Surf Literario #03, una columna de Estefanía Barrientos
La relación entre la música y la literatura ha sido de las más antiguas colaboraciones que se han producido entre las distintas manifestaciones del arte. Históricamente la poesía nació unida con la música, canciones y rimas se emplearon para que se recuerden los comportamientos de la sociedad. La música y la literatura han estado ligadas desde la época de los trovadores -los cuales ligaban ambos-, y diversos artistas en la incursión con otros géneros musicales lo llevaron a cabo mucho tiempo atrás.
Muchos músicos recurren a la poesía y a la literatura para cantar, tocar o tomar versos de sus poemas preferidos. Se encuentran casos como el de Joan Manuel Serrat, Joaquín Sabina, entre otros, que trabajan en proyectos que unen música y literatura. Mario Benedetti, en su obra, tiene poesía que podríamos decir que es bastante accesible al público. Desde comienzos de los años setenta, ha escrito numerosas letras de canciones, muchas de las cuales le fueron solicitadas por músicos y cantantes, los cuales las han ido incorporando a sus repertorios y a sus discos, gracias al indiscutible estilo lírico de Benedetti.
Las relaciones que poseen ambas corrientes artísticas se centran en paralelismos, y similitudes, generando una simbiosis mágica que nos ayuda a ver de una forma más estética el mundo en el que vivimos. Y con el paso del tiempo encontramos el placer provocador y mágico tanto de una canción como de un libro.
Siempre hay un debate gracias al Premio Nóbel de Literatura. En el caso de Bob Dylan, se cuestionó mucho si la música puede llegar a considerarse un género literario como tal, y es que la lírica de Dylan es una poesía que ha ganado la crítica favorable de muchos escritores y críticos de la literatura.
En cierta frase se expresó “Dylan es un hombre que entiende las cosas de una forma lúcida y que aglutina todo el pensamiento de progreso, sin el cual no se entendería ni la música, ni los últimos cincuenta años”. Poniendo esto como referencia vemos que cuando el músico implementa más factores literarios, dicho de alguna manera, se fortifica su lírica; y leyendo, analizando grandes obras literarias, está alimentando su música de una forma provechosa a la que el publico siempre reacciona.
La literatura debería ser un soporte para la nutrición de cualquier manifestación artística, así dejaríamos de escuchar letras que en ocasiones carecen de sentido y que particularmente, dentro de algunas de las nuevas propuestas discográficas, se identifican con frivolidades absurdas.
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