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Texto-tejido. Dos manifestaciones de una misma historia en Punto de Cruz de Jazmina Barrera | El espejo enterrado #34

El espejo enterrado #34, una columna de Daniel Luna


Existen algunas manifestaciones artísticas tan antiguas como el origen de la conciencia. Dos ejemplos de esto son la escritura y el tejido pues ambas forman parte de la memoria cultural de diferentes civilizaciones. Además, las dos mantienen una relación con el presente gracias a que ofrecen un instrumento en el cual es posible construir una enunciación frente a la mismidad y la otredad.

Dichas características unen a estas técnicas en una sola línea de creación-producción debido a que comparten una naturaleza similar antes de su desarrollo y durante el proceso de consolidación material. Cuando se escribe, se unen las palabras con una línea lógica tal cual si fueran puntos de una costura. Incluso, la palabra sánscrita: sutra significa hilo y texto mientras que el término texto procede del latín textus de la misma familia de texere, el verbo del cual se deriva en español la acción de tejer.

Esta implicación, aunque parece obvia, siempre resulta interesante cuando se resalta en alguna obra como es el caso de la novela Punto de cruz de la escritora mexicana Jazmina Barrera, quien ofrece en su libro una gran cantidad de cualidades literarias de las cuales es pertinente centrarse en las dos más importantes para el objetivo de esta columna. La costura narrativa y la metáfora de la aguja y el hilo con el proceso de la escritura creativa.

La primera tiene que ver con el comentario de la novela pues en ella es posible leer la historia de Mila, una adolescente quien tiene que crecer en un sistema constituido por la violencia, el machismo y la crisis ambiental. Sin embargo, el acontecimiento más rotundo es la inesperada muerte de su mejor amiga lo cual inicia el proceso de creación de esta novela-tapiz en donde se entretejen tiempos, historias, conversaciones y viajes.

En este libro, el bordado es la principal herramienta de sentido y resistencia pues en esta actividad las mujeres de cientos de culturas y épocas han encontrado la libertad, la comunidad y el arte. Lo anterior la convierte en una crónica de viaje o una crónica acerca del efecto de los viajes en la identidad tanto propia como colectiva, resultando en un retrato de las relaciones entre mujeres; cómo se eligen, qué afectos las acompañan y qué rumbos las dividen.

La autora juega con el tiempo a fin de reflejar la complejidad de tejer pues sobrepone un hilo cronológico sobre otro mientras enreda al lector en el centro de la reflexión más importante. Un discurso sensible para quien está abierto a observar la aguja que lo une todo a través de la intertextualidad entre el escrito y el tejido, dos presentaciones del mismo mensaje.

Por lo tanto, la segunda característica a resaltar es esa construcción alegórica entre la historia del tejido en la cultura universal y la técnica narrativa con la que se presenta cada capítulo. Las referencias textiles están acorde a las emociones de la protagonista, al contexto retratado y, sobre todo, en correspondencia al estilo de la voz que diluye la presencia de la autora con la del personaje, enriqueciendo la lectura con un grado de empatía superior. 

El resultado final, es una obra genuinamente original con una variada selección de temas, técnicas y recursos que garantizan la continuidad del observador quien cuestiona sus propias concepciones de la realidad al anteponer una red de nuevas perspectivas bordadas o escritas con punto de cruz sobre la mente de cualquiera que se anime a iniciar esta novela y a practicar el hermoso arte de la costura. Habilidades de desdoblamiento y conexión interpersonales que conducen a un desarrollo humano.