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Poesía y Humanidades

10 poemas de YANA WAYTA (Perú) | PR1MERA LÍNEA: Catálogo Curado de Poesía Internacional

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10 poemas de YANA WAYTA. #Poesía Peruana
PR1MERA LÍNEA: Catálogo Curado de Poesía Internacional


FRAGMENTACIÓN

Piedras continuas a los senos
se hostigan en el fondo,
estruvitas que se rompen
estruvitas que fallecen.
Se han ido graciosamente
escapando a los mares
a fin de evitar el cáncer
y su descomposición con él.
Gritaron antes de dejarme huérfana,
pero mi propio quejido
jamás me dejó oír.
Por ello no adjunto culpa,
aunque hayan escupido
a cada órgano
antes de su huida.
           “¡Odiamos que nos obligarás a querer!
           ¡excretamos el deshielo al que nos sometiste¡
           Y por ello, condenamos a tu cuerpo al abandono”.

El discurso fue silencio
porque, afirmo,
el sonido en mí no era posible.
Fue entonces cuando
mi cuerpo se modificó en cemento
es que ya no fui suficiente
para ser piedra.

P a t r i a

En un país
se revoloteaban las gentes
en infelicidades vomitivas.
Se dirigían a sus lumbres,
contemplaban la formación
de sus andamios,
recogidos de los vidrios del anteayer
y en ellos,
arremetían flagelos
contra hijos, nietos y demonios.

En un país se tenía un mar tan grande y rojo
a causa de la sangre indígena,
del hambre nocturna
y el suicidio incesante,
que tal inmensidad se contemplaba
en las orillas de los mares
y desde lo alto en los andes.

Y el sonido de los flagelos
se escuchaba en el cóncavo
de los ríos viejos.

Y en donde todo lo que está muerto habla
y todo lo que vive se esconde en hambres,
en ese país,
bajo esa semilla del ande incómoda en la helada
nací yo.

Marcha

      I.

Los pies se me pudren
           culpo
al sometimiento de mi cuerpo
al toqueteo con la tórrida acera.
Despellejada voy
A puntillas sosteniendo el peso
y lo ofrendo a la luna.

Su luz devuelve mi desperdicio,
afirma que no es posible
disfrazar de oblación
a tan solo materia punzante.

Tal vez si la derrito,
Tal vez si la destilo
sepa a vino.

      II.

Curaré las llagas en los dedos
a fin de volver a la andanza,
y si acaso la luz
me escupiera el vino en la cara,
no quedaría más.

Con el morral y los pies
abiertos al inframundo
vuelo hacía la luz por consuelo.

(Sé de mi inutilidad humana,
no pretendan burlarse,
mi búsqueda de salvación
es tan nimia como la de todos ustedes).

      III.

¡Ha bebido y luego lo ha devuelto en sangre!
Soy culpable del daño,
muere el núcleo de la madre
y mis pies se han desdichado más en el camino.

Esta noche
la luna está tan moribunda como yo;
decido otorgarle lo único que me queda:
los piececillos sobrevivientes
a la necropsia de
esta masa punzante
que llamé “cuerpo” alguna vez.

Sin título

Si esta noche se resumiera en fuertes olas golpeando mis ventanas,
Si tan solo los ríos y los muertos fueran parte del escape a los ojos al mirar fuera
Sería divina mi existencia ante esa inmensidad
Y es que vivir en el silencio o vivir del silencio
No me hace ingrata del mundo,
como quien no sigue establecidos en un testamento que jamás leí
porque soy serrana ignorante y el Dios, que sabe de capital y realidad
se negó a aprehenderse de mis entrañas.

Por ello
no sirvo, no otorgo, no adivino, no gozo, no bebo
Del halo impropio en suplicia
Pues padecen los rostros de aquellos que se afirman útiles al mundo.

Yo
– esta y todas las noches –
Lanzó el alma al camino de los mares, pues yo,
Rechazo ser para el mundo, pero ansío ser con él.

No es mía esta finalidad, pues aquellos a quienes este mundo silencia
Nos gozamos de lo marrón en las pieles para sentirnos tierra
Y alzar la vista al claro cielo, al árbol que apremia la belleza
Y al silencio.

Por eso gozo de mi inutilidad y mi fracaso
Ya no le lloro,
ya no lo condeno
a los dichos de diferentes que
afirmaron en algún momento:

“Ustedes, negros bravíos,
           barbaros del ande,
                      usted que alaba al río muerto,
                                            ¡ahóguese en él!”

Bien quisiera yo caer al fondo de todos los ríos conocidos en mi infancia,
Verterme como góndola inservible, llevarme la desdicha
Y plantarla en el hoyo más amplio en el que se me permita dejarla,
Magnifico sería volverme fuego y otorgar luz a mi niña, que estuvo siempre
Envuelta en negación de su piel y su boca desprolija.

Si tan solo hoy no hubiera convertido un gramo de mi alma en viento o mar
No habría encaminado mi corriente a esto que se afirma poema,
P O E M A
Si tan solo fuera yo a asfixiar mi semilla, sería aquí.

¿Qué tan difícil es ser joven aquí?

Aquí, no es un espacio diametral disminuido
Aquí, no es territorio nacional o fuera de la frontera
Aquí es: existir.
Sobrevivir al balazo en la esperanza
Y caminar cuidadosamente por un bosque infestado
que hierve la piel.

Ser joven es ver a nuestra sensibilidad abundante
Derramarse por los suelos y hacerse sangre,
Desear que la mancha se convierta vino
y poder alzar una copa para brindar por la subversión.

Entonces, gozamos la indolencia que nuestras madres
Plantaron en cada uno de nosotros
Cuando nos parieron en la negligencia o
Frente a la cúspide de la mortalidad infantil.

Y la gozamos para hacerle frente a la vida
Porque nos vemos inertes en un hoyo corrosivo
Que llega a toda vena y hace suyo todo mar,
Nuestra lucha es contra esa abominación social
Que se jacta de nuestra pertenencia.

Y entonces, nos hacemos dueños de nosotros
Y creemos en la libertad de nuestras infancias.
Como si todo niño fuera nuestro núcleo,
Le otorgamos las ansias de insurgencia.
Y así, nace otra juventud.

Bebamos

Quien entienda el dulzor de la caña vulnerando los abismos,
Quien goce del llanto en la noche azul encorvada
será quien extirpe el bulto en los pies, pues bien sabe que,
el dolor se acurruca con la tierra y
qué mejor que la sangre goteando a su viveza.

Quien se beba el alcohol como río dulce,
verá a sus padres muertos al voltear los ojos
y le bailará al demonio en la comodidad de casa,
pues será más que humano,
aunque los órganos infames se hagan piedra,
y su panza pudra al albur de lo ajeno.

Y entonces, nos hacemos dueños de nosotros
Y creemos en la libertad de nuestras infancias.
Como si todo niño fuera nuestro núcleo,
Le otorgamos las ansias de insurgencia.
Y así, nace otra juventud.

¿Quién conoce la oscuridad nubilosa que se concibe en la profundidad de un mar?
¿Quién no ha llegado a los fondos para buscar un poco de refugio en escondites?

Ahora, me gozo en la cama de la muerte,
Cálida como ninguna,
Y ella brinda a lo lejos meciendo sus dedos en forma de llamada intensa hacía mis abismos.
Abismos que se contemplan frente a frente por primera y única vez,
Y aquí esta una rosa muerta del ande,
Bailando entre cenizas divinas,
Aquí esta el dulzor que se pierde cuando alguien posa sus labios frente a mi cuerpo.
Se ven juntos y solo queda un abrazo,
que nunca se da.
Entonces, la cama hiende el sinfín del mar,
se goza de la vida por unos segundos, absorbe la luz en su oscuridad
y me deja fallecer.
Aquí conozco todo escondite posible,
La densidad de todas las heridas sometidas al mismo destino,
Aquí hay una hermandad que duele,
Que bebe y gobierna las sombras que provocan todas estas aguas.
Y por fin vuelvo a amar.

Sin título

Le he llorado al espíritu divino que en mi sufrimiento era existente,
le he alzado la copa para darle de beber a cambio de mi alma.
Pero ha escupido todo lo visto, todo lo oído,
porque en mí se incrustó un fingir profundo en el que me regocije solo esa noche.
Se había dado cuenta de que, para mí, su existencia era efímera
que su forma era un rescate y él,
que amó esta realidad en algún momento de su hastío moribundo,
enfureció frente a toda esta viveza,
pues el ser humano solo tenía hambre y en ella
fundía todo cuerpo, toda alma que pudiese alimentarlo.

Sin título

Estruendo de las aguas,
       heme aquí en suplicio ante la inmensa noche,
           veme a los ojos e ilumina el fondo de mi boca,
                 pues en ella, se ha carcomido el dulzor de la esperanza, nada divina;
                       en ella se ha visto el insecto acobijado todas las noches
                              para suplir el espacio del vacío y gobernar la aspereza
                                                    por su supervivencia.
      No le culpo, querido astro, tan solo mira profundo estos desperdicios
            e intenta obtener el vacío en ti, te lo brindo para ser eterna
                y brillar encima de los seres viejos
                          que se acumulan bajo inmundicias de la vida, en basurales del hastío,
                              porque yo quiero brillarles a los ojos, seducir con el canto su dulzura
                                 quiero llamar a la luz y brindarles lo claro por tan solo una noche.
                                                  A mí, vertiente lejana,
                                                        hazme añicos.

EN CARONTE

Hay una banda:
                    “Caronte”,
                               en el litoral de los sueños.
– Manifiesto de lo claroscuro/
                                          Oleaje en el cañaveral/
Trasfondo en sensaciones/
                                        Brebaje animal.  –

                   En el mismo litoral: hay un pozo,
un sonido en bemol alto
               un despertad en vientos
                  seguramente
                                  un
                                      F – I – N – A – L.      

Y cuando el brebaje es,
                            Y cuando la llaga otorga
                                                             Y cuando la finitud se niega…
Estamos sedientos en la sima,
              Para darle de beber al otro
                        y alzamos lo oscuro en los brazos
                                           con un solo objeto:
                                                    lavar
                                                      y lavar
                                                          y lavar.
      Pero llega,
           en
       su paso
       Caronte.


Yana Wayta

Andrea Orduña, se me hace un nombre bastante ruidoso. Por eso, a causa de mis raíces y la melodía infinita del hablar de mi abuela, decidí llamarme Yana Wayta, en español: flor negra. Es que la oscuridad no solo la tengo salpicada por todo el cuerpo. Nací en el Cusco bajo el Apu Picol en un contexto político cancerígeno, molestia que contengo 21 años después, por eso e infortunios de un crecimiento socialmente caótico, decidí estudiar Derecho desde hace tres años. Ese tiempo es el que llevo en esta ensordecedora ciudad, Lima: infierno del inocente y amiga del sicario hambriento, desde entonces padezco lejos de la tierra fría, del carbón quemante de casa y de su adobe siempre intimidado por las lluvias iracundas. Yo no soy poeta, soy la imagen del vacío central del Picol o la helada de cada junio.