F es de Fantástico #15, una columna de J. R. Spinoza
En 2020 el jalisciense Hiram Ruvalcaba ganó el Premio Nacional de Cuento José Alvarado que convoca la Universidad Autónoma de Nuevo León. El libro estuvo a la venta durante este 2021 y hace poco logré hacerme con una copia. Una reseña en la contraportada escrita por Eduardo Antonio Parra, nos anuncia que:
“Hiram Ruvalcaba aborda en estas páginas uno de los temas eternos de la naturaleza humana, y lo hace con el pulso firme, el instinto y la precisión de un cuentista consumado”.
Llama la atención el gran cuidado de la edición, desde su exterior hasta su interior. La dedicatoria de Ruvalcaba a su padre, su hermano y su hijo como una trinidad que juega con el propio tema de los cuentos y el título mismo del libro. La epígrafe de Margarita García Robayo que aporta valor y profundidad y ni siquiera han comenzado los cuentos.
Ocho cuentos repartidos en ciento siete páginas, de los cuales, el primero y el último están estrechamente conectados.
Visita Familiar 1: Sí, uno, porque después vendrá la 2. Nos narra como el padre Damián escapa de prisión para ir a la escuela por su hijo, con planes de llevárselo lejos. Todo esto desde una segunda persona falsa que resulta ser Damián, el protagonista del cuento.
“Hace años que no lo ves y te preguntas si puedes confiar en este hombre grande, grotesco, que te conduce a tropezones por la calle”.
El cuento cumple, está bien narrado, pero me parece, tiene una función más importante, ciertamente Ruvalcaba no siguió la regla (que muchos suelen seguir) abre con el mejor cuento (vendrán mejores cuentos en las siguientes páginas). Pero Visita Familiar 1, sirve como potenciador del último cuento, el que cierra el libro y el que me hizo escribir esta reseña.
Elefantes marinos: Un gran cuento narrado en tercera persona, el protagonista Santiago, un padre joven, detiene su auto a mitad de la calle. Desconcertado por lo que acaba de hacer (o no hacer), tiene que decidir cómo lidiar con el que posiblemente es el error más grande de su vida. Me ha dejado un nudo en las entrañas. Es buen arte cuando te hace sentir, es por ello que Elefantes marinos es uno de mis cuentos predilectos de todo el libro.
Tiempo de calidad: Un viaje padre e hijo por carretera. De esas veces que los padres se ven obligados a probar su valía. Es divertido y de alguna forma me hizo sentir un estilo más norteamericano de narrar.
La flor del aire: No estoy seguro que este cuento tenga que ver tanto con la paternidad. Más bien es Sara quien ocupa toda nuestra atención. Es un texto muy bien narrado y aunque lo que se cuenta no es demasiado impresionante, logró mantener mi atención y expectativa de principio fin.
La palabra de Dios: El mejor cuento de todo el libro, no me sorprendería verlo en algún top ten de cuentos latinoamericanos contemporáneos. Es bellísimo. La historia, la forma en que maneja la tensión narrativa, una trama que se va desmenuzando poco a poco hasta que llega a un clímax y luego el autor logra concluirlo de forma experta. Cuando Eduardo Antonio Parra escribió: “…se halla ante la obra de uno de los narradores jóvenes mejor dotados para el género”. Seguro que estaba leyendo este cuento.
“…se me ocurrió que el llanto de un niño es la palabra de Dios. Y es palabra poderosa, porque nada es lo mismo después de que escuchas llorar a tu chiquillo: lloran fuerte, como si presintieran todo el dolor que les espera…”
Cómo mueren los pájaros: Ahora es el hijo quien debe probar la valía al padre. Resulta repetitivo decir que está bien narrado, pero todos los cuentos del libro lo están. Quien habrá leído por lo menos veinte libros de cuentos, advertirá que esto no sucede a menudo. Ruvalcaba no tiene cuentos malos ni regulares (no que yo los haya leído). Sólo buenos, muy buenos y excelentes. Esa es la calidad de un Premio Nacional.
¿Por qué no hablas con él?: El temor de un padre primerizo y una visita para comprar una carriola resultan en una reflexión sobre la masculinidad, ésta diferente del siglo XXI que nos trae más dudas que certezas. ¿O es qué todo hombre que va a ser padre tiene estas inquietudes? Tal vez sí, tal vez un poco de ambas o ninguna. Pero Ruvalcaba lo escribe y nos hace reflexionar con ello.
Visita Familiar 2: Quien dijo que segundas partes nunca fueron buenas seguramente no ha leído Padres sin hijos (ni visto la película de Shrek 2). Años después de lo ocurrido en el primer cuento, Damián recibe un mensaje de su padre, quien le pide que vaya a verlo a prisión. A diferencia de la parte 1, el texto se narra en primera persona. Con un Damián adulto, divorciado. El cuento es poderoso y tiene varias partes plagadas de poesía. Va creciendo a manera que lees, hasta sacudirte, como sacuden las palabras de Rubén al protagonista. Sin duda, un gran cierre, para un gran libro.
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