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Poesía y Humanidades

Un sueño de amor: el olvido del ser en La sirenita de Disney | The trash can of ideology #03

5 minutos de lectura

The trash can of ideology #03, una columna de Ángel de León


What would I give
if I could live
outta these waters?[1]

Es un lugar común señalar que la sirenita renuncia a su hogar y a su condición de sirena por un hombre, lo que se lee como otra perniciosa alegoría del amor romántico: la de una mujer que adapta su ser al ser de su pareja. Pero Ariel deseaba piernas antes de conocer al príncipe; aunque hay dolor por dejar a su padre y a sus hermanas y por perder su cola de sirena, Ariel no quiere ser sirena. No es el amor por el príncipe lo que la hace desear la vida en la tierra; más bien, se enamora del príncipe porque es humano, porque con él puede llevar la vida que desea.

La bruja del mar, cuando Ariel duda si sacrificarse o no, le dice, cínicamente: “pero tendrás a tu hombre”, con lo que el deseo de la sirenita queda reducido a un sueño de amor. Así, Úrsula (y el público), malinterpretamos a Ariel.

Este viraje en la narrativa no es inocente; la película configura esta lectura desde una ideología donde, precisamente, tendemos a entenderlo todo en términos de amor romántico: el sueño de Ariel, que en la canción Part of your world contiene el afán de conocimiento y de libertad, termina por asimilarse, y acaso reducirse, al cuerpo del amado, al beso de amor verdadero del que depende su felicidad. Rápidamente, la película olvida las motivaciones originarias de Ariel, como es evidente en la sutil variación de Part of your world, luego de que Ariel rescata a Eric de ahogarse:

What would I give to live where you are?
What would I give to stay here beside you?
What would I give to see you smiling at me?[2]

Desde el inicio de la película, Ariel está consciente de que los sueños cuestan, y está dispuesta a dar lo que sea para cumplir su sueño, que no tiene, al principio, nada que ver con el príncipe. Sin embargo, en esta segunda versión de la canción, Ariel ya no canta el mundo de los humanos, sino el amor de un hombre, aunque hay suficiente consistencia en el personaje para que aún insista en todo aquello que deseaba en un principio: nosotros, el público, olvidamos el deseo de Ariel, pero ella no; la fantasía que sostiene su amor por el príncipe es la de correr a su lado y de tomar el sol, cosas que deseaba antes de conocerlo, y que perfectamente podría hacer sola. Es ahí donde interviene la ideología: la película hace depender el cumplimiento de este deseo del amor del príncipe, y lo convierte en protagonista de la vida de Ariel.

¿No es esa una de las experiencias fundamentales del amor romántico? El sueño de correr y tomar el sol ya no sostiene el enamoramiento, sino que el cuerpo del amado se convierte en sostén de los sueños que dan sentido a la vida del amante. Sin el sostén de ese cuerpo, su mundo se vacía de sentido: toda la energía deseante se reduce a la de verlo sonriéndome a mí, de quedarme a su lado, como señala Ariel en su canción. El amor se empobrece. El sueño de la sirenita es un sueño de amor; el problema es que, en la ideología del amor romántico, hacemos del amor una cosa pequeña, limitada al cuerpo del amado, del que hacemos, tantas veces, consciente o inconscientemente, depender nuestra felicidad.

Desde la perspectiva psicoanalítica, el amor, Eros, es una de las fuerzas que rigen nuestros actos. Es el amor el que anima la canción de la sirenita, no sólo cuando habla del príncipe, sino cuando habla de bailar y correr, de descubrir el mundo y de saciar su curiosidad intelectual. Es un impulso hacia la libertad y el goce de existir, cantando, nadando, corriendo, aprendiendo, que solemos reducir cuando hacemos de otro el protagonista de nuestras vidas.

El beso de amor con el que Ariel se convertirá en humana, es un símbolo de un deseo más grande que el deseo de tener al príncipe. Pero es un símbolo que, con tremenda facilidad, cuando lo leemos literalmente (y la película induce, ciertamente, esa lectura), se convierte en una herramienta de manipulación ideológica, que se nutre del olvido del ser del amor, que es mucho más amplio que un beso del que hacemos depender nuestra felicidad.

I’m already eating from the trashcan all the time; the name of this trashcan is ideology.[3] Me descubro comiendo del basurero de la ideología (la fantasía inconsciente que determina nuestra percepción espontánea de la realidad), cuando mi canción favorita, Part of your world, acaba por reducirse a este verso que me obsesiona: What would I give to see you smiling at me? ¿Dónde quedó el deseo de ser otro, de recorrer otros mundos, de ser libre, que es el deseo que habita el corazón de Ariel? Es un olvido que a menudo acontece en nuestras vidas, cuando el deseo de ser part of that world se convierte en el de ser part of your world.

Hoy me entrego al sueño de amor de la sirenita, más allá del de un beso de amor verdadero, más allá del príncipe y sus caricias. Habría que pensar que, si el matrimonio de Ariel no funciona, bien podría ella seguir siendo feliz: tiene un par de piernas para correr y pasar todo el día bajo el sol.


Notas

[1] ¿Qué daría yo/para vivir/fuera del agua?
[2] ¿Qué daría yo por vivir donde tú?/¿Qué daría yo por quedarme a tu lado?/¿Qué daría yo por verte sonriéndome a mí?
[3] Zizek, Slavoj. The pervert guide to ideology. “Ya estoy comiendo, todo el tiempo, del bote de basura. El nombre de este bote de basura es ideología”