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La muerte de un padre y la literatura | F es de Fantástico #28

F es de Fantástico #28, una columna de J. R. Spinoza


Mi padre murió el sábado después de permanecer internado tres días y tres noches. Yo estuve cuidándolo en el horario nocturno. La primera noche no me dejaron entrar al hospital por lo que hice mi vigilia en la banqueta, junto a decenas de personas con familiares derechohabientes del IMSS.

La literatura nunca me abandona, en mis mayores momentos de soledad y tristeza siempre he tenido un libro acompañándome.

Esa noche leí El Conde de Montecristo. Me acuso de ser un lector desordenado que pica varios libros y los va avanzando por capricho.

Sufrí con Edmundo su estadía en el Castillo de If y escuché con atención la historia del Abate Faria sobre el tesoro de Spada.

Cuando Edmundo por fin llegó a la isla de Montecristo me regocijé porque le sucedía algo bueno tras años de penurias. Hay justicia en la literatura, un dharma que pocas veces encontramos en la vida real.

Una vez encontrado el tesoro, Edmundo intenta averiguar sobre Mercedes y su padre, por ello visita a Caderousse y acontece está escena:

—Venderéis ese diamante, haréis cinco partes y las repartiréis entre esos buenos amigos, los únicos que me han amado en la tierra.
—¿Cómo cinco partes? —dijo Caderousse—. ¡No habéis nombrado más que cuatro personas!
—Porque, según me han dicho, la quinta ha muerto… La quinta era el padre de Dantés.
—¡Ay! Sí —dijo Caderousse, conmovido por las pasiones que combatían en él—. ¡Ay! Sí, ¡el pobre hombre ha muerto!

(…)

—Pero ¿de qué murió?
—Los médicos dijeron que de una gastroenteritis… Otros aseguran que murió de dolor, y yo, que casi le he visto morir, digo que ha muerto…
Caderousse se detuvo.
—¿Muerto de qué? —preguntó el sacerdote con ansiedad.
—De hambre…
—¡De hambre! —exclamó el abate saltando sobre su banquillo—, ¡de hambre! ¡Los animales más viles no mueren de hambre, los perros que vagan por las calles encuentran una mano compasiva que les arroja un pedazo de pan! ¡Y un hombre, un cristiano, ha muerto de hambre en medio de otros hombres que como él se creían cristianos! ¡Imposible! ¡Oh, eso es imposible!

Mi padre falleció la madrugada del sábado 19 de febrero. Curioso que eso fuera lo último que leí antes de su deceso.

Durante el velorio, para distraer mi mente y corazón del dolor, o quizá para canalizarlo, me puse a escribir en el bloc de notas del celular. Un tema recurrente en mis cuentos es la paternidad, cuando está idea vino a mi mente interrumpí mi escritura y pensé en todas las veces que la muerte de un padre ha sido relevante en la literatura. No son pocas.

Desde Hamlet quien es visitado por el fantasma de su padre, pasando por el mito de Teseo y el Minotauro, en el cual al creer muerto a su hijo, el rey Egeo se suicida arrojándose al mar que tiempo después llevaría su nombre. Franz Kafka publicó La Metamorfosis en 1915, obra en la que comienza con la transformación de Gregorio Samsa en un insecto, los demás personajes deben aprender a vivir sin él.

La literatura mexicana no está exenta de estas muertes paternas, una de las más grandes novelas latinoamericanas, Pedro Páramo, inicia con la siguiente oración:

“Vine a Comala porque me dijeron que acá vivía mi padre, un tal Pedro Páramo. Mi madre me lo dijo. Y yo le prometí que vendría a verlo en cuanto ella muriera”

Si bien es la muerte de la madre la que arranca la novela, descubriremos que es la muerte del padre de la que desencadena gran parte de la trama. Rulfo también toca la paternidad en sus cuentos, como en el famoso: ¡Diles que no me maten!, incluido en El llano en llamas.

“-¡Díles que no me maten, Justino! Anda, vete a decirles eso. Que por caridad. Así díles. Díles que lo hagan por caridad”.

En las leyendas artúricas, la muerte del rey Uther es un suceso desencadenante para que se lleve a cabo la coronación de Arturo y la época dorada de Camelot. Ya en textos contemporáneos, James Potter se aparece frente a su hijo como un fantasma en el Priori Incantatem, cuando los hechizos de Harry y Voldemort se cruzan, en Harry Potter y el cáliz de fuego.

En Canción de hielo y fuego: Juego de tronos, el suceso clímax del libro, y que marca la saga estableciendo que cualquier personaje puede morir y ser relevado, es la decapitación de Eddard Stark, quien hasta ese momento era el personaje más íntegro y bienintencionado del libro.

Como estos ejemplos hay cientos de pasajes en la literatura donde la trama avanza por la muerte de un padre.

Me atreveré a mencionar uno más. Este en un manga, el #416 de Dragon Ball, Gohan destruye a Cell con la ayuda de su padre que aparece como un espíritu tras él y le da fuerza para hacer crecer su Kame-Hame-Ha.

Mi padre y yo vimos la adaptación de ese tomo a la televisión hace veinte años. A él le debo mi gusto por los cómics y el manga que después evolucionó en un gusto por la literatura.