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10 poemas de MARTÍN BRAVO SENMACHE (Perú) | PR1MERA LÍNEA: Catálogo Curado de Poesía Internacional

10 poemas de MARTÍN BRAVO SENMACHE. #Poesía Peruana
PR1MERA LÍNEA: Catálogo Curado de Poesía Internacional


CANTOS MEMORIOSOS
(SELECCIÓN)

IDENTIDAD Y RAZÓN

¿Quién me lee?
¿Es acaso el recuerdo,
que goza hoy de algunos dedos,
y dibuja ante mí el reflejo
de una sonrisa avergonzada?

¿Tal vez me lee la aventura?
¿O el deseo eterno de emprenderla,
que hoy, como ayer –y como mañana–
se esconde por los colores de un traje
de corte pulido y elegante
y de admirable incomprensión?

¿Y si acaso me lee una gota de sudor,
en cuyo destello se confiesa una lágrima
(un estoico deseo de vivir),
que lubrica el eterno suspiro
por el que nos deslizamos?

¿Me lee quizás el repicar de dos huesos,
el grito de una pose vanguardista,
que se cansó de esperar al tiempo,
y ahora abraza, resignada, una mueca feliz?

Lectura del destino:
que por las arrugas sonoras de mi papel,
corra libre e infantil, aquello que somos
–lo que se nos fue permitido ser–.
Y que en cada nota musical
que yo no he de consentir
encuentre la curiosidad su rostro,
o encuentre, feliz, un espejo empañado,
¡que lo será todo y nada a la vez!

CAMINANTE, CONFIDENTE DOMINICAL

Caminante, confidente dominical,
mi sombra amiga de mediodía:
perdóname el dolor de mis largas huellas,
y perdóname también el fondo de sus verdades.
Mas pronto en ellas habrá de crecer el verde,
y el bajo relieve de mi fealdad
servirá de reposo para todas las almas tristes
que buscan, con ansias, un niño
–un ángel amigo–
que les acompañe en su andar.

ODA A LA POESÍA

¡Oh, canto feliz!
He sabido buscarte entre los rumores musicales
de cada despertar largo y tímido.
Has sabido elegirme entre los versos fallidos
y recogerme del papel ya enlutado.
Te he esperado en el funeral de los soles
y has sabido llegar a tiempo
para acariciarme, cuando ya estaba dormido.
Tu magia es también mi magia.
El destino que me rezas, es el que escribo.
Mis vidas se colorean de sonidos
cuando te aliento con epítetos
y cuando, al fin del camino,
me rindo ante tu lírica.
Mis vidas se llenan de sentido
cuando te doy identidad y valor
para entonar, infantil, tu sinfonía
incluso mucho tiempo
después de mí.

CANTO DE IDENTIDAD

Soy esa biografía
que yace resignada
en la biblioteca
del olvido
y del polvo,
ajena a los dedos prestos
del deseo
y la curiosidad.
Soy también ese niño
que entre sus risas y el llanto
consulta a sus manos
la razón de su universo,
y deja constancia de su andar
escribiendo en mis hojas
el idioma del amor
y la esperanza.

LA RISA ÍNTIMA

La risa íntima
de quien se sabe feliz,
por un descuido del hombre
o un ingenio de su destino.
¡Debe ser rápida!
Como la memoria de un sueño,
o el sabor de un verso,
que se nos van al despertar.
¡Debe ser rápida!
Que el sueño se olvida
y el verso se evapora
cuando uno se despierta
y se sienta a recitar.

SUAVE INTERLOCUTOR ANGLOSAJÓN

De un suave interlocutor anglosajón
escucho atento, cada día, en confesión
las anécdotas de mis destinos truncados.

Con la seducción de sus haches y vedobles
me convence, abogadil, de mi presencia
en cada una de sus historias,
que yo juzgo fantásticas, indignas de mí.

Los sonidos, los colores, los momentos,
se me acercan con un valor literario.
Quisiera yo que sean ficciones,
mas luego compruebo la identidad fatal con que aparecen,
como el primer llanto de bienvenida al mundo.

A veces mi narrador ensaya la eficiencia,
y le basta el universo de una flor
para arrancarme sonrisas escrupulosas:
Allí estoy yo,
Nítido como el olor
Que se pasea coqueto por las espinas.
Allí estoy yo,
En la rojura innegable
De un tibio afluente lleno de verdad.

¿Sonará este verso en uno de mis destinos?
¿Tal vez en la eufonía de palabritas inglesas,
o quizás en las memorias de fragancias universales?
¿Tal vez en las verdades de un libro fantástico,
o quizás en las premoniciones de un recién nacido?

Puede que escuche la respuesta
en los reflejos de ese espejo hablantín,
que hoy, por la mañana, rutinario,
me dediqué a observar y a pulir.

ENCARGATURA DEL ORGULLO

Se me ha pedido tomar el hierro;
y pintarle a sus destellos
el color memorioso de la redención.

Del paseo curioso de mis ojos,
orientado por el grito circular,
vislumbro, resignado,
al impostor de mi destino,
que llega juicioso y atrevido
con la autorización del aplauso.

Aunque alumbran iracundas mis ropas,
y las luces encendidas están,
su jurisdicción se asoma imponente,
y me absorbe, indefectible,
pensamiento a pensamiento.

El peso del recuerdo inclina mi frente,
y fracaso en el juego tierno de las miradas.
mas me refugio, pronto, en la espada
que yace erecta frente a mí,
como la verdad de mi brazo diestro.

Por las cobardías de mi espalda
asciende firme el aroma de la tradición.
Pero el olor de las muertes,
de esas que hincan, que pintan, que inspiran,
no justificarán esta tarde versos ajenos,
porque el poema que se escriba será solo mío,
incluso si la tinta deba ser mi cuerpo
y la rima deba ser mi sangre.

NUEVO VERSO DE PIEDAD

Como la maleza,
del tenue rocío
puedo yo nacer.

De una mañana generosa
puedo yo abdicar mi inconsciencia
y concebir la vida entera
llena de mis flores
Y de color.

Puedo entre mi claro darle reposo a dos historias
(que son una gran historia).
Y puedo también sellar con mi aroma
todas sus promesas de eternidad.

Entre los suspiros de mis hojas
descubrirá el cariño tímido
algún rumor de valentía.
Y con caballerosa violencia
se arrancarán mis flores más bellas.
(Y todos los destinos que entrañen su olor.)

Y me convertiré, en fin, en el valor

de un ramillete, de en una confesión.
Mis colores justificarán un encuentro a ciegas
que vivirá, cómplice, en el sendero
tejido, línea tras línea,
por dos manos temblorosas.

Aquel pacto, si infantil,
resonará afinado entre mis vidas,
a través del tiempo enemigo,
como un eco, una oración,
una conseguida justificación.

¡Oh, señor!
Que hoy mi muerte dure poco,
y que mis flores crezcan pronto.
Quiero poblar la tierra con mis hojas
y con el aroma de mi amor,
¡incluso después de mil muertes,
y de mil versos de piedad!

PLIEGO DE RECLAMOS II

Escúchenme
en las mentiras de un hombre bueno.
Llórenme
en mi desierto de flores moribundas.
Sálvenme
de las mañanas terroristas,
–que me azotan con su gloria bendita,
con su hermosa promesa
de vivir una vez más–.
Encuéntrenme
jugando solo en el lago calmado.
Acarícienme
dibujando olas en el agua.
Y véanme crecer y alejarme en ellas
como un recuerdo infantil.
Pero antes rescaten la historia
de mi olor intrépido,
–que es una llave o un candado–.
¡Y por sobre todo
líbrenme
del tiempo suyo,
pronunciando a gritos
los versos que no me permití!

ENCUENTRO Y EXPECTATIVA

Debo al vapor sonoro
de una mañana industrial
la impresión primera
de una locomotora,
que se grabó rauda
en mi memoria
con el fallecer lento
de un cigarrillo.

He anticipado, sensible,
la belleza del paisaje,
que las horas pintarán
en los cristales novedosos,
con los olores del camino
y con los recuerdos
del feudo superado.


Martín Bravo Senmache

Martín Bravo Senmache nace en Chiclayo (Perú) en 1996. Se dedica, prácticamente en exclusiva, a su oficio profesional, la abogacía y la investigación jurídica. Pero entre expedientes, tribunales y aulas universitarias, ha sabido encontrarse un espacio para conversar honestamente con la vida, el tiempo y la memoria a través de la poesía. En agosto de 2020, coincidiendo con el fin de la cuarentena pandémica, culminó su primer poemario, Cantos Memoriosos, una obra que reunió dieciocho ensayos de versificación. Actualmente, temas como el descubrimiento de su fe y su autoconocimiento a nivel espiritual están dando forma a sus nuevos proyectos poéticos.