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Seaspiracy: la sostenibilidad pesquera… ¿Es solo una ilusión? | Foro Verde #07

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Foro Verde #07, una columna de Julieta Pirez Rendon


El documental Seaspiracy distribuido por la plataforma más popular de streaming en nuestros días, toca un tema fundamental y además que implica un reto al parecer, insuperable para la preservación ambiental, la sostenibilidad de los océanos.

El director Ali Tabrizi hace un recorrido bastante convincente del por qué se debería dejar de consumir pescado, la forma es prácticamente impecable, comienza contándonos su afición por los espectáculos de animales marinos como delfines y ballenas cuando era un niño y cómo eso lo llevo a tenerle cariño y respeto al mar, a preocuparse por ese ecosistema vital, ahora amenazado, en primer lugar (creía él) por la contaminación por plástico. El también activista inicia un trabajo de limpieza de las playas pero se da cuenta que eso no es suficiente y decide indagar sobre lo que en realidad le pasa al océano.

Para esto se entrevista con el ex-entrenador de delfines y también activista Richard O’Barry, famoso a nivel mundial por el documental “The Cove”, e inevitablemente nos remonta a los horrores denunciados en ese audiovisual sobre la matanza de delfines en Taiji-Japón.

Tabrizi entonces se embarca en la aventura de descubrir la verdad, lo que lo lleva a destapar un entramado complejo de crímenes contra los océanos, donde la masacre de animales para espectáculos en parques acuáticos solo es la punta del iceberg; lo que hay más allá es la enorme corrupción de la pesca industrial, que no solo es el mayor contaminante del mar sino también el responsable del ecocidio que está acabando con la biodiversidad marina, al sobrepescar y acabar incidentalmente con especies que no son de interés comercial. Y por si esto no fuera suficiente, el director va poniendo en evidencia lo poco que hacen las grandes organizaciones ambientalistas por conservar los océanos, y cómo las instituciones encargadas de certificar la supuesta inocuidad de los productos pesqueros en realidad están coludidos con las grandes empresas del sector. Muestra que las “eco-etiquetas” no son más que farsa, y denuncia la desaparición de observadores cuyo trabajo es la vigilancia a bordo de las embarcaciones para que estas cumplan con los lineamientos de pesca sostenible. Señala además la grave violación a los derechos humanos que sufren los pescadores de subsistencia, afectados por luna pesca de altura donde imperan los salarios paupérrimos, las condiciones denigrantes, y otros problemas asociados al aparente fracaso de alternativas ambientales como la piscicultura.

Al final, Tabrizi apoyado por figuras como la bióloga marina Sylvia Earle y el activista Paul Watson, señala que la sostenibilidad de la pesca es imposible y lo mejor es dejar el consumo de productos del mar, de una vez por todas, una sentencia vegana que le ha valido un sinfín de críticas. Y aquí viene la otra cara de la moneda, si bien, como ya se había dicho, la forma del documental es impecable en el sentido de que no solo denuncia sino que además nos lleva a pensar en lo que verdaderamente está pasando con el aprovechamiento de los recursos naturales marinos, también es cierto que el fondo del mensaje es un tanto siniestro y hasta confuso. El propio filme expone la necesidad de los pescadores ribereños y artesanales de seguir con sus actividades, ya que pescan por alimento, por subsistir; es una forma de ganarse la vida y esa es una situación que se replica en Estados costeros alrededor del mundo. Cientos de miles de familias por todo el globo terráqueo sobreviven de pescar, por necesidad, porque no existen otros medios de vida en sus comunidades; y algunos tantos también la ponen en práctica por cultura, porque ha sido una actividad realizada de generación en generación. Estos elementos del problema no se pueden obviar porque sí.

Lo que demuestra “Seaspiracy” es que la sostenibilidad pesquera realmente ni siquiera se ha pretendido, que las regulaciones están de adorno, que no se cumple la ley. ¿Qué pasaría si realmente se intentara desarrollar la sostenibilidad en la pesca, priorizando al pequeño pescador? Prohibir la pesca a gran escala es plausible, ha demostrado su ineficacia, su incapacidad, su poca disposición de cumplir con las normas ambientales y su nulo respeto por los ecosistemas marinos; pero no por esto, se puede afirmar el acabar con toda la pesca de tajo, la seguridad alimentaria, económica y cultural de millones de personas en todo el mundo dependen de esta actividad. Es un tanto irresponsable decir que la mejor solución es dejar de comer pescado, porque el problema estriba en que, en realidad la sostenibilidad ni siquiera se ha intentado llevar a cabo, solo se ha simulado y las consecuencias de esa ficción son nefastas, una gran variedad de problemas socio-ambientales relacionados con la dicotomía sobre el desarrollo económico y el medio ambiente, se vuelven cada vez más constantes, es fácil apuntar a que, el concepto de la sostenibilidad es la culpable, parece una utopía, una simple ilusión; pero una vez más, el problema somos nosotros, los humanos y nuestra incapacidad de esforzarnos por alcanzar el equilibrio con la naturaleza.