre las anteriores temáticas mencionadas, es el poema Cytotec. No es extraño encontrarlo en el poemario, puesto que en su lectura podemos hallar el vínculo con los primeros poemas y sus colores blanco de hospital, sin embargo, resalta desde el título. No es muy claro con respecto a lo que nos enfrentaremos, pero después de su lectura visualizamos el azulejo sucio de sanatorio y un coágulo. ¿Cuál es el misterio dentro de esas crudas imágenes? Cytotec no es un hechizo o el nombre de alguna enfermedad, es la marca genérica de una pastilla que tiene como contenido activo el misoprostol.

“Es algo de cinco minutos”, dijo el doctor.
Cinco camas

Cinco mujeres
Cinco gritos
(…)
Un coágulo sobre el sucio azulejo;
Un círculo me quemaba la boca,
Dolor y temblor en uñas y dientes.
(Fragmento de Cytotec)

Es así como Claudia nos acerca a la experiencia del aborto desde una visión cruda, sin adornos, a través del suplicio que se puede vivir con una decisión tan importante para continuar con el desarrollo de nuestro proyecto de vida como mujeres que podemos elegir concebir o no. Existe en esos versos un sentimiento de liberación, pero a la vez de tormento por el procedimiento, Sánchez Cadena nos muestra una visión de la elección libre del aborto sin idealizaciones ni figuras llanas del todo, con el guiño a un médico indiferente ante el dolor de otras, sin acompañamientos solidarios ni empatías, solo una mecánica medicina que reduce nuestros sentires a solo un algo de cinco minutos.

“Para todas las mujeres que me habitan y que habito”

En resumen, Esquirlas recoge experiencias universales a través de la subjetividad mujérica que puede contener un verso, como es el caso del duelo por la pérdida de su abuela en el poema Lucrecia o la dolencia abortiva de Cytotec. Versa también los sufrimientos corporales-emocionales, se atreve incluso a hablar sobre la ciudad enferma que también nos atraviesa nuestra salud mental hasta imaginar nuestro último día cayendo de un puente, o entregarse por completo a las jornadas de trabajo para olvidar la forma de nuestro espíritu. Todas esas son llanuras que andamos al leer a Claudia. Después de todo, las heridas son muestra de nuestra vulnerabilidad, que por más que intentemos ocultar en jornadas, la flor azul en ellas crecerá.

En esta ocasión, para Transgresiones en Tríada Primate, Claudia nos presenta algunos poemas de su autoría para que conozcamos más de su trabajo poético. A continuación, Abril y Mil quinientos gramos.

ABRIL 

Contigo llevo dentro tanta muerte.
LUNA MIGUEL

April is the cruellest month,
breeding Lilacs out of the dead land.
T. S. ELIOT

COMENZÓ un húmedo día de abril,
una masa rosa crecía en mi cuerpo.
Seis semanas, según un análisis de sangre.
En la pantalla, un parpadeo;
el ginecólogo dijo que había algo extraño.

La pequeña masa rosa seguía creciendo,
igual que mi temor.
Antes del día triste fuimos al hospital,
tres doctores me revisaron la barriga:
no había nada, el titilar del ultrasonido se detuvo,
explicaron que las células crecieron a destiempo,
tú tomaste otro camino.

Después del último ultrasonido,
en la oscuridad de la calle,

veía mujeres con las panzas hinchadas,
panzas llenísimas,
tanta felicidad en sus ojos,
tú ya no estarías conmigo,
salir del hospital es ir a de un lugar frío a otro más.

Lloré todas las noches, todas las mañanas.
Pregunté si te podías quedar adentro
aunque se me pudriera el cuerpo.
No quería que te sacaran de mí,
sal de mi sal,
rosas grises surgían de mi boca.
Yo sólo quería dormir mucho.

Negras raíces encallaron en mi útero,
creciste como un árbol de octubre,
simiente seca en el nacimiento de mi cintura.

Lo peor vino después de la pastilla:
el dolor se retorcía como escarcha en el fuego,
la sangre no corría en hilos finos,
había coágulos rosados y rojos,
agujas de hielo se clavaron en mis muslos,
en la abertura entre mis piernas,
en lo más hondo.

Ya no quise estar ahí.
Él tomó mi mano un segundo,
lloraba en un lugar donde no pude verlo;
su abuela me decía cosas del otro lado del teléfono;
dolor sordo entre mis sienes,
ojos húmedos de tanta negrura.

La mañana después del hospital
se hizo densa como nube de piedra.
Piedra hecha nube.
La tarde fue un riachuelo estancado en la peste. 
[2]

MIL QUINIENTOS GRAMOS 

Para Agustín Cadena

Así exhaló el último suspiro y murió.
Dénos Dios a todos nosotros, bebedores,
tan liviana y hermosa muerte.
JOSEPH ROTH 

Al principio, el hígado cirrótico es amarillo tostado, graso e hipertrofiado (…),
con el paso de los años, se transforma en 
un órgano parduzco, contraído
ROBBINS 

AMANECE la tristeza de las campanas, escribo tu cuerpo,
agua que se vuelve musgo y encalla en tus hombros,
poro de nube, piel que navega;
escribo la despedida y la palabra que se endurecen entre mis labios.
Tu muerte, como otras muertes,
fue breve, no dio tiempo de llorarte,
fue rápida, un poco incolora;
se me quedó dentro,
creció lentamente,
no se volvió flor o musgo,
se hizo herida,
granada putrefacta en despoblado.

Tu cuerpo,
putrefacción lánguida,
fue construyendo su camino,
dolor breve:
muerte ajena que entretejía cicatrices de alcohol,
muerte incierta y severa,
transparente, como tu piel;
te fuiste vaciando de a poco,
no había más sangre en ti
.

Tus huesos,
susurro de almadías sobre el río,
se fueron evaporando entre tus costillas;
marca oscura de la memoria,
vaso que habita la sombra de tu muerte, nuestra muerte.

Cuando me fui a otra ciudad tú habitaste un lugar terrible,
peleaste con demonios que no conozco;
cuando volví no pude decirle nada a la tierra, ya se había asentado,
como corteza de árbol seco que se detiene en el aire;
mi adiós fue brusco y tardío.

Ahora queda sólo tu aliento que cesa y permanece sepulto bajo la piedra;
en las noches intento conjurarte
para preguntarte tantas cosas:
si la muerte duele, por ejemplo,
o si quieres más mermelada de zarzamora.

Sólo queda tu aliento que permanece sepulto bajo la nada
y la casa que no se ha caído ante tu ausencia,
hogar de salitre y antigüedades,
casa edificada en el vacío de tu cuerpo.
[3]


[1] Claudia Magdalena Sánchez Cadena (1982, Cuernavaca, Morelos)

Estudió Letras Hispánicas en la UAEM. Ha impartido talleres de collage y poesía en Morelos, Oaxaca y la CDMX. Se ha desempeñado como correctora de estilo, profesora de Español y Literatura en secundaria y preparatoria. En la actualidad trabaja con un colectivo de mujeres un proyecto cultural en donde se abordan temas como la sexualidad y la escritura desde perspectivas feministas. 

También ha colaborado con textos poéticos para diversas revistas, entre ellas Tercera Vía, La raza cómica, el suplemento cultural La Jornada Semanal, Cracken Fanzine y la revista cartonera PUF!

Participó en la antología de poesía Los árboles arrancan su cuerpo de la sombra (Bitácora de Vuelos Ediciones, 2015). Es autora de Árbol de jilgueros (Colección Galaxias, FEDEM, 2018), Agapantos (Mantra Ediciones, 2019) y Esquirlas (Ojo de Golondrina Editorial & Cuadernos Reciclados, 2021).

[2] Poema publicado en el poemario Agapantos, Mantra ediciones, 2018.
[3] Publicado en la revista PUF! número 5, junio de 2017.