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Naruto: Del manga y el anime a la “Naruterapia” | Té de guion #35

Té de guion #35, una columna de Francisco Maldonado


El manga Naruto comenzó a salir en 1999, y el anime, en 2002. La historia de las aventuras del ninja de Konoha ha visto crecer a toda una generación. Ahora está en emisión Boruto, una secuela sobre el hijo del protagonista.

Naruto tiene muchos competidores dentro del género shounen (demográfico japonés que corresponde a los adolescentes varones). Además, su trama es bastante simple, y su estilo visual tampoco es muy elaborado. Finalmente, hay muchos capítulos de relleno: episodios que no desarrollan las líneas principales de la trama. Pero todo esto resulta insignificante, porque nuestro protagonista ayuda a distraernos de nuestros problemas y, lo más importante, a creer en nosotros mismos.

A pesar de que los personajes viven en un mundo ficticio, utilizan chakras y luchan contra monstruos, se enfrentan a los mismos problemas que los jóvenes contemporáneos. Muchos espectadores (como en mi caso) han visto Naruto desde niños y han crecido con los protagonistas. Ahora, vuelven a ver cientos de episodios como “naruterapia“: cuando estamos cansados y perdemos la esperanza, necesitamos un ejemplo de alguien que no se da por vencido.

El Nindo (Camino Ninja)

Naruto Uzumaki tiene una vida dura. No era el más inteligente, el más rico o el más fuerte, más bien todo lo contrario. Desde niño, fue marginado y sufría la humillación de quienes lo rodeaban. Trató de llamar la atención, pero solo recibió insultos y desprecio. Por lo tanto, el reconocimiento por parte de su pueblo natal se convirtió en el propósito de su vida. Nadie creía en él ni lo apoyaba. No fue culpa de Naruto, es que tenía un zorro demonio encerrado dentro de él (cosa que tampoco pidió), y todos los vecinos le temían. Pero, a pesar de la hostilidad del mundo, Naruto nunca cerró su corazón.

No se volvió reservado, hizo amigos, superó todas las dificultades y realizó su sueño: se convirtió en Hokage, el líder del pueblo. Naruto es un shinobi. En el Occidente, suelen llamarse ninjas: así suena la palabra “shinobi” en chino. En el mundo de Naruto, son guerreros famosos que tienen principios morales estrictos. Participan en conflictos políticos y no ocultan sus rostros ni nombres.

Aunque en realidad, los shinobi lucharon por aquellos que les pagaron, pero en el manga y el anime no se apartan de su código de honor y se parecen más a los samuráis (aunque en Naruto los samuráis son diferentes). En la obra, cada shinobi, o sea, cada ninja, tiene su propio camino o nindo, una regla que rige su vida. Para el protagonista, lo más importante era lograr todo por su cuenta y no usar la posición de víctima para convertirse en un villano. Por lo tanto, al sufrir muchas ofensas, Naruto no se enfadó con la gente. Fue su camino ninja, y su convicción, dio esperanza a todos a su alrededor e incluso a los espectadores.

El otro, soy yo.

Las cosas principales en la vida para Naruto son la gente y el reconocimiento. La fuerza y el poder no le importan tanto, porque, sin amor y amistad, aquellas cosas no tienen ningún sentido. Naruto pasó por una infancia complicada y sabe lo que es ser rechazado. Por lo tanto, trata de abrazar a todos. Busca compartir el dolor de la otra persona, y así, podemos entender los motivos de sus acciones. Nuestro protagonista cree que la amistad y el amor son más fuertes que el odio, y que las conexiones entre las personas ayudan a hacer frente a cualquier obstáculo. A pesar de que Naruto es un luchador profesional preparado desde su infancia para la guerra, trata de resolver los conflictos de manera pacífica.

Sabe que cada batalla implica sacrificios. Por lo tanto, la fuerza solo debe usarse como último recurso. Muestra que a veces el mal puede ser vencido por el poder de la palabra y no solamente por la fuerza física. Se puede convencer a las personas en lugar de derrotarlas, porque a menudo, la gente se vuelve mala por ser víctimas de los prejuicios de los demás, como el propio Naruto. Es decir, el otro soy yo, pero bajo distintas circunstancias.

Persistir es la verdadera fuerza

Naruto logró todo lo que quería gracias al trabajo duro y la esperanza de un futuro mejor. Nos enseña a no rendirnos nunca, que puedes tomarte un descanso para recuperarte, pero lo principal es seguir intentándolo. Y esta perspectiva, es transversal a muchos otros personajes de la obra. Rock Lee, otro shinobi, ha demostrado que el éxito no solo depende del talento, y se puede lograr mucho si sigues adelante a pesar de todo. Shikamaru nos enseñó a mantener la calma y aprovechar al máximo los recursos que tenemos. Al mismo tiempo, los personajes de esta serie nos muestran que puedes cambiar tus objetivos sin traicionar tus principios. Lo esencial es aceptarte a ti mismo, siguiendo el ejemplo de Sakura, Gaara y Kakashi.

El final del ciclo de odio.

El mensaje más importante de la serie resulta ser muy simple y se resume en dos palabras, perdón y aceptación. Centrarnos en lo negativo y guardar rencor solo nos hará sufrir aún más, como sucedió con Sasuke. El perdón nunca es en beneficio del otro, es para nosotros mismos. Ya que, al afrontar todos nuestros traumas, podemos perdonarnos y aceptarnos a nosotros mismos.

El odio a uno mismo empuja a la gente a hacer cosas peligrosas. Naruto logró hacerse más fuerte solo porque aceptó al demonio que tenía dentro de sí mismo. Y Kakashi encontró la paz cuando pudo perdonar a su padre ya en la edad adulta.

Si somos impulsados por el odio, nuestras acciones solo siembran más de lo mismo. El hecho de no superar aquello que nos duele, provoca que seamos esclavos de aquello que nos hace daño. La ira será el resultado de esa prisión, vamos a odiar a todos quienes nos lo recuerden, sin importar qué tan vaga sea esa semejanza. Las puertas de las celdas, solo se abren desde afuera, de lo contrario solo queda romperlas; y esas puertas se abren cuando hay un decreto de libertad. Solamente cuando Naruto abrió la puerta que encerraba a su demonio interno, pudo ser capaz de superar todos aquellos traumas internos y el odio que experimentaba.

Solo una persona sin odio y traumas, puede ayudar a otros a terminas con sus ciclos. El odio a otros, es el resultado del odio a uno mismo. Ese odio nos mantiene a la defensiva, nos pone constantemente en un lugar de miedo e inseguridad. Aceptar nuestra parte más oscura, es el camino más corto a estar en paz, porque si tu aceptas tus debilidades, ya nadie puede señalarlas y ofenderte. El ciclo de odio se fundamentaba en aquel sentimiento de revancha contra quienes no te habían reconocido. Si sabes dónde eres débil, si eres consciente de tus puntos ciegos, no necesitas que nadie te reconozca, porque tú te conoces por completo.