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Poesía y Humanidades

Mujeres poetas de México (I) (1940-1950) | El espejo enterrado #11

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El espejo enterrado #11, una columna de Daniel Luna


En la mundo literario hay zonas oscuras donde las voces permanecen a la deriva de los tratos injustos y prejuicios ejercidos sobre sus representaciones. No es un secreto que uno de los más establecidos, y por varios siglos, es la displicente actitud en contra de la presencia de la mujer en la literatura. Miles de escritoras sucumbieron ante este problema, otras más sobrevivieron bajo el escudo de un seudónimo, y aunque en la época actual es menor el números de obras anónimas, todos los días continúan textos sumergidos en la penumbra. Una sombra que llegó y permanece en algunos territorios de la cultura en México.

Una propuesta alternativa a este paisaje del que solo unos cuantos sobreviven es la Editorial Atemporia la cual a puesta por la reunión cronológica de la poesía escrita por mujeres como un método para romper la tradición y constante rigor del discurso poético. El significado de esta herramienta distingue la presencia de dos décadas y media de poesía que renueva la idea y estilo de la tradición lirica mexicana. Para respetar estos 25 años recopilados bajo la misma antología se analizarán de forma periódica en tres entregas de esta columna.

Pues Mujeres Poetas de México (1940-1965) es una muestra poética de la mujer quien comparte inquietudes desde diversos puntos de vista, incluidas las problemáticas sociales, de género, de lenguaje y pensamiento. La amplia lectura de esta recopilación denota un manejo sublime de los temas poéticos desde las formas clásicas hasta los recursos modernos de la segunda mitad del siglo xx. En esta primera entrega se ofrecen una revisión de los primeros diez años recogidos por esta publicación. Los primeros poemas se caracterizan por el lenguaje barroco utilizado en sus poemas a partir de lo convencional en cada verso.

Poetas publicadas por nombre y apellido como; Alicia Reyes, María Elena Solórzano, Lucía Yépez, Laura Cárdenas, Paloma Castro Leal, Olimpia Badillo, Rosa María Peraza, Elva Macías, Gloria Gervitz, Elsa Cross, Laura Elena Cabrera, Teresa Guarneros, Yamilé Paz Paredes, Leticia Garrida Pérez, María Elena Leal Lucas, Elisa Ramírez Castañeda, Emma Rueda Ramírez, María Ayala, Mariángeles Comesaña, Jeannette L. Clariond, Becky Rubinstein, Alma Velazco, Elvia de Angelis, Silvia Pratt, Mercedes Tapia, Marlene Villatoro, María Teresa Azuara, Elena Galván, Gloria Gómez y Maricruz Patiño.

Sus poemas se leen como un espacio seguro para libertad de expresión. La temáticas en cada verso van desde la desmitificación de los feminidad sagrada hasta la celebración de las practicas cotidianas. Gracias a estos terrenos seguros y a la originalidad de la perspectiva a partir de la cual son abordados, se proyecta una organizada tradición poética que permea debajo de las publicaciones consideradas “hegemónicas”. Sin embargo, la inserción de estos productos es el eslabón perdido en la cadena histórica de la poesía en México, pues cuando se describen las imágenes más recurrentes sobre el universo físico y los pequeños encuentros en su interior es perceptible cierta familiaridad con otros textos de la misma década.

Esta conexión complementa el rompecabezas de todo un panorama artístico con las piezas adecuadas antes y después de los ejemplos que normalmente son señalados. Hoja por hoja la poesía almacenada en este libro despierta la inquietud por dicho género literario debido a que es un tributo al ejercicio poético en el cual es posible encontrar tanto nombres reconocidos como aquellos que han aparecido públicamente en una sola ocasión. Dicha característica convierte a esta obra en un referente para el lector quien atento comprueba que la voz de poesía se extiende más allá de la portada.

Lo anterior se evidencia en la lectura de estos primeros diez años de Mujeres poetas de México, pues en su conformación esta antología invita al redescubrimiento de una forma poética silenciada e invisibilizada. Un punto de vista común para más de 65 millones mexicanas, lectoras y escritoras, quienes se han limitado a la vieja y desgastada perspectiva patriarcal. Incluso, para aquellos lectores quienes buscan otras composiciones y estilos, es imperante extender la invitación a esta escritura la cual exige formas indefinidas que ocupar para sobrevivir en esencia a través de las siguientes manifestaciones.