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INVISIBLE COMO LOS ELEFANTES de Hugo Velazco Flores: Una reseña en estado de estro, en su segunda acepción | ABCDucción #01

ABCDucción #01, una columna de Albert Estrella


“¿Todavía vive tu elefante en el bestiario?
Ella comprendió mi silencio.
– El era tu duende. Lorca llamaba duende a la intensidad creativa que nos habita. En tu caso, a la poesía”
Hugo Velazco- Invisible como los elefantes

Invisible como los elefantes de Hugo Velazco está lleno de párrafos memorables, uno de esos párrafos pertenece al libro Uno: la memoria del cuerpo y su capítulo IV Donde Santiago (personaje principal, poeta casi suicida con enfermedad terminal) le muestra su biblioteca a su amigo el librero Fabio; y este, se fija en un libro que todavía tiene olor a tierra(se entiende la referencia a los libros enterrados en la época de la violencia interna) el cual, después de manipularlo y guardarlo en su morral de cuero ajado lo cambia por otro libro importante para el desarrollo de la historia: el libro de las mentiras de Carol. Es en este mismo capítulo donde podemos “ver” – si cabe el término- a ese elefante “invisible” a través de los ojos de ambos personajes, en medio del bestiario donde hay una habitación con llave y a donde solo tenemos acceso a través de la rendija de la puerta. El lector, así como Fabio, deben volver a poner el ojo en la rendija para ver que todo está oscuro, aunque Santiago y el narrador insistan en que hay un elefante que se llama Corla o Lorca al revés. Otro dato importante es que el elefante aparece cuando el padre de nuestro protagonista desaparece. Existe un guiño -yo diría que es casi un cameo del autor- al lector, en ese mismo capítulo; donde Fabio se fija en un libro de la biblioteca de Santiago llamado “Algebra de pájaros” de cierto poeta que es todo un mito en la ciudad de Huancayo, atribuido a un tal Ugo Velazco sin H. En resumen, invisible como los elefantes está lleno de libros, de referencias de libros, de padres sospechosamente poéticos e hijos poéticamente sospechosos, de libreros que citan en latín, de bibliófilos -por supuesto- pero sobre todo, de birladores de libros; está impregnado de cierta pestilencia o hedor existencial con la que Virginia Wolf se dirige a los poetas en uno de los primeros epígrafes del libro, está lleno de melancolía, que en este libro es una melancolía que le crece al personaje principal Santiago Vizalaya como si fuera un Cancro o un cáncer. Así que, Nada más terrible que ser poeta y que la metástasis se extienda a los textos. Invisible como los elefantes, es un título que no es precisamente un oxímoron (unión de dos términos con significados opuestos) es un título que se comporta como un oxímoron conceptual que marca la novela desde el inicio hasta el final. Para los que vivimos en Huancayo, no puede haber algo más escandalosamente invisible como los elefantes que habitan este bestiario urbano-citadino del cual se habla en el libro. Esto incluye según el narrador, al oficio más antiguo del mundo: la poesía, seguido del meretricio. Poetas que se enfrentan a verso limpio en las “noches del cuervo azul” y que frecuentan antros reales o ficticios como “la catedral” o “el edén”. Poetas suicidas, Poetas lapicidas, talleres de cine poético, musas – poetizas y “flores del mal” que habitan casonas antiguas en la calle Calixto o aledaños; y por otro lado, tenemos a ese otro bestiario conformado por: congresistas, abigeos, proxenetas, extorsionadores, policías, militares, catedráticos, adivinas, enanos con frenillo, etc. Todo en medio de las voces que presentan las noticias desde las seis de la mañana en la radio, con Letty y Massiel. Tal vez sea pertinente mencionar que los títulos de los libros que conforman la novela corresponden a los poemarios publicados por Ugo Velazco (Sin h y con la H muda): La memoria del cuerpo, la tierra ósea, cartografía aplicada y Aya Taki. Finalmente, los poetas y/o los escritores, solemos reescribir y repetir ciertos tópicos; pero sobre todo, prefigurar nuevos temas o futuros personajes en todos nuestros libros y aquí cito unos versos del Aya Taki (Nictálope editores 2014) que prefiguran -tal vez de manera inconsciente o imperceptible- al personaje de Santiago Vizalaya el cual tiene un tatuaje hecho con pólvora en el pecho: “Desnudos volveremos a caminar en las calles…/para aventar el dolor y el fuego de nuestras palabras al rio/ a la flor del rio que no se explica sin nosotros/ y que en el futuro tal vez/ nos azote como una cicatriz en el pecho…” Otro dato clave para entender la novela, es cierta página de cierto libro, que cierta vez me contó Hugo como anécdota y que resulta ser una pieza fundamental para completar un poema y al mismo tiempo, el libro de poemas más importante de la novela. Invisible como los elefantes, como diría Juan Gabriel Vázquez en el arte de la distorsión: es una historia y “toda historia es ficción” por más que Hugo Velazco nos reafirme que es su novela más realista; o como Julián Barnes escribe: “inventamos historias para tapar los hechos que no conocemos; conservamos unos cuantos hechos verdaderos y alrededor de ellos tejemos un nuevo relato. Sólo la fabulación puede aliviar nuestro pánico y nuestro dolor…”

Huancayo 21 de junio de 2025