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Poesía y Humanidades

Los nahuales: Una historia de transmutación y conocimiento ancestral | Ojos abiertos #14

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Ojos abiertos #14, una columna de María del Rosario Acevedo Carrasco


El folclor mexicano se caracteriza por tener elementos cuyas raíces prehispánicas fueron distorsionadas durante la conquista, terminando convertidas en arquetipos con un carácter demoníaco que no tenían originalmente y adaptadas a una visión eurocéntrica y católica que limita su existencia al misticismo que entrañan.

Una de estas figuras, que hasta la fecha no ha logrado su reivindicación como parte de nuestra cultura, son los nahuales. Según la creencia popular los nahuales son hombres, brujos o chamanes, con la capacidad de tomar la forma de algún animal. Dependiendo de la región, pueden considerarse como seres buenos y protectores o como entes malvados que roban comida y matan a otros animales.

Para entender este concepto es necesario saber que, en la época prehispánica, se vivía en armonía y se tenían relaciones estrechas con todos los elementos de la naturaleza, incluyendo a los animales, a partir de este binomio hombre-animal surgen dos conceptos nahualli y tonalli. Nahualli es la creencia de que algunos hombres tienen la capacidad de transformarse en animales, mientras que tonalli es la creencia de que todos los seres humanos tienen una conexión espiritual con un animal desde que nacen y que esta determina la personalidad y las cualidades de la persona.  

Pero remontarnos al origen implica también comprender que la cosmovisión de la mayoría de las culturas en Mesoamérica era menos rígida respecto a las divisiones entre un plano existencial y otro, así, el poder de los nahuales era más bien entendido como la capacidad de moverse entre el plano humano y el extrahumano, lo que le permitía además una conexión más cercana con la naturaleza y con los dioses que, dicho sea de paso, muchas veces adquirían también formas animales para manifestarse ante los humanos.

La existencia del nahual ligada a su conocimiento y las habilidades con las que nacía, queda evidenciada en textos como los Primeros memoriales de Bernardino de Sahagún, donde nos explica que el nahual era conocedor del cielo, la muerte y los fenómenos de la naturaleza, y aconsejaba a los gobernantes sobre cómo actuar para estar preparados. Sahagún utiliza tres términos como sinónimo de nahualli: Brujo, astrólogo y conjurador de granizo.

Entonces, ¿Cómo es que estos hombres sabios pasaron de ser respetados, y hasta obedecidos, a convertirse en figuras satánicas a las que había que temer y exterminar?

Suena familiar, ¿no?

Es bien sabido que después de la conquista y con la intención de evangelizar, todo lo que no fuera católico se calificó de pagano y fue perseguido por la inquisición. Los nahuales no fueron la excepción, pues en los primeros años de la Nueva España se registraron varios casos de nahualismo, tales como el de Martín Ocelotl o Tzutzuma de Coayacán, hombres cuyo pecado fue predecir inundaciones y llamar hermanas a las nubes.

A partir de entonces, el concepto de nahual se ha distorsionado hasta convertirse en las historias que conocemos hoy, como la del brujo del pueblo que por las noches se transforma en un perro negro y se come a las gallinas de los vecinos, o la del abuelo que una noche mató un guajolote y por la mañana se encontró con el cadáver de un hombre en su cocina. Curiosamente, las historias de nahuales tienen ciertas similitudes con las de las brujas, llegando a ser casi idénticas e incorporando características de un ente dentro del otro.

Aún hoy, que del origen queda poco y predomina la connotación negativa, siguen existiendo pueblos que conservan la idea del nahual como un hombre de conocimiento, llegando inclusive a adquirir un carácter protector. Pero la protección no solo es para los pobladores, es también para la naturaleza, los animales y las plantas, pero sobre todo, para el conocimiento, ese que se ha hecho paso a lo largo de los siglos y a pesar de incontables esfuerzos por borrarlo.

En un mundo globalizado donde la homogeneidad es la regla y mantenerse fiel a los orígenes es sinónimo de rezago, el nahual pierde el carácter místico y retoma su significado original: Conocedor del cielo, la muerte y los fenómenos de la naturaleza.  Hoy, que este conocimiento ancestral de la naturaleza está por extinguirse y nuestra relación con ella es casi inexistente, que dejamos de tener una conexión con los animales, el cielo y la tierra, y que la armonía se ha perdido y amenaza con hacernos desaparecer; surge nuevamente esta figura para ser lo que era en un inicio.

Brujo, astrólogo, conjurador de granizo.