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Slow Times | Deconstruyendo la otredad #14

Deconstruyendo la otredad #14, una columna de Beli Delgado


“No me importaba que no me enviara muchos mensajes… ¿qué significa eso en esta época? Si eres un profesionista urbano de más de veinte años que no envía mensajes de texto, es casi imposible tener una amistad contigo. Para que una amistad exista en 2015 , la gente necesita saber que te puede escribir «ayyy, me encantan las almeeeejas» a las 2:15 p.m. del viernes y que recibirá una respuesta antes de las 2:30.” (49-50 pp.)

Escribe Rachel Fields en su ensayo–columna Las cinco etapas del duelo por ghosting, para el New York Times en la sección de «Modern Love»; y bien, es que la comunicación, instantánea gracias al internet, se ha instaurado en nuestra forma de relacionarnos. Ha logrado un movimiento opuesto en comparación al siglo anterior, si contrastamos la interacción contemporánea con la de las pasadas dos décadas: nuestra era es rápida, fugaz.

Hoy, todo el artilugio de la comunicación —en lo escrito— va desde los tiempos de respuesta de mensajes de texto hasta los matices a través de emojis y stickers que agregan connotaciones a lo que escribimos, dando pie a nuevas maneras de comunicarnos; entre otros aspectos, también se encuentra la fugacidad y dinamismo de las relaciones. Si bien, hoy contamos con esta forma de intimar con personas de todas partes del mundo, podemos recordar medios anteriores que servían al mismo objetivo, en este momento me refiero específicamente a la carta.

La carta es muy íntima, transmite una cercanía muy particular, suele referir a lo confesionario y privado, es —o quizá fue ya— un medio de comunicación con asociaciones muy específicas, como su atribución romántica: la idea de la carta perfumada es vigente. Sin embargo, las cartas en sí, han caído en desuso. Y es que, ¿quién preferiría enviar una carta en vez de mandar un mensaje de texto a esa amiga tan querida o a ese ligue tan anhelado? Nadie, no creo, uno requiere una respuesta pronta o las cosas suelen torcerse por la impaciencia. Bueno, a final de cuentas, nosotros podemos decidir, al menos, entre enviar una carta o un mensaje de texto, entre esperar el correo por semanas o la notificación luminosa en el teléfono por minutos.

Slowly es una aplicación que descubrí hace algo de tiempo—gracias a una amiga de carne y hueso—, es un simulador de correo. Por medio de ella envías cartas a pen pals —personas que puedes elegir libremente o buscar por intereses particulares—, en pos de desarrollar una amistad, de escribir, esperar y compartir. Claro está, como en todo, unas conversaciones se estancan, algunas veces los pen pals desaparecen y una se pregunta si estarán bien, otras más, no es lo que uno esperaba y todo se termina naturalmente, no todos los amigos están para quedarse toda la vida, no todas las personas cumplirán las expectativas a las que las comprometemos, con otras simplemente no hay punto de convergencia a largo plazo.

En este ir y venir de cartas, de esperar pacientemente y de conocer puntualmente, construí amistades invaluables a quienes es más fácil presentar con las etiquetas de sus naciones: Grecia, Brazil, India, Alemania, Hong Kong, el sur de China y el norte de México. Podría mencionar más partes del mundo que me brindaron muy buenos momentos y espacios de conocimientos, sin embargo me ceñiré a los lugares que, más que brindarme saberes desde sus centros, me trajeron amistades con las que puedo hablar de todo y con las que más que cómoda y segura, me siento apreciada y respetada. Hay muchas formas de conectar con gente, sin embargo, conocer a alguien de otro lugar, por más esfuerzo que hayas puesto en instruirte en su cultura, ideología o sistemas políticos y académicos, conlleva dificultades y son necesarios horizontes de conocimiento amables, responsables y dispuestos, más que sentirte supuestamente informada.

No es lo mismo saber y hablar de la diversidad cuando uno se informa a través de un libro escrito por un académico—una siente todo lejano, ello conlleva visualizar a una humanidad bien distinta, menos real—, a que uno se entere y analice desde las ideas, si bien subjetivas, también desde el centro de una realidad —desde la apropiación válida de los habitantes que sufren los mecanismos, hablando en general, y los llevan a cabo—. Sin embargo, siempre hay que tomar en cuenta los juicios de los amigos a través de sus marcos, circunstancias e ideología propia, porque si bien hablan de características de su nación, también hablan a partir de sus experiencias y estas se ubican de acuerdo a muchos factores socioculturales, económicos, políticos y étnicos o religiosos, por enmarcar algunos.

Lo que me gustaría señalar sin falta, es que cuando un conoce a un amigo, te permites conocerlo con todo lo que puedes brindarle y lo que la otra persona puede brindarte a ti, si bien entras en contacto con una otredad, la conoces en vista de la diversidad, sin emitir un previo juicio dictatorial y considero que ese tipo de descubrimientos son los que eventualmente llevan a desestigmatizar los mecanismos negativos de la otredad en la sociedad, pues uno se dispone a conocer sin interpretar la exoticidad “glamorosa” de los demás.

Los pen pals que llamo amigos, me han enseñado acerca de su política, economía, gastronomía, música, ritualidad y cultura tradicional pero más que eso, me han brindado su confianza, vulnerabilidad, y transparencia, por medio de la cuál, no sólo descifro una otredad, sino que la acerco a mi centro mientras ellos me acercan al suyo, de esta manera, más que borrar los centros, los aproximamos y motivamos el hecho de no ser un otro etiquetado, más bien nos convertimos en el amigo que, simplemente no vive al lado.    


Referencias

  • Modern Love, historias reales de amor, pérdida y reconciliación. (2020). Editado por Daniel Jones. Editorial Planeta Mexicana: México.