Apología de lo mundano #06, una columna de Paola Arce
La música es una fiel acompañante de los grandes momentos de la vida, con notas y letras que han llegado a formar revoluciones en sociedades y corazones. Se pueden musicalizar las escenas ordinarias y convertirlas en sucesos increíbles que quedan impregnados en los recuerdos; ahí permanecen ilesos, listos para ser reproducidos a conveniencia. Entre los años 1999 y 2007 el Canal 28 de televisión abierta mexicana (transmitiendo desde el cerro del chiquihuite), traía a los hogares la globalización musical para todos aquellos que no teníamos contacto con MTV y otros privilegios de la televisión de paga. De ocho de la mañana a ocho de la noche había un limitado pero glorioso repertorio de las piezas audiovisuales del momento; en los tiempos en donde los videos musicales buscaban tener tanto impacto como el mismo single, la señal XHRAE Canal 28 fue un semillero de lo que ahora llamamos clásicos de todos los tiempos. Un ejemplo de esto es el “video de las lechitas” del cual me enteré casi una década después que su nombre era Coffe And TV de la banda Blur y es que, si algo nos ha dado el internet es la certeza de que ni nuestras dudas son originales. Cómo olvidar Bitter Sweet Symphony de The verve o Hey Ya! de Outkast, canciones que son casi tan exquisitas como sus videos.
Esta sintonía es, considero, la mismísima cultura pop investida en mensajes controvertidos que buscaban el empoderamiento de lo concebido como femenino, visibilidad de las diversidades sexuales y retratar de formas crudas la hipocresía de la sociedad de la época, con un toque artístico que envolvía al espectador entre piezas musicales. Un ejemplo de esto fue Robbie Williams que, en su momento, escandalizó con su video Rock DJ en donde además de despojarse de sus prendas, se arrebataba piel y músculos ante la mirada extasiada de un grupo de mujeres hermosas que recibían sus pedazos de carne ensangrentada con gesticulaciones bastante eróticas; este video era transmitido en las últimas horas del día con la ingenua idea de no llegar a públicos susceptibles, lo que no sabían es que para su audiencia más joven era, precisamente, el momento de prender la televisión, pues era de dominio público que en ese horario se podrían encontrar los videos más interesantes. Wake Me Up Inside de Evanescence Ft Linkin Park también estaba reservado para esta parte de la noche en donde la rebeldía se concentraba en rebasar el horario para dormir. Y ahí estabas tú, en el alto pedestal de la desobediencia mirando El Alma Al Aire de Alejandro Sanz.
Además de regalar este espacio subversivo, brindaba la oportunidad de bailar Can’t Get You Out Of My Head a un lado de Kylie Minogue, Azúcar Amargo con Fey y por qué no, Torero con Chayanne. Otra de las grandes reinas de las coreografías era, sin lugar a dudas, Britney Spears, la pionera y más grande representante de lo que significa crear un icónico video musical, Baby One More Time carga sobre sus hombros todo el peso del pop. Pero si hablamos de iconos de la cultura musical no podemos dejar de lado a Depeche Mode con Enjoy The Silence, que en su simpleza subjetiva te hacía adentrarte en una profunda reflexión de tu propia existencia y, qué decir de Strange Love: ¡That’s how my love goes!
Desde Belive de Cher, Man! I Feel Like a Woman de Shania Twain, hasta Turn Off The Light con Nelly Furtado emergiendo de un pantano oscuro se avisaba que las mujeres habían llegado para tomar la escena musical en sus manos. No olvidemos a las representantes latinoamericanas como Shakira, Thalia y por un breve momento, Paulina Rubio con su video Yo No Soy Esa Mujer que, si no lo ha visto le recomiendo hacerlo, alto viaje lisérgico quedó plasmado ahí; podemos ver a la chica dorada casando comunistas y aliens en planetas desconocidos en plataformas tintineantes y lipstick plateado (muy noventero). También, en una convergencia de naciones, se encontraban Selena y los Dinos con Amor Prohibido y Bidi Bidi Bom Bom.
Lamentablemente este representativo espacio dejó de transmitir videos musicales por allá del 2007 y se convirtió en un canal digamos, más o menos cultural, que aún tenía muchas cosas rescatables en su haber. Pero con el adiós a la televisión analógica el canal 28 desapareció definitivamente de las televisiones mexicanas para nunca volver. Claro que, en el corazón de una amante de la nostalgia, pero sobre todo de la música, vivirá por siempre.
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