10 poemas de ARACELI AMADOR. #Poesía Mexicana
PR1MERA LÍNEA: Catálogo Curado de Poesía Internacional
Coleccionista de ojos
Sobre una silla tejen cigotos
un par de arañas.
Sobre la silla
hacen ruido
las –ahora– tarántulas.
Hilvanan con espuma
un velo para la gran h:
la nada
el silencio
la mudez.
El blanco aire
que cubre a la letra
intimida a las ranas;
anfibios de pieles
rociadas por el propio fracaso. El péndulo infinito
cruje sobre sus cuerpos.
Temen por su existencia,
buscan alimento en las patas de la h.
Cómo acercarse si los arácnidos protegen la poesía.
Cómo buscar su comida si ya no hay tiempo.
Cómo saltar al blanco trono si las tarántulas devoran
estas corruptas plagas.
Cómo reclamar el lugar que ningún dios les otorgó
porque un órgano inexistente
no se puede atrofiar.
No todos fueron elegidos para mirar en la Nada el universo.
Ellas, las ranas
tiemblan en el minúsculo invertido cielo.
Buscan la trascendencia en el salto,
pero temen a las tejedoras
… y se consuelan con seguir viviendo.
***
Ellas, las arañas
tejen constelaciones
embellecen el reflejo de los charcos con su seda.
Anudan de vez en cuando
un hilo al cielo.
La más joven
desliza sus carnosas piernas
por el suave cordón
(espera el inseguro salto)
al oír el croar de una cloaca
clava su aguja en el ojo del anfibio
y ensarta la fugaz bagatela.
Sube al origen del ovillo
y engarza en su melliza una presea;
la delicada mota ocular
(redonda mirada del rocío)
para su corona de ojos.
Cornamenta plateada
La vaca arrulla a un niño entre sus cuernos.
El párvulo juguetea con la ternera
la toma entre sus dedos.
La besa, la ansía, la abraza.
Envejece en el lúdico
oscilar que ella le brinda.
Camina en los oscuros recovecos sin fondo
se pierde, y ya no es un chiquillo.
Ella lo amamanta,
aunque ya le han salido dientes.
Él muerde
termina de nuevo chimuelo.
Ahora es un anciano
le ha quedado la encía sangrante.
Regresa a la colina
que en sus curvas aún lo mece.
Duerme niño, duerme ya.
La Diosa devora a su amante.
Platino amanecer
Para Adriana Tafoya
Como si fuese una dulce naranja, el burro acerca el hocico al sol y se lo come a gajos. Cada mañana recuerda el camino hacia el atardecer, se detiene a buscar más naranjas sobre la colina. Qué travieso borrico; se ha llevado el día entre los dientes. Se lo come, hasta que la noche tiene una mordida y cuando lo devora sale la luna. Entonces las ramas se convierten en mecates y la noche pasea a este burro. Qué bella mujer lo acompaña; negras olas son sus cabellos. Se mueve al trote del tierno animal, lleva en la mano un globo de plata.
Qué bella mujer; tan blanca en la oscuridad, con sus largos dedos busca en el pelaje del asno, entonces, encuentra palabras y las teje, una a una forma un collar; dice que tiene por oficio el de poeta. En sus menesteres no se da cuenta que aspira el sol lentamente, un gas amarillo se le filtra en la blancura, pero está tan concentrada que no se contamina.
Los primeros pájaros tapizan el helio, ahora son negros como la poesía. El gallo que canta ahora es azabache y de su canto salen notas negras y redondas. La mujer sigue haciendo collares con ahínco, como si de sus dedos dependiera el deseable día plateado. ¡Por fin!, ya no huele a soledad, ahora los lirios surgen de la tierra.
Libros malditos
Las manos son tentáculos lechosos
que escurren por mis caderas.
Conozco tantos dedos
como ventosas tiene el pulpo.
Algunos no cruzaron más allá del Mar Rojo
otros conquistaron el Jordán
y lo mancharon con sangre de aguas
antes recorridas.
Para mí ya no existe la perversa ligadura
que algunas predecesoras padecieron.
Porque nos condenaron a revestir nuestra carne
con las gasas del amor
para no sabernos putas.
Entonces, terminamos por creer el artilugio.
Nunca nos dijeron
que éramos sirenas
y que los pulpos
son nuestra comida.
Terminamos por temer
a las aguas profundas.
Olvidamos
cómo domar a los monstruos marinos
y nos devoraron.
Inocencia
No divagues,
que tus alas
no se entreguen a las pasiones
porque el águila
asecha tu vuelo.
No divagues,
desuella su rostro
de tres pieles
con los poros
de la indiferencia.
No divagues,
llena con estambre tus huecos,
une las tres pieles con luz.
No divagues,
que en tu pecho no haya codornices
ni cementerio de alados seres;
un matadero de gallinas.
No divagues,
porque de tanto volar hacia Dios
se te puede incendiar la vida.
No divagues, niña.
No te entregues al rojo camino,
donde las palomas se arrastran
y los tigres vuelan.
Porque en el centro
de una cama
se entretejen todas las intrigas
del universo.
En la jaula de los pichones
siempre hay un último canto;
el lamento del inocente
que estruja como la tristeza
de un perro.
Es el huevo que se pudre
en su grito.
Unción
Mi aliento volará a tu cuello
en una blanca mariposa.
Disculparás la humedad de sus patas,
antes de partir
bebió de un caparazón;
tortuga que se gesta
en el sotobosque de mis faldas.
En su espiritrompa custodia una lágrima;
fragmentada, completa, instintiva.
Sigue encapsulada en el azul remolino;
contenedor de almas.
Cuando la mensajera llegue a ti
e hinque la trompa en tus tierras,
no dejes caer su llanto,
ponlo en tu dedo índice
y con el haz una cruz en tu pecho
para vivir mi pasión.
El bálsamo que lleva
úntalo en tus recovecos
pasando especialmente por la torre.
Sentirás el revoloteo de la juventud
y olvidarás en un sueño tu ancianidad.
Libros muertos
Quisiera leer los libros que rompí
coger las páginas y unirlas con saliva
pegarlas a mi cuerpo con engrudo
hacerme una piñata
partirme en los colores.
Quisiera leer los libros que rompí
la tarde cuando mi padrastro
dejó a mamá tumbada en la cama
con el rostro hecho un grito.
Quisiera leer los libros que rompí
el día que él tocó mis piernas,
mi madre me golpeó
con el palo de la escoba por provocarlo.
Quisiera leer los libros que rompí
cuando juré no amar a un hombre
porque traían desgracia.
Quisiera leer los libros que rompí;
los de geishas, putas, güilas,
mamá decía que yo era eso.
Quisiera leer los libros que rompí;
los que me regaló Javier
cuando supo que era escritora
y me faltó al respeto.
Silencio
Dios me ha quitado el alfabeto;
se ha llevado la palabra
y en su túnica la esconde.
Ahora mi voz es:
una elipsis
una borradura
un silencio.
Mi padre me obligó a temerle a mi canto
a guardar las ideas en textos piadosos.
Intenté torcer las palabras
pero el señor me dejó muda.
Cuando grité
plumas salieron de mi boca
vomite a la serpiente que tenía por tripa
y pájaros me brotaron del hígado.
Porque las lenguas no surgieron de la Torre de Babel
el espíritu santo nos las robó
y luego les prendió fuego.
Todas enmudecimos.
Amor en amarillo
Me arrepiento de mi aislada presencia,
de la gota en la nieve
que en el vértice rompe su forma.
Porque soy un fragmento
de algo que nunca volverá.
Quiero ser:
un labio sin pixeles,
una nariz descubierta
un cuerpo lleno de licor.
Y sólo soy:
una humana que esconde
su miedo en plástico,
que embriaga sus manos
con alcohol del 96
y vierte su ánima
a veces en una almohada
otras tantas en el edredón.
¡Qué ilusa!
Amar en la ciudad del sol
buscar tu presencia
en el repiqueteo de los
edificios.
Soñar que al salir la luna
te entregarías a mi pecho,
pero nada oscurece.
Intento romper el cubre bocas
con palabras, lanzarlo al mar.
Lucho porque las moscas
salgan de mi lengua
y la vida resucite.
Al final
las quijadas se pulverizan,
los dientes regresan a la tierra.
Lamento el futuro amarillo.
Fragmentos de mujer
Son las manos el gozo
de su cuerpo la vida.
Es el puño glorieta
y sus dedos caminos.
Son los tallos palabras
las que entintan mis calles.
Es un mar hecho nube
el cigarro que lleva.
Es un llanto inocente
el que enguanta a sus ojos.
Una dulce mirada,
un recuerdo ya viejo.
Es la seda de polvo,
una gota de tierra.
Es anillo de plata
el amor que se fue.
Es un labio desnudo
el silencio en el campo
Araceli Amador Vázquez
Araceli Amador Vázquez. Nació en la Ciudad de México en 2000.
Ha participado en el Encuentro de Talleres de Creación Literaria del CCH, ediciones XVII y XVIII, y publicado en la X antología de alumnos del CCH (2019) y IX antología de alumnos del CCH (2016).
Obtuvo el segundo lugar en la categoría de cuento en el “Quinto Concurso de Lectura de Poesía y Cuento 2016” del CCH Azcapotzaco, donde asistió al Taller de creación literaria” (2015-2018). Tomó el taller de novela “Breves incendios inextinguibles”, (UCSJ, 2018) y el taller de cuento “Escritos por Nuestra Sombra” (2019).
Ha colaborado en las revistas; Verso Destierro, Ablucionistas, Biombo Poético, Revista Cultural Mood Magazine, Small Blue Library, Hiedra, Malabar, Circulo de Poesía, Kametsa (Perú) y en los periódicos Paréntesisplus, Exilio y El Sol de las Américas (República Dominicana). Así como en los programas de radio; Café con letras, Iztaccihuatl el Sendero de la Luna y La Voladora Radio. Actualmete es miembro de los talleres de “Poesia para volar” impartido por Cultura UNAM y “La pluma crece en la palma de la mano” del Centro Cultural Futurama.
Reseñas acerca de su obra aparecen en La Jornada, La razón, Parentesisplus, Panamá Poético y Ablusionistas.
Ha colaborado en las antologías Campanas del Brezo, Editorial Ave Azul y Viejas Brujas III; Memorias Futuras, Aquelarre Editoras (2021). Poemas suyos han sido traducidos al italiano. Es autora del libro Sirenas de Cuarzo; el lugar privilegiado, Editorial Verso Destierro (2021).
Además a participado en diversos festivales y encuentros de poesía en la República mexicana.
Actualmente estudia en la Facultad de Derecho de la UNAM.
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