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Poesía y Humanidades

La ficción como epidemia | Después de la pantalla #08

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Después de la pantalla #08, una columna de Diego Maenza


Lars von Trier y Niels Vørsel están escribiendo un guion sobre una enfermedad que se propaga por todo el mundo. La película presenta escenas intercaladas de Lars y Niels discutiendo la creación del libreto y trabajando en el proceso creativo. A medida que avanzamos en su desarrollo, las líneas entre la realidad y la ficción se vuelven borrosas, y los protagonistas reales se ven arrastrados cada vez más profundamente en su propio mundo de ficción.

Epidemia es la segunda parte de la denominada Trilogía europea, que junto a El elemento del crimen y Europa, enfatizan en la exploración de la identidad europea, la alienación y la decadencia moral.

Epidemia se distingue por su experimentación formal, ya que von Trier y Vørsel aparecen a menudo en la pantalla discutiendo el argumento y cuestionando su propia obra. La película utiliza técnicas de cine dentro del cine, mostrando a los personajes en el proceso de idear la cinta. Para tornarla más inusual, y a ratos inquietante, la película está rodada en blanco y negro, cuya monocromía subraya la atmósfera oscura y opresiva de la pandemia y sus consecuencias, acentuando la sensación de pesadumbre y desesperación que rodea a los personajes, constituyéndose en una elección estética que refleja su tono sombrío y pesimista, y que evoca un sentido de nostalgia y melancolía.

El director y guionista bordean la línea entre la realidad y la ficción. Se hace referencia a otros filmes y a diferentes técnicas cinematográficas. Al sentirse atascados en el desarrollo de su proyecto, los creadores deciden partir de viaje hacia Alemania en busca de inspiración (más bien en la búsqueda de una pasta dentífrica de una marca determinada con la que intentarán simular la secreción de las pústulas de la peste). Realizan una parada en Hamburgo, donde se encuentran a Udo Kier. La entrevista tiene un tono conmovedor, puesto que Kier, evocando un drama personal, hace mención a la Operación Gomorra, aquel bombardeo masivo durante la Segunda Guerra Mundial en el que se utilizó fósforo blanco como arma, ejecutado por las fuerzas aéreas de Estados Unidos y sus aliados.

La historia dentro de la historia se centra en el personaje del doctor Mesmer. Se presenta a manera de un cuento dentro del cuento, y que sirva la redundancia para remitirnos a Los cuentos de Canterbury, donde también la presencia de una plaga o enfermedad funciona como catalizador para la exploración de temas más profundos y universales. En Los cuentos de Canterbury, la peste es una de las causas que lleva a un grupo de peregrinos a reunirse y compartir historias mientras viajan juntos. La plaga es presentada como una amenaza que impone la necesidad de encontrar consuelo en la compañía y la distracción de los relatos.

El personaje del doctor Mesmer claramente está inspirado en Franz Anton Mesmer, un médico austriaco del siglo XVIII conocido por una práctica controvertida que implicaba la creencia en una energía invisible que conectaba todo en el universo y que podía ser manipulada para curar enfermedades, fundamentos conocidos como mesmerismo.

En la película, el doctor Mesmer es presentado como un hombre idealista (así es llamado por sus detractores) obsesionado con la pretensión de poder curar la epidemia que está azotando el mundo utilizando una técnica nada convencional. A pesar de las críticas y el escepticismo de sus colegas, Mesmer está convencido de que su método es la respuesta a todos los males.

En casi todas las historias de Lars von Trier se presentará a los idealistas como personajes problemáticos e incluso peligrosos que pese a sus buena intenciones lo único que consiguen es perpetuar y agravar el problema que han pretendido resolver. Así el aspirante a filósofo moral Tom Edison en Dogville, o la democrática Grace en Manderlay.

En el caso de Epidemia, el doctor Mesmer es señalado como un idealista que cree firmemente en sus métodos de curación, pero que al mismo tiempo es imprudente en su búsqueda de una cura para la epidemia. Sin saberlo, Mesmer es portador de la cepa de la enfermedad, y al salir a intentar curar de contagios a los pueblos cercanos, lo único que consigue Mesmer es propagar la dolencia.

La historia del doctor Mesmer en Epidemia se utiliza como una metáfora para replantear análisis sobre variados temas de la individualidad del ser humano y los diferentes predicamentos ante las contingencias, como (en determinados casos) la fragilidad de la bondad y la inutilidad de la perseverancia, pero también para explorar, así sea de manera sarcástica, los intersticios del poder.

Los doctores, en vista de la emergencia, aupados a una situación de privilegios y poder, se ven abocados a formar un gobierno integrado exclusivamente por galenos que se enfrentarán a la situación como respuesta desesperada a la crisis sanitaria. Como primer ministro estará un neurólogo, para finanzas un ginecólogo, como ministro de justicia un ortopedista, ministro del interior un cirujano, para ministro de transporte se elegirá a un urólogo, para agricultura y pesca a un psiquiatra, para educación a un anestesista, y para asuntos eclesiásticos a un patólogo; en una clara crítica a la burocracia y la política tradicional ya que se plantea como una sátira por medio de la caricaturización de los facultativos.

Me gustaría atreverme a realizar una comparación entre Epidemia y El séptimo sello de Ingmar Bergman. Se puede hacer en términos de la temática de la muerte y la lucha por el significado en un mundo caótico. En ambas películas, hay una sensación de desesperanza y falta de sentido, ya sea a través de la propagación de la peste en Epidemia o la presencia de la muerte en El séptimo sello. Sin embargo, mientras que El séptimo sello presenta un tono más serio y existencialista, Epidemia se enfoca en una crítica satírica a la industria cinematográfica y a la posición de los médicos en la sociedad. Mientras que en El séptimo sello la lucha por el significado se enfoca en cuestiones espirituales y religiosas, en Epidemia se presenta una lucha por la creación artística y su relevancia en la sociedad. Ambas películas, cada una a su manera, se sirven del recurso de la historia dentro de la historia, para ofrecer una reflexión metaficcional sobre la realidad y la representación. En El séptimo sello, la trama del actor y su compañía de teatro simboliza la lucha por el significado y la relevancia del arte en una sociedad en crisis. En Epidemia, la trama del doctor Mesmer y su búsqueda por curar la epidemia encarna la lucha por el entendimiento y la relevancia de la medicina y la ciencia en una sociedad en decadencia. Los elementos metafícticos se presentan como una especie de alegoría sobre la creación y el impacto de la ficción en la vida real.

En las tomas finales, se lleva a cabo una cena entre el cineasta, el guionista y un productor. Acabado el festín, es invitado un hipnotista y una acompañante. El hipnotista adormece a la mujer. En el estado de trance la induce a que se sienta parte protagónica de la historia forjada pro los creadores. Esta escena, en la que el hipnotista le pide a la dama que se sienta dentro de la película, es una de las más surrealistas y oníricas del film. El hipnotista induce a la mujer para que imagine que se encuentra recorriendo las calles asoladas por la peste, sumergiéndola completamente en el mundo ficticio que ellos han creado. Al intentar detener la sesión de hipnosis, la mujer empieza a experimentar una serie de delirios y alucinaciones que la llevan a creer que efectivamente, continúa viviendo dentro de la historia que se plantea en el guion. Una escena que juega con la idea de la creación artística y la capacidad del cine para persuadir y entremezclar la realidad con la ficción, y de cómo la línea entre la imaginación y veracidad se puede ir difuminando, y de cómo el proceso creativo puede tener un efecto profundo y perturbador en las mentes de quienes lo asimilamos. Y con ello Lars von Trier nos arrastra, impotentes e impávidos espectadores, al contagio de la ficción.