Voz en off #01, una columna de Julieta Pirez Rendon
El nombre “Mitsuko” en japonés significa “niña de luz”, este mismo nombre es usual en la filmografía del cineasta nacido en Toyokawa (ciudad al sureste de la prefectura de Aichi, Japón) Sion Sono. Al revisar varias de las películas del director encontramos que siempre hay algún personaje femenino con ese nombre, generalmente sus protagonistas, como son los casos de las películas: “Noriko’s Dinner Table”, “Strange Circus”, “Cold Fish”, “Guilty of Romance” o “Tag”. Cada una de ellas aborda la complejidad de la feminidad desde un punto de vista caótico, estridente y ultraviolento.
En “Noriko’s Dinner Table”, precuela de la popular “Suicide Club” (filme por el que se volvió famoso Sono a principios de la década del 2000), la protagonista adopta el nombre de “Mitsuko” para escapar de su casa y no volver jamás, presentando los conflictos de indentidad e insatisfacción de una adolescente en medio de los acontecimientos que rodean al “club del suicidio”. Pero de los problemas de una adolescente insatisfecha con su vida familiar, pasamos a una escritora atormentada en “Strange Circus”, sin lugar a dudas la película más difícil de ver de Sion Sono. El cineasta nos cuenta un crudo relato desde la infancia de “Mitsuko” plagada de abusos por parte de sus padres, para después dar una “vuelta de tuerca” que nos deja con más preguntas que respuestas, pero cuyas imágenes no nos son indiferentes. Como espectador vas de la impotencia, al auténtico asco, y de allí a la más tremebunda sorpresa.
En “Cold Fish” tenemos de nueva cuenta a una “Mitsuko” adolescente que se rebela ante un padre hipócrita en un entorno marcado por la violencia y el engaño. Pero de las películas mencionadas, la que merece un lugar aparte es “Guilty of Romance”, tremendo relato de la sexualidad femenina donde vemos a una “Mitsuko” con complejo de Electra que arrastra a las otras dos protagonistas “Izumi” y “Kazuko” a los límites de su deseo, y donde se abordan las consecuencias de la opresión y la falsedad de las apariencias en la tradición familiar.
Finalmente en “Tag” vemos a otra “Mitsuko”, colegiala y perseguida por una entidad desconocida que mata a diestra y siniestra a quien se cruza en su camino. Mientras seguimos su largo viaje de huida, se exploran los distintos roles impuestos a las mujeres y se representa una severa crítica a la visión masculina que ve a la mujer como objeto de su deseo y no como un sujeto con identidad propia que debe seguir su existencia conforme a sus elecciones y no las de otros. Además se puede leer un subtexto de abuso, elemento presente en la mayor parte de las historias del director.
Recorrer la filmografía de Sion Sono (y aquí nos falta, bien valdría la pena recordar su más grande obra en un texto adicional, “Love Exposure”, parte de la conocida “trilogía del odio” compuesta también por “Cold Fish” y “Guilty of Romance”) es como andar por un laberinto donde siempre hay una “Mitsuko” en distintas fases, una especie de luz que nos guía para mostrarnos la complejidad de ser mujer en un entorno social y culturalmente difícil.
Las películas del cineasta japonés pueden estar llenas de fetichismos sin explicación, como el que siempre haya una “Mitsuko” en sus tramas, la violencia y el mal gusto llevados a veces al extremo; pero también encontramos un cine que rompe con lo convencional. Como espectador te reta y descubres que los recursos que utiliza son formas ingeniosas de contarnos los más grandes horrores de la condición humana.
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