F es de Fantástico #01, una columna de J. R. Spinoza
La primera vez que escuché sobre H. Pascal fue en el podcast de Migala. El tema del vídeo era: la memoria. Y llegado a un punto los tres conductores comentaron que tenían un maestro en común. Me hizo mucho eco lo que dijeron acerca de este hombre y sobre su taller de literatura y editorial independiente “Goliardos”, del que fueron miembros alguna vez Paco Ignacio Taibo II, Juan Villoro y Carlos Montemayor, por mencionar algunos autores.
Hablan de un hombre con amor por la literatura, prolífico, comprometido, que sabe que en los talleres se crítica al texto y no al autor y que con el texto hay que ser devastador. Quienes habrán ido a algún taller entenderán esa sensación en las tripas cuando has terminado de leer y comienza el rondín de comentarios, la cara de póker del tallerista mientras tus compañeros comienzan a señalar las flaquezas de tu texto. Saber que Pascal dirigió el taller por más de veinte años es motivo de admiración.
Decidí buscar en internet acerca de él, uno siempre quiere leer la obra de los talleristas. En mi búsqueda me topé con un artículo de Juan Villoro en la revista etcétera en la que dice:
“Era experto en literatura de terror, fantasía, novela de aventuras, cómic y ciencia ficción. Llegaba a vernos con una bolsa hinchada por sus manuscritos y dejaba caer seis o siete sobre la mesa para que los revisáramos sin compromiso alguno (por más cosas que sacara, la bolsa no menguaba de tamaño, como si los textos se reprodujeran ahí adentro)”.
Como escritor de literatura fantástica esto me animo más a buscar su obra. Pero no la encontré disponible en Gandhi, Amazon, ni en librerías locales. Terminé hallando su novela: “El llanto del verdugo” en Andanzas, que es una librería virtual de viejos. Aun así, no lo compré inmediatamente, yo quería leer sus cuentos.
Conseguí una membresía de Scribd y descargué “Creaturas el abismo”, editada por Goliardos con textos de varios autores, incluido H. Pascal.
Su cuento “Padre e Hijo” me cautivo por el lenguaje poético y la calidad de las imágenes:
“Su corazón como un caballo enloquecido. Su corazón como una campana mellada llamando a una misa obscena. Una respuesta a lo lejos. El ataúd sonaba como si sus propios latidos estuvieran dentro, como si los sellos de su alma reventaran una y otra vez con cada pulsación”.
El cuento va sobre un padre que tiene que desenterrar a su hijo, quien fue asesinado por los moros. Vemos que el ataúd se encuentra muy protegido y más adelante se muestra al hijo como un vampiro, aunque nunca se menciona tal palabra. El padre debe matarlo de nuevo, desmembrar su cuerpo entre lágrimas y llevarse un pedacito para poder enterrarlo en casa.
El segundo cuento, totalmente diferente al primero en tiempo y estilo. “Espacios abiertos” nos sitúa en un futuro próximo, distópico. El tema va sobre la libertad, como los gobiernos nos la quitan a cambio de esta falsa promesa de seguridad y de cómo mientras un régimen aprieta la mano, la ilegalidad se le escurre entre los dedos. Creo que este fragmento lo narra muy bien:
“Está de moda la resistencia. Siempre lo ha estado, y lo estará mientras haya pendejos con poder, sicóticos con iniciativa, cerdos con ambición de chingarse a los demás…”
Después de leer los cuentos (que recomiendo ampliamente) me decidí por hacer la compra. Escribiré en una próxima entrada sobre El llanto del verdugo de H. Pascal.
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