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La Educación Ambiental como cimiento para el cambio | Foro Verde #06

Foro Verde #06, una columna de Julieta Pirez Rendon


La educación ambiental es una cuestión tratada en las cumbres internacionales sobre medio ambiente que han existido hasta ahora, y a pesar de que se ha dejado en claro su relevancia para formar conciencias sobre los problemas ambientales que aquejan al mundo, poco se ha realizado para alcanzar todas las posibilidades que una valiosa herramienta como esta puede proporcionarnos. Es más, es importante dejar en claro que, la educación es el instrumento más importante para transformar vidas y lo es, cuando tratamos de cambiar nuestra mentalidad en torno a la naturaleza y nuestra relación con ella; de poco nos sirve hablar de cambiar solamente la legislación, por ejemplo, si no existe una base sólida en la cual construir un nuevo modo de hacer las cosas.

Fue precisamente desde los ámbitos educativos y académicos donde comienza hacerse eco la degradación ambiental como consecuencia de un crecimiento económico desmedido que no consideró sus efectos negativos sobre la naturaleza, con textos emblemáticos como “Los límites del crecimiento”, “La tragedia de los comunes” o “La primavera silenciosa” se hizo un llamado a la acción. Así surgieron iniciativas desde la comunidad internacional para hacer frente a estos desafíos, como el Programa sobre el Hombre y la Biosfera (MAB) de la UNESCO puesto en marcha a principios de los años setenta y el cual busca mejorar la relación general entre las personas y su entorno, a través de una agenda de investigación interdisciplinaria. Asimismo, por esa época surgieron infinidad de coloquios destinados a abordar la problemática ambiental, y como bien explica María Luisa Eschenhagen, en el plano global, el Norte tenía la visión de la conservación mientras que el Sur propugnaba la necesidad de tomar en cuenta el factor social en los problemas ambientales; y no es gratuito considerar esto, puesto que dicha visión de únicamente conservar, sumamente limitada, derivó en serios conflictos socio-ambientales a lo largo de América Latina, de allí la relevancia de una educación ambiental amplia e integral, puesto que, buscar soluciones requiere un enfoque interdisciplinario.

Aterrizar la educación ambiental al plano de la acción ha resultado siempre un reto, con la Cumbre de Estocolmo de 1972 nace el Programa de Naciones Unidas para el Medio Ambiente (PNUMA) y bajo este, el Programa Internacional de Educación Ambiental (PIEA), que fue un intento por incorporar la dimensión ambiental en los sistemas educativos del mundo en la perspectiva de una interdisciplinariedad práctica. Pero con la evolución del enfoque del Desarrollo Sostenible, la educación ambiental fue desapareciendo para dar paso a una “formación para el desarrollo”, ya para los años noventa y a raíz de la Cumbre de Río, no hubo avance en materia educativa sino un retroceso, mientras que, en los setenta la Declaración de Tbilisi en el marco de la Conferencia Intergubernamental sobre Educación Ambiental establecía que los Estados incluyeran políticas de educación para incorporar contenido y actividades ambientales en sus sistemas. La Agenda 21 de la mencionada Cumbre de Río empezó a relegar este tema restringiéndolo en función al Desarrollo Sostenible y con propuestas todavía más vagas como “procurar estrategias, apoyar y asistir” aunado a la desaparición del PIEA en 1995 por falta de fondos, se dejó claro la escasa importancia que se le otorga a la educación como verdadero impulsor del cambio. Si iniciativas como PIAE fallaron fue por la falta de un compromiso real, y seguimos pagando las consecuencias de ese desdén con el aumento de los problemas de degradación medioambiental, sí bien las universidades de diversas naciones han ido incorporando el tema en muchos de sus programas, la educación en dicho ámbito debe comenzar desde las etapas más tempranas con el desarrollo de valores en el respeto y cuidado de la naturaleza, la formación en una ética ambiental no debe verse como una “materia de relleno”, tiene que diseñarse e implementarse con la visión de que, una sociedad educada ambientalmente será capaz de cuidar su entorno y con ello, trabajar, exigir y vigilar que los gobiernos y las empresas también lo respeten y hagan todo lo necesario para preservar nuestro planeta. La educación es el cimiento, sin eso, no podremos avanzar hacia un futuro mejor.