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Poesía y Humanidades

Octavio Paz y su viaje a la India | El espejo enterrado #03

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daniel luna el espejo enterrado

El espejo enterrado #03, una columna de Daniel Luna


Uno en todo, Todo en nada,
¡Sunyata, Plenitud vacía!
Octavio Paz

Octavio Paz, como el escritor, poeta y ensayista más reconocido de la segunda mitad del siglo xx, realizó una gran cantidad de viajes que se pueden estudiar en la basta línea de referencias dentro de cada uno de sus trabajos. Desde su viaje a España donde interactúa con el circulo de intelectuales de ese país hasta su estadía en lugares como Estados Unidos y Francia. Cada viaje marcó de manera diferente su vida, su visión y su obra construyendo así la figura que regresa a México antes de terminar el siglo. 

Sin embargo, fue en 1962 cuando empieza uno de los viajes más significativos en su carrera, en este año fue nombrado embajador mexicano en la India, país que lo maravilló por su cultura y espiritualidad. Comienza la gestión de su nuevo cargo lleno de preguntas y reflexiones infinitas extendidas sobre el papel. Se pregunta sobre los beneficios y se deleita con los resultados del exilio voluntario dentro del encuentro cultural entre su pasado y el país tan diverso frente a él. 

Es en su poema Concierto en el jardín que se presenta la primera imagen de la India ante el poeta, la musicalidad del río y del viento. La tierra y la doble flor. Cada compás fue un solo tono de su primera impresión. Misma la cual se convirtió en la base de sus movimientos y decisiones como el puente entre su país y su hogar en Nueva Delhi. De este enfrentamiento nació la dualidad entre arte, filosofía, religión, historia y sociedad. 

Gracias a su disposición e interés surgieron relaciones proliferas entre artistas y políticos. Ejemplo de ello fueron las misiones encomendadas a personajes como Miguel de León Portilla, Agustín Yáñez, Mario Ojeda y Rufino Tamayo comprometidos a realizar presentaciones en la capital india y otras ciudades de la región. De esta manera la relación México-India se fortaleció permitiendo que uno se beneficiara con los avances científicos del otro mientras que se exportaban los avances agrarios mexicanos al otro lado del mundo. 

Paralelo a este trabajo creció entre sus contactos la virtud de la amistad, cultivó relaciones personales con figuras como Jawaharlal Nehru y su hija Indira Gandhi, con quien mantuvo una sólida amistad incluso después de su nombramiento como primer ministro en 1966, juntos compartieron consejos políticos refrentes a Latinoamérica y el continente asiático. Paz también alimentó sus reflexiones con sus pares, como novelistas, académicos y periodistas de la talla de Romesh Thappar y Sham Lal. 

Dicho lo anterior, otra de las principales actividades del ensayista fue viajar por varios paisajes a lo largo y ancho del Bharata. En su estadía visitó el sur de Asia y en repetidas ocasiones algunos lugares como Madrás, Madurai, Bombay y Udaipur. Incluso aquellas jornadas llegaron a los países vecinos de Kandy, Colombo, Lahore, Taxila, Kabul, Herat en Pakistán y Afganistán. Atravesó en coche por la célebre ruta de Khyber el paso en ese entonces conocido como ruta de los hippies antes de la guerra. 

La fascinación de Octavio Paz por la India se convirtió en un enlace recíproco entre la cultura hindú y su persona. Ante los ojos de los dioses de la religión eterna, el mexicano era el creador extranjero más querido por la gente, no faltaba la ocasión en que alguien se detuviera a saludarlo antes de bajar del tren. Un hombre fascinante desde el punto de vista de aquella cosmovisión ancestral, el escritor que tenía un lado sensible como poeta, un lado intelectual como político y una clara relación con su espíritu.

Lamentablemente, el cierre de aquella aventura fue antes de como se hubiera imaginado. Terminó precipitadamente y su adiós fue un recuerdo amargo en la memoria del embajador. En 1968, tras seis años fecundos de labor, Octavio Paz presentó su renuncia un 4 de octubre como protesta ante el gobierno mexicano sentenciando así su unión con los funcionarios de este país. Tras lo sucedido en Tlatelolco su decisión fue presentada como un gesto moral único. Tres días después muestra otro compromiso, ahora como poeta, con su escrito México: Olimpiada de 1968.  

No obstante, ese no fue el final de la India y Octavio Paz. Su relación se mantuvo dentro de sus poemas, vivió por más años bajo la pluma de cada libro, sueño y verso publicado tiempo después. Las imágenes y los sonidos de oriente lo acompañaron desde el primer día que llegó a la India hasta el último de su vida. Prueba de ello son los símbolos y la herencia de obras como Ladera este donde el escritor defiende su título de catalizador al revivir toda su experiencia. 

Incluso es posible afirmar que fue el viaje a este país el que ayudó a culminar la figura merecedora en 1990 del Premio Nobel de Literatura. Considerando su escritura apasionante con amplios horizontes, caracterizada por una inteligencia sensorial integra del valor humanista, es indiscutible pensar que la cultura hinduista tuvo que ver en esta formación. A lo largo de los años que Paz fue embajador nutrió su alma de la filosofía y las imágenes orientales que ampliaron su mundo literario. 

Existen dos importantes hechos dentro de la influencia de la India en la obra de Paz. El primero, como ya sé mencionó, es que la cultura india, su mitología y pensamiento budista proporcionó la mayor parte de la materia prima para su creación literaria. El segundo fue el encuentro en ese país con Marie José, el cual transformó el sentido de su amor y su pasión como un conjunto de ideas y experiencias. Descubrió el amor de la imaginación erótica que se describe en la mayoría de su poesía.

Durante ese periodo, resultó la creación de obras importantes tales como Conjunciones y disyunciones, una recopilación de poemas, Una tierra, cuatro o cinco mundos, libro de ensayos, El mono gramático, considerado como poesía en prosa y Vislumbres de la India. Sin mencionar, el ya citado Ladera este pues es considerado como la obra con mayor influencia de este periodo. Para Paz, la vida occidental había perdido su cohesión con el mundo y en ese entonces encontró la calma a sus inquietudes en su nuevo hogar. 

La interacción de la India en las obras de Octavio Paz puede definirse en tres puntos importantes. El primer nivel son las experiencias personales como su matrimonio con Marie José bajo el famoso árbol de Nim. El segundo es la incorporación de los conceptos budistas del Nirvana y de Sunyata, además los versos con carga mitológica politeísta de la cultura hindú. La tercera faceta es la unión de ambos sentidos. La conexión entre el hombre y los dioses, y toda la carga que subyace en medio de ambos. 

Al final la vida y obra de Octavio Paz después de la India no volvió a ser la misma. Fue un cambio significativo en su carrera cuyo resultado se resume en la internacionalidad de sus palabras y el nivel espiritual de la poética que le valió el reconocimiento más importante de la literatura a nivel mundial. Más allá de un hecho histórico-político este encuentro quedará en la memoria del arte y de la literatura mientras se lea un verso de este magnífico escritor.