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Poesía y Humanidades

Visión apocalíptica de la Naranja Mecánica | OXIB NOJ #18

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OXIB NOJ #18, una columna de Eleázar Adolfo Molina


Una de las ventajas de la ficción, es la posibilidad de crear diferentes realidades partiendo de un pensamiento detonador en la mente del autor. Parece algo insignificante que una obra literaria pueda nacer de un momento ocurrido en la vida de un escritor y que signifique una catarsis importante, detonando el inicio de una historia que buscará la negación de la realidad.

Como Mario Vargas Llosa menciona, la literatura es un escape de la realidad, la negación a una situación determinada y por ende, una rebelión en contra de lo que se vive, a lo que apunta además, que solo los idiotas pueden ser felices. Ante esta situación, la obra de Anthony Burgess, “La Naranja Mecánica”, es un escape de la realidad y una forma de profecía que incluso nos regala un neo lenguaje.

La historia, lineal en tiempo y espacio, nos narra las aventuras de Alex, un joven que dentro del universo literario de Burgess es un nadsat-adolescente, y que tiene una relación cercana con tres personajes llamados por el autor como drugos-amigos, mismos que habitan en un mundo de crueldad y destrucción.

Es interesante ver como la libertad se convierte aquí en una razón para la violencia. La negación de la libertad resulta en Alex, quien posee conocimiento del amor. Sin embargo, Alex mantiene ese amor a la agresión, amor a las palabras y amor a la belleza. Para poder ser un ser humano cae de una ventana, literalmente hablando (Aunque es importante mencionar que las ventanas son un simbolismo del alma, al caer Alex de su ventana, cae de su alma; podríamos hacer una imagen simbólica de la caída de Caín al asesinar a su hermano Abel).

La novela está estructurada en 21 capítulos, divididos en tres partes, el autor buscaba de esta manera coincidir el número de capítulos con la edad que Estados Unidos considera adulta, buscando mostrar la evolución moral del personaje central, quien al llegar al capítulo 21, nos regala una muestra exquisita de la importancia del libre albedrío.

La evolución de Alex se marca muy bien al ver los diferentes reflejos del mismo en su personalidad, es decir, las distintas contradicciones. Podríamos considerar una dicotomía pues es un joven sádico al que le gusta emplear la violencia como un objeto de diversión y place. A raíz de eso no logra detenerse y pensar las consecuencias de sus actos más allá del castigo. Una referencia a la imagen clara de barbarie contra civilización, pues el otro lado de Alex es el de un muchacho con una inteligencia fuera de lo normal para los jóvenes de su edad, por lo que llega a expresarse de manera principal por medio de sus gustos musicales.

Podemos observar el pasaje de la historia que ocurre en la tienda de música, antes y posteriormente de abandonar la cárcel, ya que se marca claramente la diferencia de Alex con sus drugos-amigos respecto a los gustos musicales. Incluso en el momento en que es sometido al experimento, se marca una clara referencia a estos al defender a Beethoven “¡No pueden hacerle eso al gran Ludwig Van! ¡Él solo hizo música!”.

La primera parte de la estructura de la historia se centra en las andanzas salvajes de Alex, la manía de patear a diversos personajes usando diferentes máscaras, las peleas con otros grupos de pandillas, su confesión de admiración por Beethoven, las ancianas y el whisky, y el entrar en casas ajenas con sus habitantes dentro. Es decir, la figura del completo patán que nos relata en primera persona, usando su jerga llamada nadsat, cada una de sus aventuras, las que concluirán con la traición de sus drugos-amigos.

La segunda parte, de siete capítulos también, inicia en esta traición de sus drugos-amigos y nos muestra a un Alex quien está sometido en plan conejillo de indias. Ya que como un ratón de laboratorio, es sometido a experimentos extremos que buscan intentar su rehabilitación social y tratan de hacer que deje de dar molestias con su comportamiento totalmente amoral. Durante este tramo vemos la historia como si fuera una pesadilla, describiendo el tratamiento de recuperación como un infierno, que no pierde la viveza y la penetración que muestra la novela al inicio.

La tercera parte me resulta la más interesante, pues ya nos muestra claramente la reinserción en la sociedad del delincuente. El narrador es ya una persona de bien, sin embargo su reingreso al sistema es tan duro que es rechazado incluso por sus padres, mismos que prefieren convivir con un desconocido a convivir con su hijo. Por lo que Alex se termina convirtiendo en una víctima del sistema que transgredió muchas veces y que pareciera ahora sí en la última parte, castigar fuertemente a nuestro protagonista.  

La narración presenta interesantes evoluciones en los personajes, mismos que al final de la misma, alcanzan junto con Alex la madurez, formando parte al final del engranaje social; dicha jugada del autor es un movimiento que resulta brillante, pues a través de una historia, simple, logrando por medio de la intimidad con su personaje principal, Alex, logra que el lector pueda llevar a cabo reflexiones complejas sobre conflictos de conducta, educación,  mecanismos eficaces de respuesta al crimen, el libre albedrío, la libertad y el castigo.

En “La Naranja Mecánica” podemos observar claramente la figura del Cronotopo, pues el mismo, al ser la indivisibilidad del tiempo-espacio, provocando cambios en los personajes, se nos muestra al ver cómo la sociedad a medida que evoluciona el tiempo por medio de los capítulos, obliga al cambio de Alex y de sus amigos. Es más, el cambio de Alex se da de una forma tan fuerte y abrupta que termina convirtiéndose, como lo mencione anteriormente, en una víctima del sistema. 

Se observa la rebelión de Alex y los drugos-amigos contra la sociedad, pero a medida que el tiempo avanza, la misma sociedad hace que ellos cambien. Se transforman y se vuelven, citando al grupo de rock Pink Floyd, en “another brick in the Wall”.

El texto de “La Naranja Mecánica” es cautivador, atrapante, violento y ante todo único. Por medio de una atípica narración en primera persona, logra atraparnos y asombrarnos por la violencia de algunos pasajes. Al inicio nos muestra a Alex de forma perturbadora, sin embargo el personaje se vuelve entrañable y logra una identificación con el lector.

Merece que mencioné de especial manera al nadsat, una jerga utilizada el autor, que se describe como una versión dulcificada del ruso hablado en inglés. Dicha jerga hace más tolerable las escenas más crudas, de mayor violencia e ira. Crea una distancia adecuada respecto a las descripciones del autor y al mismo tiempo nos genera un universo propio que supone una auténtica aventura lingüística. Ello podemos observarlo al inicio del capítulo uno de la primera parte, el octavo de la toda la historia: “Hermanos míos y mis únicos amigos, aquí empieza la parte realmente dolorosa y casi trágica de la historia, en la staja (la prisión del estado) nº 84F. Ustedes no tendrán muchas ganas de slusar toda la cala y el horrible rascaso de mi pe qué alzaba las rucas gastadas y crobosas contra el injusto Bogo que está en el Cielo, y como mi eme retorcía la rota haciendo ouuuu ouuu ouuuu, mostrando el dolor de una madre ante la pérdida del hijo único fruto de sus entrañas, de modo que todos estaban deprimidos, realmente joroschó. Luego vino el magistrado starrio y muy severo en el tribunal de primera instancia, y goboró algunos slovos muy duros contra vuestro Amigo y Humilde Narrador, después de toda la cala y las grasñas mentiras que dijeron P.R. Deltoid y los militsos, Bogo los confunda y me tuvieron un tiempo en custodia, entre perversos vonosos y prestúpnicos. Y luego siguió el proceso en el tribunal superior, con jueces y un jurado, y por cierto que hubo algunos slovos, muy muy feos, pero las golosas eran muy solemnes, y luego goboraron Culpable, y mi eme hizo mucho bujujú bujujú cuando dijeron catorce años, oh hermanos míos. (…)”.

Se puede inferir que la intención del autor era implicar al lector en los acontecimientos narrados sin provocar el rechazo, de manera que cada uno pudiese escarbar sus conclusiones propias, partiendo de la misma historia. La ambigüedad es un rasgo característico de la novela.

Respecto a Anthony Burgess y su obra, puede ser que el autor haya sido inspirado por un atraco que sufrió su propia esposa. Su novela conoció la fama gracias a la cinta de Stanley Kubrick, película que es considerada de culto para los críticos de cine; aunque el director no desarrolló a profundidad la tercera parte de la historia, siendo la misma, la más importante. Burgess crea un estudio psico-social de la violencia urbana, a la que dota de intensidad, un relato de sátira y humor negro con una dramatización a modo de parodia de la distopía.

Respecto al lector, por medio de su lectura, puede llegar a desarrollar reflexiones como las mencionadas anteriormento. Y aunque puede suponerle un reto el desconocimiento del nadsat, también puede hallar en ello una novela con doble interpretación en muchos fragmentos, viéndose forzando a ser más participativo y a poner atención a los detalles.

¿En dónde radica la visión apocalíptica de la Naranja Mecánica? En la lucha de las sombras contra la luz, la barbarie contra la civilización, el triunfo de una moral impuesta que castiga con la exclusión, la derrota de la vida libertina, la errónea valoración de la verdad. El caos que precede a la destrucción de la persona y su personalidad, para transformarse en un elemento más, un número más del sistema, otro tipo en el registro, una vida sin sal.

Respecto a este pensamiento, Gabriel Zanotti, al analizar la obra de Kant, nos menciona: “El imperativo categórico es una forma de la moralidad, forma que de algún modo <mide> la moralidad de cualquier acción concreta”.

Respecto a la forma de actuar de Alex, Zanotti dando voz a Kant menciona: “Si lo que hago tiene unas circunstancias que implican una excepción, ésta es por un fin y, nuevamente, eso no es moral. Volvemos a decir que toda la moralidad queda en Kant convertida en algo no sometido a condiciones, pero sí a valoraciones”.

Viendo simbólicamente la novela, podemos retrotraer la idea del fruto prohibido del jardín del Edén que representa el conocimiento y la pureza, y que paralelamente representa la condena por nuestra elección. La naranja mecánica de Burgess sería la simbología moderna de la libertad, del libre discernimiento de todos los hombres al tener la capacidad de posesión para tomar sus decisiones, su independencia, afrontando las consecuencias de las derivaciones de las mismas. Estableciendo un interesante parámetro literario, podemos reflexionar en torno las preguntas que deja caer la novela: “Yo, yo, yo. ¿Qué hay de mí? ¿Dónde entro en todo esto? ¿Soy un animal o un perro? {…} ¿No soy más que una naranja mecánica?”. 


Referencias

  • Burgess, Anthony. La Naranja Mecánica. 1962. Ediciones Minotauro. Barcelona, España.
  • Zanotti, Gabriel. Filosofía para filósofos. 2003. Unión Editorial. Guatemala, Guatemala.
  • Vargas Llosa, Mario. Cartas a un joven novelista. 2001. Alfaguara. México DF, México.
  • Serrano Simarro, Alfonso. Diccionario de los símbolos. 2007. Editorial LIBSA. Madrid, España.
  • Vargas Llosa, Mario. El lenguaje de la pasión. 2000. Grupo Santillana de Ediciones. Madrid, España.