Entre sociedades y romances. «Paseo de la Reforma» de Elena Poniatowska

El espejo enterrado #13, una columna de Daniel Luna

Elena Poniatowska es una escritora y periodista mexicana quien nació en Francia el 19 de mayo de 1932. Esta característica de la autora produce una obra literaria marcada por la orientación social y política en la cual destacan crónicas bajo la polifonía testimonial desde todos los puntos de vista posibles en una sociedad heterogénea. Producto de este tradición escrita es la novela Paseo de la Reforma publicada en 1996 la cual relata la historia de un amor fugaz que transforma el universo personal de sus protagonistas.

En esta novela un joven Ashby Egbert, miembro de la alta burguesía mexicana, sufre un accidente en ausencia de sus padres que lo obliga a permanecer en un hospital público en donde descubre la realidad de miles de personas a las que nunca había visto. Obreros, empleadas domésticas, choferes, albañiles entre otros. Compañeros de cuarto quienes le regresan la sensibilidad por la pequeñas historias de todos los días.

Gracias al anterior evento y a la presencia mística de Amaya Chacel, Ashby abre los ojos a una realidad insólita, contradictoria y deslumbrante la cual lo empuja al abismo en un final tanto trágico como romántico, esto a pesar de seguir en apariencia las reglas de su clase y posición. En este trabajo, Poniatowska apuesta por la construcción idílica de una mujer excepcional la cual inclina la narrativa costumbrista a una apasionante aventura desde su aparición hasta la última hoja.

No obstante, más allá de la construcción de los personajes, del ambiente y de la diégesis en general, es necesario mencionar la oportunidad que este libro presenta al relatarnos los movimientos sociales de México en la décadas de 1990. Estos conflictos entre estratos sociales al ser una consecuencia de la modernidad y el capitalismo no son desconocidos para la época actual, pero si presentan algunas diferencias a partir de las cuales se rastrea una evolución que sostiene a las prácticas del presente.

Ashby es un testigo y actor de los papeles que asumen las élites en países del margen en donde ellos mismos se presumen diferentes a pesar de compartir los mismo rasgos que la mayoría de la población. Esta actitud detona un punto en el análisis de la estructura social, pues son los hábitos de consumo lo que sustenta una distinción entre los mismos individuos. Con la cabeza en el eurocentrismo, pero con los pies en la tierra que localmente desprecian.

“Nada más cruel que una élite. Son crueles por ignorancia, por estupidez , porque no tienen la menor conciencia de su compromiso con los grandes deberes históricos. Nadie más lejos del sentimiento trágico de la vida que los ricos” (p.53). Estos dueños de la cadena de producción, de los bienes y de los servicios manipulan hoy la conciencia global desde el internet hasta los que gobiernan a una población. El hilo se enreda una y otra vez sobre el mismo punto de la costura, y solo un factor transversal puede romper con el tejido.

Dicho elemento también es presentado en Paseo de la Reforma y es la misma Amaya quien a pesar de pertenecer a la sector privilegiado utiliza la literatura, la historia y el arte para construir una conciencia que le permita actuar desde su privilegio a favor de una realidad común. Una figura utópica que se deja llevar por la extravagancia de su personalidad otorgada por sus aficiones y no por la moral de su infinita economía. Ella es la personificación del amor prohibido y de la libertad que envuelven al protagonista desde su primer encuentro hasta el cierre del libro.

Paseo de la Reforma es un retrato de muchas versiones de México; la intelectualidad al lado de la miseria; la burguesía al lado de la filosofía de izquierda; y el amor a lado del deber social. Una pequeña muestra de la cantidad de voces que surgen al contar una historia que modeliza al capital emocional como un pesar de aquel que lo tiene todo en un corazón vacío.