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Esto no es una historia de insta… ni una obra de teatro. Crítica de «Esto no es fútbol», de Camaradas Teatro | The trash can of ideology #14

The trash can of ideology #14, una columna de Ángel de León


La actitud dominante de los teatreros de México frente las restricciones pandémicas a su actividad, ha sido la negación: empeñarse en actuar como si nada hubiera pasado, para seguir haciendo, en la medida de lo posible, las cosas exactamente igual que antes. El ejemplo más elocuente de esta actitud, lo encontramos en las innumerables puestas para Zoom, que consisten, simplemente, en poner una cámara fija frente al escenario. Con lo que el resultado no difiere mucho de lo que un espectador atrevido hubiera podido grabar, clandestinamente, con su celular, para luego subir a Youtube con una mala calidad de audio y una pésima iluminación.

No es el caso de Camaradas Teatro, compañía joven que ha decidido aceptar el reto que nos impone la virtualidad para descubrir un nuevo lenguaje. Así, en Esto no es fútbol, nos presentan una historia de amor adolescente de media hora de duración, compuesta de pequeños cuadros donde, a manera de historia de Instagram o clips de videoblogger, los intérpretes Michelle Lobato y Francisco Buentello nos comparten su pequeño idilio, como si se tratara de la crónica de un partido de fútbol, acompañados por un coro de aficionados, que vitorean los besos como goles y abuchean los golpes bajos que los amantes se propinan hacia el final de su relación.

El debate en torno a si expresiones de esta naturaleza son o no teatro ha agotado los foros de discusión entre el gremio a lo largo de la pandemia, acaso para compensar un poco el hecho de que no haya casi nada bueno que ver. Pero propuestas escénicas como esta desplazan la pregunta hacia terrenos más interesantes: ¿cuál es la teatralidad inherente de las redes sociales? ¿En qué consiste la teatralidad innegable de estas formas de expresarnos y relacionarnos que han tomado un sitio central durante la pandemia? El post facebookero, el mensaje de Whats, la videollamada, el video de Tik Tok; en todos estos fenómenos, hay un empleo del cuerpo destinado a ser visto por el otro, y hay estrategias estéticas para provocar efectos específicos: hay una forma de narrarse, una forma de habitar el cuerpo, el tiempo y el espacio, que se ofrece a la mirada. Tienen, pues, teatralidad, y lo más importante, la teatralidad dominante de nuestros tiempos, y sobre todo de las generaciones más jóvenes.

Esto no es fútbol se dirige, precisamente, a un público joven, los que probablemente están descubriendo el amor a través de una pantalla. Es pues, un valioso ejercicio que nos ofrece la posibilidad de vislumbrar las fantasías, la imaginación y las formas de expresión de una generación que se narra y se relaciona a través de medios virtuales, en una forma más creativa y fresca de la que suele acontecer en estos medios, marcados por la superficialidad y la inmediatez. Aunque la puesta en escena parte de estos elementos-características insoslayables del medio en que se insertan-, buscan trascenderlos mediante una dramaturgia inteligente, una estética minimalista y llena de color, y un trabajo actoral que, aunque se amolda al tono inconfundible de los Influencers, logra por momentos darle la vuelta gracias al trabajo de creación de personajes, que permite atisbos de una profundidad emocional mayor a la que suele verse en la virtualidad. Teatreros puestos a trabajar con el formato digital, lo insuflan con los elementos propios de la escena, que están más allá del alcance de los Influencers y líderes de opinión: ritmo, poesía, imaginación y, sobre todo, contacto humano, que acontece en la puesta en escena gracias a la extraordinaria química entre los intérpretes, que hace entrañables a sus personajes en el corto espacio de tiempo que tenemos para conocerlos. Es, precisamente, en el manejo del tiempo, que brillan las cualidades de la dramaturgia: la solidez en la construcción de los personajes y el dominio de la progresión dramática nos permite, en apenas un par de cuadros, conocer las virtudes y defectos de los dos adolescentes, asomarnos a sus sueños, angustias y conflictos. Es una obra que ensaya formas de teatralidad apropiadas para nuestros tiempos, así como para el medio que ahora tenemos disponible: la pantalla de Zoom, que si bien, tal vez, no es teatro, es indudablemente un escenario posible, que en esta obra se convierte en cancha de fútbol donde se juega el viejo e incansable juego del amor, que si no tiene el escenario de una fiesta, tiene el de la pantalla de What’s, y en última instancia el de la imaginación.

Para quienes hemos pasado ya esa primera etapa de descubrimiento, la puesta en pantalla ofrece un dulce ejercicio de nostalgia, un volver a transitar, como cuando Facebook nos ofrece recuerdos de hace un par de años, por el amor adolescente. La nostalgia puede aniquilarnos lentamente en tiempos de encierro, pero a través de la imaginación, puede volverse curativa y revitalizante, y esta puesta en pantalla rebosa de imaginación.

Una ventaja insospechada de la teatralidad virtual, es que nos libra, como espectadores, de la restricción geográfica, y cualquiera con computadora, en cualquier parte del mundo, puede asomarse a esta obra, que no sé muy bien que sea. Pero a quién le importa: es bella y dulce.

Esto no es fútbol                                                                                                

Del 10 al 31 de julio de 2021.

Dramaturgia: Mariana Teyer y Yael Rivas Espejel.

Dirección: Mariana Teyer y Mariana Estrada.

Elenco: Michelle Lobato y Francisco Buentello.

Horario de Esto no es fútbol: Sábados 20:00 horas (horario Ciudad de México)

Duración aproximada: 30 minutos Boletos:  Tú eliges el precio: $150 o $300 por pantalla

En: https://www.teatrolacapilla.com/esto-no-es-futbol