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Poesía y Humanidades

Moverte para convertirte en otredad | Deconstruyendo la otredad #27

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Deconstruyendo la otredad #27, una columna de Beli Delgado


Pachinko es una novela escrita por Min Jin Lee, traducida al español por la editorial Quaterni España (2018, Edición digital, 697 pp.). En ella se narra la historia de una familia coreana durante cuatro generaciones en el contexto inestable de —antes y durante— la segunda guerra mundial, posteriormente el desmembramiento de Corea y el forjamiento eventual del estatus de Japón, Estados Unidos y China. 

En esta novela se cuenta la historia de Sunja, a quien después de quedar embarazada de un hombre imposible, le queda un sólo camino a lado del benevolente Isak, con quien se casa. Sin embargo, Isak va en búsqueda de un ambiente distinto y de mayor calidez climática debido a su condición de salud frágil. Por ello, se ven en la necesidad de abandonar Corea, y se mudan a Japón en donde se enfrentan a varias situaciones trágicas.

El ser humano en sociedad es político, y en temporadas tan críticas todo apunta a la noción de nación, legalidad y capitalismo, en este panorama se forja la narración de Pachinko. La familia de Sunja es inmigrante, sus hijos terminan siéndolo también, se sitúan en un Japón inestable, a veces temeroso y a la defensiva, algunas veces un poco más amable. No obstante, sufren todo aquello que un migrante sigue padeciendo hoy día: lastima, desprecio, injusticias de varios tipos y niveles.

Al final, de los dos hijos de Sunja: Mozasu y Noa, sólo Mozasu vivirá y verá el sufrimiento de su hijo al enfrentar acusaciones falsas, que indiscutiblemente se deben a su condición de ascendencia coreana y al prejuicio que se tiene del oficio de Mozasu. Por otro lado, Noa mentirá con respecto a su nacionalidad y origen familiar, cuando no pueda seguir con ello, pensará que lo único que le queda es desvanecerse.

Lo trágico permea cada etapa de las generaciones, pero también se remarca el amor, esfuerzo y esperanza de los personajes, quienes naturalmente logran que nos unamos a su dolor.

La migración es un tema recurrente, existen muchos aspectos a comentar con respecto al movimiento, las causas y los efectos que tienen para las personas y para las naciones. Así como en Pachinko, en Minari: Historia de mi familia (2020) película dirigida por Lee Isaac Chung,  seguimos la historia de unos inmigrantes coreanos, contamos con la aparición de tres generaciones. El filme enmarca a un matrimonio coreano —con dos hijos— que se muda a Arkansas, Estados Unidos. El marido quiere tener un huerto propio, la prisa lo hace tomar grandes riesgos, lo que a su vez lo lleva a tener mayor frustración con su oficio —sexador de pollos—. Poco a poco, el sueño comienza a desgastarse. La desesperación se eleva y todo se complica cada vez más.  

Los hijos del matrimonio sufren el choque cultural, la pérdida y confusión de la noción de su identidad, además de la discriminación por eso mismo. Esto se ve más nítido cuando la abuela se muda con ellos para intentar ayudarles en el hogar. No obstante, este auxilio en algún punto se convierte en un peso.

La abuela es acusada de apestar a kimchi, también de no ser el ideal americano de “abuela”, debido a esto sufre discriminación en el hogar de su hija por parte de sus nietos que han crecido ya en Estados Unidos. Y ellos a su vez sufren discriminación por “no ser estadounidenses”.

En Pachinko los personajes son extranjeros en Japón y en Minari lo son en Estados Unidos. En ambas historias sufren carencias económicas pero padecen todo tipo de agresiones por su condición de inmigrantes. Además, se encuentran en la constante y tortuosa lucha de buscar un futuro un poco más digno y estable, atravesado por demasiados obstáculos injustificados, radicales y crueles. 

Los personajes de ambas historias se convierten en otredades “voluntariamente”, debido a que buscan un lugar mejor por razones variadas —sin embargo, siempre está el cuestionamiento de si ellos buscan una vida mejor o si las circunstancias los obligan a moverse aunque vayan a lugares que no les brindan buen recibimiento y ellos lo sepan de antemano—. La urgencia del movimiento en calidad de inmigrante, dista mucho de la condición de viajero/turista. Y es muy trágico como aquellos que se ven forzados a moverse deben soportar lo que un turista no. Todo, debido a los soportes económicos de los que difieren.

Moverse para convertirse en otredad en calidad de inmigrante es de los desplazamientos más tristes, al menos al principio. Debido a que aunque las generaciones fluyan, la discriminación persevera, lo que lleva a mantener estructuras nacionalistas distintivas radicales que destacan a los extranjeros de mala manera, esto lleva a mantener la vulnerabilidad del inmigrante que se forja como una otredad extranjera.