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Juegos de invocación. ¿Riesgos de Internet o portales al más allá? | Ojos abiertos #16

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Ojos abiertos #16, una columna de María del Rosario Acevedo Carrasco


La Internet es una herramienta que nos ha permitido hacer cosas que hace solo unos años habrían sonado imposibles, el acceso a la información y la facilidad que tenemos para comunicarnos han abierto espacios para que se hable de lo que sea, donde sea y cuando sea, difícilmente podemos pensar en una cosa que no encontremos en Internet. El terror no escapa a la red, prueba de ello es esta columna, pero dentro del género podemos hallar una gran variedad de contenidos y tal ha sido el impacto de Internet que incluso nos dio un subgénero no reconocido: Los creepypastas.

Los creepypastas son historias de terror que se difunden por Internet, generalmente en formato de anécdota, cuya principal característica es que no se definen los límites entre la realidad y la ficción. En sus inicios, eran exclusivas de plataformas como 4chan o Reddit, pero han alcanzado tal popularidad que dejaron de ser algo “oculto” para pasar a lo viral. Aunque en apariencia son solo relatos inofensivos, como los que se contaban en la escuela cuando el maestro salía del salón, existen creepypastas que más allá de narrar una historia son un instructivo para realizar rituales que van de lo inofensivo a lo ridículamente arriesgado.

Aunque los juegos de invocación existen desde hace ya algunos años, como las cartas espiritistas o la ouija, no siempre se han encontrado al alcance de todos; sin embargo, hoy en día basta un lápiz, una hoja de papel y un video de 5 minutos para, en teoría, obtener los mismos resultados. Y es que la curiosidad por lo desconocido es algo inherente al ser humano, un impulso inevitable que en ocasiones nos lleva a hacer cosas, en apariencia absurdas, como intentar contactar con espíritus para satisfacer nuestras ganas de saber, aunque esto en realidad sea imposible.

Los juegos, usualmente llamados retos cuando se vuelven virales, son numerosos y muy variables. Están aquellos como Charly Charly o el juego de la copa, diseñados a modo de oráculo para hacer preguntas y recibir respuestas sin aparente riesgo, salvo el de llevarse un buen susto al ver el lápiz girar. Por otra parte, tenemos algunos más complejos que no buscan respuestas, hacen honor a su nombre al tener la intención de invocar un ente para “jugar” con él por el solo gusto de la adrenalina al ser perseguido por algo que escapa de nuestro entendimiento.

Dentro de la segunda categoría podemos citar muchos juegos: El juego del ascensor, de las escaleras, baby blue, Daruma-San, el juego de la fortuna y una infinidad más. De manera general, estos juegos consisten en hacer un ritual de invocación, que suele involucrar velas, obscuridad y palabras para atraer al ente que perseguirá a la persona hasta atraparla o hasta que el juego termine, usualmente con un ritual similar al que se hizo al inicio, pero con la intención opuesta. Una honrosa excepción a esta fórmula general es el juego del ascensor, y sus derivados, cuyo objetivo no es atraer algo, sino llevar a la persona a una dimensión diferente donde deberá escapar de lo que encuentre ahí.

Para una persona escéptica, todo esto podría sonar a tonterías que alguien se inventó para ganar fama en Internet, y quizás sea así, es bien sabido que la advertencia de no hacer algo suele provocar el efecto opuesto; sin embargo, real o no, hay un peligro que ni siquiera la persona más escéptica del mundo puede negar: El poder de la mente. Se crea o no en esto, la sugestión puede convertirse en el mayor enemigo de una persona que decide involucrarse en un ritual. Prueba de ello es Japón, cuna de la mayoría de estos juegos, que tuvo que implementar medidas prohibitorias en las escuelas por episodios de histeria colectiva que llegaron incluso a suicidios.

Las mamás siempre lo dijeron, Internet puede ser un lugar peligroso. La curiosidad por lo oculto y la aparente facilidad con la que accedemos a ello pueden convertirse en una combinación poco grata cuando se cruzan con la incapacidad de distinguir lo real de lo ficticio. Aunque el juego no te lleve al infierno o a otra dimensión, puede llevarte a un lugar mucho peor, uno donde tu deseo por ver lo invisible es tan grande que tu mente se convence de que está ahí y es real, con todos los horrores que te contaron y algunos otros que tu consciente no podría imaginar. Aunque no llames a un ente, puedes crearlo, y es tal tu certeza de que está ahí que nada, ni el rito de separación más poderoso, podrá eliminar esa sensación de que alguien te mira todo el tiempo.

Aunque quizás, esa fue su intención desde el inicio.