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Poesía y Humanidades

Una nueva esperanza | Apología de lo mundano #23

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Apología de lo mundano #23, una columna de Paola Arce


Cada fin de año trae consigo una recopilación de las comedias, novedades y tragedias del año, así como un nuevo ímpetu por perdonar y ofrecer disculpas, cambiar y modificar desde los cimientos de la personalidad. Acompañados por las doce uvas, llegan doce propósitos a cumplir que en este año 2022, encontrarán su lugar en algún cajón de una vieja cómoda para ver de nuevo la luz el próximo diciembre.

Pero ¿por qué esperar hasta este momento para decretar y hacer cambios? Las personas necesitamos el misticismo, el destino, para convencernos de que sea como fuere que pasaron las cosas, así tenía que ser; la certeza de que hay algo más grande afuera que calcula y opera todos nuestros movimientos y deslindar la responsabilidad de nuestras acciones y decisiones brinda resignación y funciona como placebo para los males que aún con los nuevos comienzos no encuentran sosiego. Si pretendes iniciar algo nuevo, tiene que ser en lunes por la mañana, si eso lo sabe todo el mundo, querer comenzar algo en martes a las cinco es empresa imposible. El fin de año es el momento de los cierres y comienzos por excelencia, nunca hay más carga espiritual para acercarse a aquello que el corazón más desea.

Cuando la voluntad es lánguida, las luces tintineantes, el olor a ponche y Tony Carmargo cantando El Año Viejo envuelve en una atmosfera donde todo es posible, las reconciliaciones y los cambios radicales. Al consumirse las luces de bengala se consumen también los minutos del año 2021. Un año atípico, le llaman, aunque la única diferencia parece ser el uso de cubrebocas y gel antibacterial, en el mejor de los casos. Este año pareció ser un ensayo de lo los que vendrán, una prueba piloto de la nueva normalidad. Aunque, al ser el segundo año en cuarentena los balances de este ciclo se acercan al logro de seguir viva y que las personas a las que se dedica el afecto siguen presentando sus sonrisas en los momentos de desconcierto.

Más que la intención de cambiar y/o alcanzar algún objetivo en este nuevo año, les invito a preguntarse cada cuanto sienten estas emociones, cada cuanto les embarga la nostalgia y el ímpetu por el futuro al mismo tiempo. Si se acercan nuevamente a personas que tocaron su vida, preguntarse por qué quisieran recobrar ese vínculo y por qué ahora. No dejarse llevar por el canto de la sirena de año nuevo y recordar que al ser un ciclo volveremos a este mismo momento, a este mismo espacio que nos traga y envuelve en su agujero negro de oportunidades, al igual que el episodio III de Star Wars, esta nueva esperanza es una película tan mala que es tan buena porque está hecha sobre las ruinas de nuestra nostalgia. La posibilidad de cambio está siempre presente, existe la posibilidad de iniciar un jueves a las diez de la noche, en el ocaso de tu vida o cuando pareciera que lo tienes todo. Todos los momentos, son momentos de cambio, es esta vida.

Finalmente, quisiera dedicar estas últimas líneas a las personas que cada publicación se toman seis minutos para leer lo que esta loca con acceso a internet escribe y reaccionar a ello. Esperando que mis palabras y reflexiones hayan logrado tocar por un momento sus cerebros y seguir haciéndolo el año que comienza, les deseo encuentren lo que sea que estén buscando. Además, gracias a todas aquellas personas que con sus palabras de aliento lograron animarme a comenzar con este proyecto y que son mis admiradoras número uno, todas son familia para mí, Feliz Año Nuevo.