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Poesía y Humanidades

Poetas Malditos | Surf Literario #13

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Surf Literario #13, una columna de Estefanía Barrientos


Se le denomina “Poetas malditos” a una generación de artistas franceses que por medio de belleza y aire gótico impregnaron su estilo en la poesía. El nombre de dicha generación surge de la publicación de un ensayo de Paul Verlaine titulado “Los poetas malditos”. El escrito narra el tipo de vida que llevaron él y otros poetas, que fue catalogado como “maldito” justamente por su relación con los tormentos. También queda plasmado en este ensayo el tipo de Literatura que fueron desarrollando y cómo gracias a su renovación estilística marcaron la historia literaria no sólo de la época sino también la de nuestros días.

Todo inició en Francia entre finales del siglo XVIII e inicios del siglo XIX. Los integrantes originales de esta generación fueron: Charles Pierre Baudelaire, crítico y traductor francés que siempre tuvo un especial gusto por la poesía, y cabe decir que una de sus principales influencias fue Edgar Allan Poe, a quién inclusive tradujo en varias ocasiones. Jean Nicolas Arthur Rimbaud, autor de la conocida y popular obra Una temporada en el infierno, Rimbaud sin duda tenía una visión muy particular sobre lo que quería plasmar en su poesía, para algunos críticos él desafiaba sus propios sentidos y contraponía la manera de crear sus obras. Paul-Marie Verlaine, otro perteneciente personaje de esta generación que contribuyó enormemente a la poesía francesa y que se le relacionó sentimentalmente con el ya mencionado Arthur Rimbaud, ambos tuvieron un profundo y loco amor, y lo que inició con profunda admiración, terminó con excesos de sentimientos locos y desenfrenados al grado de que en cierta ocasión Verlaine disparó al poeta Rimbaud en la muñeca en dos ocasiones. Posteriormente un juez dictaminaría su encierro en la cárcel. A esta lista le sigue Stéphane Mallarmé, su forma de hacer Literatura abrió paso a las futuras vanguardias, y se puede decir fue un antes y un después en el precedente estilismo que plasmaba, fueron varios los artistas que influyeron en la obra del poeta pero el que fue determinante de entre todas su influencias fue Baudelaire. Aquí aplica la frase “El alumno supera al maestro” pues según la crítica, él superó a sus maestros dando vida a obras más libres y detalladas. Tristan Corbière es el más desconocido de esta generación, pues sólo se sabe que publicó un libro. Y finalmente el último miembro de este grupo fue Auguste Villiers, sus relatos abordan la ciencia ficción, el terror y la filosofía, en dónde queda de manifiesto una profunda influencia también de Edgar Allan Poe en historias como Cuentos crueles (1883), La Eva futura (1886) y Axel (1890), entre otras.

Sí bien los anteriormente mencionados fueron los pioneros en el llamado “malditismo”, hay personajes que, aunque no propiamente se dedicaron a las letras, también pudieron ser catalogados como “poetas malditos”, por ejemplo; Jim Morrison o Ian Curtis.

Los poetas malditos, no aceptaban ni a la sociedad, ni a la realidad que les rodeaba, al contrario, se rebelaron contra ella. Se consideraban superiores al resto de la gente porque eran poetas, decían que tenían mayor sensibilidad. Se consideraban incomprendidos. Se sentían más cercanos a la belleza.  Poetas que se aislaron de la sociedad, huyeron de los honores, de los puestos oficiales y adquirieron aspectos de marginados sociales, conocieron la miseria, las enfermedades y el abandono. La atracción de tantos por la vida bohemia de los poetas malditos franceses ha contribuido a idealizar la imagen de lo moderno en la literatura.

Cerramos con uno de mis poemas favoritos de Charles Baudelaire, “Tristezas de la luna”

Esta noche la luna sueña con más pereza,
Cual si fuera una bella hundida entre cojines
Que acaricia con mano discreta y ligerísima,
Antes de adormecerse, el contorno del seno.

Sobre el dorso de seda de deslizantes nubes,
Moribunda, se entrega a prolongados éxtasis,
Y pasea su mirada sobre visiones blancas,
Que ascienden al azul igual que floraciones.

Cuando sobre este globo, con languidez ociosa,
Ella deja rodar una furtiva lágrima,
Un piadoso poeta, enemigo del sueño,

De su mano en el hueco, coge la fría gota
como un fragmento de ópalo de irisados reflejos.
Y la guarda en su pecho, lejos del sol voraz.