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Notas para una escritura conceptual a partir de Sol LeWitt | Fragmentos de líneas fantasmagóricas #05

Fragmentos de líneas fantasmagóricas #05, una columna de Juan García Hernández


En esta ocasión, nuestra meta radica en examinar la obra del artista conceptual Sol LeWitt para reflexionar sobre el modo en que sus aportaciones pueden servir a desplegar el gesto de la escritura, para ello vamos a dividir nuestra aportación en tres momentos. En primera instancia centraremos nuestra atención en la obra del artista norteamericano, en particular sobre sus Dibujos de pared, posteriormente describiremos sus principales contribuciones al arte, y por último depositaremos nuestro esfuerzo en trasladar aquellos aportes en el ámbito de la escritura. Al final, asistiremos al modo en que la escritura contemporánea puede aprender de las artes plásticas y en cierta medida transformar radicalmente ciertos imperativos que suelen limitar su desarrollo.

De entrada, resulta conveniente esclarecer la forma de trabajo de LeWitt, pues por ahora no entraremos en la discusión sobre si aquella forma es propia del arte conceptual o no, ya que como seguro podemos sospechar la definición de esta “corriente artística” nos puede llevar por un camino bastante amplio, en donde es fácil caer en malentendidos o sobre-interpretaciones que obstaculizan una reflexión crítica. Probablemente, en otra ocasión nos sumergiremos en aquella travesía, pero por ahora damos por hecho que la producción del artista nacido en Connecticut se enmarca en el arte conceptual, para justificar esta decisión, basta con leer el siguiente extracto de Párrafos sobre el arte conceptual escrito en 1967;

Que un artista utilice una forma de arte conceptual significa que toda la planeación y las decisiones se establecen de antemano y que la ejecución es un asunto mecánico. La idea se convierte en una máquina que hace el arte. Este tipo de arte no es teórico ni ilustrativo de teorías, es intuitivo, esta comprometido con toda clase de procesos mentales y no tiene propósito alguno[1]

Esta cita nos permite establecer nuestro punto de partida, una forma de arte conceptual implica la formulación de un plan que establece previamente la elaboración de una obra, por ello, lo importante aquí no es el final, o sea, el resultado o producción de la obra terminada, sino lo previo, la idea, en suma, aquella idea puede caracterizarse como una máquina, pero para que dicha máquina pueda andar es necesario delimitar con alto grado de precisión, qué es lo que se pondrá en marcha. Quizá, esta descripción colinde con una serie de planteamientos racionales, pues generalmente se tiende a vincular la razón con el cálculo y la organización previa, sin embargo, para LeWitt, la manera de hacer arte que él propone transcurre por otra vía, pues la principal intención no es reproducir las técnicas del llamado “arte formal” porque este es como expresara más adelante, “esencialmente racional”, probablemente dicha valoración, pretende distanciarse del modo en que se ha enmarcado el quehacer artístico, asumiendo que cualquier obra debe tener una finalidad, un propósito, como si el arte únicamente tuviera por fin, generar el gusto o disgusto del público.

Para clarificar mejor esta propuesta, comparto un par de enunciados del célebre texto publicado en 1969, Sentences on Conceptual Art[2]

  • 1) Conceptual Artists are mystics rather than rationalists. They leap to conclusions that logic cannot reach.
  • 3) Illogical judgments lead to new experience.
  • 4) Formal art is essentially rational.
  • 5) Irrational thoughts should be followed absolutely and logically.
  • 9) The concept and idea are different. The former implies a general direction while the latter is the component. Ideas implement the concept.
  • 20) Successful art changes our understanding of the conventions by altering our perceptions.
  • 21) Perception of ideas leads to new ideas.

Al re-leer estos enunciados, podemos visibilizar que la propuesta de LeWit nos conduce a caracterizar el arte conceptual más cerca de los juicios irracionales, pues en esta cercanía nos vemos atraídos por nuevas experiencias, las cuales permiten arribar a una nueva forma de percibir e intuir la obra de arte. Aquellas intuiciones o percepciones permiten des-ocultar la idea, de allí la co-pertenencia entre concepto e idea.

Teniendo en cuenta lo anterior, ahora podemos dedicarnos a la obra de LeWitt, nos interesa llamar la atención en la serie titulada Dibujos de pared.

Más allá de únicamente describir que vemos una serie de líneas dibujadas sobre una pared, conviene recordar que lo importante de la obra es la idea, no obstante, ¿cómo podemos reconocer esta idea?, eventualmente cada uno de nosotros podrá intuir distintas modalidades para afrontar la obra, personalmente puedo dejarme llevar por la simplicidad de las líneas, las cuales son rectas, curvas, e incompletas y puedo afirmar que estamos ante una instalación, pero en el fondo se trata de una obra bidimensional que muestra un plan perfectamente aplicado, y en cierta medida puede resumirse en un par de oraciones, como la siguiente;

Con un lápiz duro se dibujan sobre una pared durante un minuto líneas paralelas de 30 cm de largo separadas entre sí por cerca de 30 mm. Bajo esta fila de líneas, se dibuja otra fila por un espacio de diez minutos. Bajo esta fila de líneas se dibuja otra fila por un espacio de una hora[3]

En virtud de la última referencia, podemos delimitar la idea, de aquellas obras, además nos resulta viable proponer que estas “indicaciones” fácilmente pueden leerse como una serie de pasos para conformar un instructivo, y esto es lo interesante de la obra de LeWitt, ya que al proponer en un par de indicaciones simples y relativamente concretas puede dar paso a que la ejecución de la obra sea un mero trámite e incluso una experiencia que todos podemos reproducir con resultados diversos, generando vivencias de todo tipo, he allí una de las aportaciones de la propuesta conceptual de LeWitt. Aunque, surge inevitablemente la pregunta, ¿cómo ejecutar una obra de LeWitt, si no somos dibujantes expertos?, quizá podemos asumir el reto, justamente como una oportunidad para arribar a cierta experiencia mística, como el propio artista en algún momento apunta, en El dibujante y la pared:

El dibujante y la pared entran en un diálogo. El dibujante se aburre, pero más tarde, a través de esta actividad sin sentido encuentra paz o zozobra. Las líneas en la pared son el residuo de este proceso. Cada línea es igual de importante que las otras líneas. Todas las líneas se vuelven una misma cosa. El observador de las líneas no ve más que líneas en una pared. No tienen sentido. Eso es arte[4]

Es decir, las líneas que tenemos ante nuestra mirada son de algún modo las huellas de una vivencia ya no de carácter racional, sino “místico” pues deviene a partir de una cierta experiencia que confronta al propio dibujante entre un estado de paz, aburrimiento y angustia, y al final lo más importante no fue el resultado sino el proceso, es como si dibujar aquellas líneas reiteradamente se asemejara al acto de sostener mantras.

Sin embargo, ¿podemos llevar las aportaciones de Sol LeWitt al campo de la escritura?, esta pregunta la podemos responder con un par de observaciones respecto a lo que ya hemos identificado previamente. Primero, una forma de trabajar en el arte conceptual consiste en gestar una idea, de tal modo que nos permite esbozar un plan, en segundo momento, esta idea debe ser lo suficientemente concreta para llevarse a cabo, por último, la ejecución deberá conservar la fuerza de la idea cuidando de no establecer juicios racionales en el proceso.

Por último, tratemos de llevar a cabo estas enseñanzas al terreno de la escritura, por ejemplo, podemos desarrollar la siguiente idea; “Comprar un periódico del día 27  de Marzo del 2021, después copie de principio a fin el contenido del periódico, de izquierda a derecha o a la inversa, cuidando de transcribir cada letra y signos de puntuación, toda la transcripción en hojas de colores”, al seguir este plan o instructivo, probablemente lograremos ejecutar obras literarias constituidas por distintos contenidos, tamaños o incluso realizar obras ilegibles, pues el periódico que decidamos comprar, la dirección en que copiaremos las letras, o el tamaño y color de las hojas en el fondo depende de nosotros, y evidentemente nos vemos confrontados por una dinámica irracional, somos aquel dibujante frente a la pared, solo que en vez de paredes son hojas de colores, y en vez de líneas son letras. Quizá el ejemplo bien podría ser un fracaso, sin embargo, creo que en función de lo que hemos atisbado, nos resulta mucho más próxima la posibilidad de aprender las prácticas del arte conceptual y llevarlas al campo de la escritura, en última instancia será usted, el escritor o la escritora quien ponga en marcha la “máquina”, o sea la idea.


Referencias

  • LeWitt, S. (2019). Escritos . México: Alias.
  • LeWitt, S. (s.f.). Ubu. Obtenido de https://www.ubu.com/papers/lewitt_sentences.html
  • Lippard, L. (1973). Seis años: la desmaterialización del objeto artístico de 1966 a 1972. Madrid: Akal.

Referencias Imágenes

  • Focus: Sol LeWitt MoMA en https://www.moma.org/calendar/exhibitions/305?
  • Sol Lewitt Case Study en https://wenxinyang.com/sol-lewitt

[1] (LeWitt, 2019, pág. 29)
[2] (LeWitt, Ubu)
[3] (Lippard, 1973, pág. 173)
[4] (LeWitt, Escritos , 2019, pág. 63)