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Poesía y Humanidades

Inmersión a un mundo de Megaloceros | Surf Literario #21

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Surf Literario #21, una columna de Estefanía Barrientos


En esta ocasión les quiero hablar sobre dos libros que me tienen fascinada por la manera en la que se cuentan las historias y por la atmosfera de los mismos, en donde todo gira en base a un elemento principal para detonar una serie de relatos que sin duda atraparán al lector: los ciervos.

Megalocero es el nombre que recibe un animal prehistórico, herbívoro, que vivió en Europa y Asia, y que también es conocido como el alce irlandés. Lo primero que se aprecia de este animal son sus grandes cuernos y de hecho ostenta el título de tener la mayor cornamenta dentro de los cérvidos. La historia relacionada a este animal es muy interesante, iniciando porque se trata de una criatura con una enorme fuerza y poderío. La portada de Megaloceros: Libro del ciervo 1 lo confirma, y nos indica cuál será el contenido de este libro, una portada en tonos obscuros que presenta al más imponente de todos los ciervos. 

Este primer libro contiene tres cuentos; Ciervo Rojo, Blackwood y Wapití. En Ciervo Rojo abunda la presencia de las descripciones entorno al espacio y la percepción del narrador, como se menciona en este breve fragmento: “Alzo la vista por la ventana, hacia el lago. Ahí están los peces, nos anuncian la caída de las llamas. Puedo sentirlo: mis ojos arden, mi visión se debilita, los vasos sanguíneos los cubren como vetas de hierro o como las astas de un ciervo rojo”.

El segundo cuento es Blackwood (Alces Alces). Iniciamos en este cuento con un espacio ubicado en Nueva Jersey en donde ubicamos a un cérvido y por supuesto a los alces. Y el tercer cuento de este primer Libro del ciervo 1, resulta ser el más extenso que los anteriormente mencionados, en donde por medio de la cronología el autor nos habla del Wapití o Cervus canadienses (Es el nombre científico)”, el cual es un ciervo grande que habita en el norte de América entre Estados Unidos y Canadá.

Lo interesante de la prosa de Gerardo Lima, autor de Megaloceros, es el conocimiento que aplicó sobre los ciervos introducido en un plano narrativo, en donde se nos cuenta una historia que me lleva a la siguiente reflexión. Los humanos tenemos está capacidad racional de anticipar nuestro final, es decir nuestra muerte, mucho antes que un animal. Un estudio realizado sobre lo que el miedo nos provoca revela que “El miedo nació con el hombre en la más oscura de las edades. Nos acompaña a lo largo de la existencia. Pero los temores cambian según el tiempo y los lugares en relación con las amenazas que nos abruman.”

En la definición del temor que ofrece en la Retórica, Aristóteles hace un giro especial respecto a la Ética, pues en aquella obra lo que produce el temor es la representación de un mal inminente. Recordemos que el objeto de la retórica es discutir las reglas de la persuasión y, por ello, aborda la psicología de las personas y los mecanismos que permiten afectar discursivamente sus emociones y pensamientos.

Megaloceros Libro del ciervo 2

La vitalidad de Sibuxiang (Elaphurus davidianus), indica la naturaleza sedimentada de nuestras memorias culturales y denota los patrones e influencias culturales de quienes las cuentan como uno de los elementos más representativos de nuestra cultura local como lo es “La malinche”. En particular, se explora la circulación, reciclaje y recreación de narrativas de miedo en contextos en los cuales no podríamos situar a una criatura como el ciervo Sibuxiang en un ambiente como la Malinche. Aquí se nos recuerda que la Literatura no tiene límites y puede recrear mundos posibles haciendo realidad cualquier aparente imposibilidad, eso es lo que a título personal más destaco de cualquier escritor y que considero es necesario reivindicar un tipo de literatura que tienda a establecer nuevos contratos con el lector y busque nuevas formas para contar las cosas.

El segundo cuento es Caribú de los páramos desérticos, en dónde conocemos a personajes como Clive, Hortensia y Julián. El autor nos lleva por un recorrido lleno de descripciones en cuanto a lo que cada personaje representa y su posible transformación. Para dar un ejemplo de esto cito un breve fragmento “Un día vendrán, un día realmente ellos vendrán, y emergerán cuernos de nuestros cráneos. Verán lo que hemos dedicado comerán de ellos, otearán el aroma de su sufrimiento y su miedo, y nos dejarán correr a su lado.” La imagen que se ofrece de los personajes es percibida a una cierta distancia, es decir; se construye sobre la base de sucesivas especulaciones. Nada es afirmado con certeza, pero a partir de estos elementos y de la observación cuidadosa por parte del lector, es donde se brindan precisamente estos aspectos que pueden ser sometidos a una posterior interpretación.

El último cuento de este segundo libro es La Antigua (Megaloceros giganteus). En este último texto abunda por demás exposiciones del ambiente atmosférico en donde se desarrolla la historia, también hay una clara intención de cerrar Megaloceros libro del ciervo 1 y 2 con un cuento que en palabras del propio autor es su favorito, y en donde considero que el discurso que emplea presenta esta perspectiva visual y axiológica del que es el ciervo más poderoso, situado en un tiempo y un espacio compartido por el “yo” que narra.

Megaloceros de una manera concreta, realista y práctica describe sucesos en los que me atrevo a decir, se crea una inmediata complicidad con el lector. Lo que parece imposible y maravilloso forma parte de un sustrato de la realidad misma, lo que le permite convertir a cualquier narración en una reflexión sobre el mundo como mirada elocuente sobre la identidad y la individualidad de quien nos cuenta la historia y de quienes nos adentramos a la lectura. Como lo describe H.P. Lovecraft en sus relatos, cuando ciertos seres y sucesos desbordan su plástica corporeidad, resultan “enloquecedores”. Esto es, su mero ser provoca un efecto fatal y a veces irreversible sobre la mente humana.

La prosa de Gerardo Lima transita por cuestiones, y posibilidades, hay en todo ello una cierta nostalgia y encantamiento por la creación de visiones fantásticas.

Y finalmente ese gusto por el terror, tiene mucho que ver con nuestra manera de manejar nuestra propia visión del mundo: el temor como emblema y símbolo, el temor como lenguaje de nuestra visión del mundo. Es de hecho, bastante probable que lo que tememos, no tenga que ver con el monstruo que leemos, sino con ese terror en sombras de nuestra propia imaginación.