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Poesía y Humanidades

«Walk along the lines». Una escultura de Richard Long y el arte de inscribir en el camino. | Fragmentos de líneas fantasmagóricas #20

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Fragmentos de líneas fantasmagóricas #20, una columna de Juan García Hernández


En esta ocasión, nuestra reflexión brota a partir del intento por desentrañar el misterio que Kandinsky apunta en su célebre libro Punto y línea sobre el plano, allí el pintor escribe: “la fuente primaria de toda línea se reduce a la fuerza. Al producirse el choque de la fuerza con la materia, penetra en ésta lo viviente, expresándose en tensiones”.[1] Nos interesa encontrar un modo en donde la expresión de tensiones, producto del choque entre la fuerza de la línea y la materialidad de lo viviente, pueda ser visible ante nosotros. Para dar cuenta, de aquella representación hemos decidido retomar una vía arcaica inherente al ser humano y que ha servido para construir y erigir buena parte de los símbolos que nos rodean, dicha vía no es otra que la del caminar, pero ¿cuál es el vínculo entre caminar, líneas y vida?, justamente esa pregunta es la que nos impulsa a plantear lo siguiente: ¿qué significa caminar a lo largo de líneas? La pregunta anterior, opera como nuestro leitmotiv del presente texto, dicho esto, conviene resaltar nuestro camino a seguir. Primero, retomaremos la obra de Richard Long, artista británico quien caracteriza su obra como un vínculo esencial entre la naturaleza, el ser humano y conceptos geométricos sencillos. En seguida, analizaremos las implicaciones de su obra en función de ciertos planteamientos de Francesco Careri, fijando nuestra atención en el famoso texto, Walkspaces. Por último, nos esforzaremos en desocultar el intricado modo en que conviven nuestras pisadas, huellas y líneas.

La producción artística de Richard Long ha sido objeto de múltiples interpretaciones, análisis y comentarios críticos a partir de la década de los sesenta, y en gran medida se debe al contexto de los movimientos artísticos que comenzaban a germinar, entre estos movimientos podemos contar el del llamado land art. Por ello, resulta muy frecuente que la obra de Long sea analizada en la tradición correspondiente al arte conceptual. Por ahora, no centraremos nuestro enfoque en discutir si en efecto, forma parte de aquella tradición o no, más bien nos serviremos de una obra suya para visibilizar el acontecimiento de líneas. Pero ¿quién es Richard Long?, nació en 1945 en la ciudad de Bristol, Inglaterra, de 1962 a 1965 estudió en el Colegio de Arte en su ciudad natal, y más adelante se mudó a Londres para continuar sus estudios hasta 1968, desde tal año hasta 2020 ha acumulado un centenar de exposiciones y actualmente reside en Bristol. Los datos anteriores, reflejan la sencillez que caracteriza a Long, pues tal información es la que encontramos en la biografía de su sitio oficial. Aunque, también vale la pena leer el texto de presentación de su sitio web:

En la naturaleza de las cosas:

Arte sobre la movilidad, la ligereza y la libertad.
Simples actos creativos de caminar y marcar
sobre el lugar, la localidad, el tiempo, la distancia y la medida.

Obras con materias primas y mi escala humana
en la realidad de los paisajes.
La música de las piedras, los caminos de las huellas compartidas. [2]

Probablemente, volveremos a escuchar el eco de los últimos versos en el transcurso de nuestro texto. Hasta ahora, no hemos dicho nada que evidencie las razones por las que hemos seleccionado la obra de Long para hablar sobre la enigmática conexión entre líneas y caminar, por eso en lo que sigue traeremos a colación algunos pasajes del libro escrito por Careri, subtitulado como El andar como práctica estética publicado por la editorial Gustavo Gili en 2014. Allí el arquitecto italiano realiza una exposición sobre cómo es posible fijar el acto de caminar o andar como una práctica artística, estudiando diversos casos relativos a movimientos artísticos del siglo XX. Tal como decíamos al principio de nuestro aporte, el caminar fue uno de los actos que impulsaron la construcción del mundo simbólico de la humanidad, en la medida en que:

Al modificar los significados del espacio atravesado, el recorrido se convirtió en la primera acción estética que penetró en los territorios del caos, construyendo un orden nuevo sobre cuyas bases se desarrolló la arquitectura de los objetos colocados en él. Andar es un arte que contiene en su seno el menhir, la escultura, la arquitectura y el paisaje. A partir de este simple acto se han desarrollado las más importantes relaciones que el hombre ha establecido con el territorio.[3]

Sin embargo, parece que el acto de caminar no había sido tratado como un medio de producción artística hasta recién el siglo XX, particularmente en la segunda mitad, es decir los años de juventud de Long, y un elemento central que destaca el arquitecto italiano para comprender la razón de lo anterior, es decir el hecho de considerar al caminar como una estrategia para intervenir en la naturaleza, tiene que ver con el impacto de varios artículos aparecidos en la célebre revista Artforum, donde Tony Smith publica una especie de relato sobre un viaje por una autopista en construcción, y que más tarde pondrá en diálogo a otros críticos y artistas como Michael Fried y Robert Smithson, podemos considerar que aquella discusión es el marco que aglutina las varias propuestas de artistas correspondientes al movimiento del land art. Long en 1967 realiza una obra que será fundamental para el arte conceptual, dicha obra se define como una escultura, aunque en el sentido que Rosalind Krauss expone en un pequeño artículo de 1979 que lleva por título Sculpture in the expanded field. [4]

Antes de pasar a describir la escultura que se refiere, me parece importante destacar que para Careri, los proyectos de Long marcan un antes y un después en los proyectos de tierra, como los denomina Smithson, este punto de inflexión descansa en la manera en que Long pasa del objeto material a la ausencia del objeto.

Con solo veintitrés años, Long combina dos actividades aparentemente separadas: la escultura (la línea) y el andar (la acción). A Line (Made by) Walking. Con el paso del tiempo esta escultura desaparecería. La línea infinita de asfalto negro por la que viajaba el éxtasis de Tony Smith empieza a tomar cuerpo, evitando convertirse en un objeto. A Line Made by Walking produce una sensación de infinito. Es un largo segmento que se detiene en los árboles que encierran el campo visual, pero que podría seguir recorriendo todo el planeta. La imagen de la hierba hollada contiene en sí misma la presencia de una ausencia: la ausencia de la acción, la ausencia del cuerpo, la ausencia del objeto. [5]

Resulta importante señalar, que hasta cierto punto la obra A line made by walking opera como un registro intersticial, pues no es presencia de algún objeto, pero tampoco ausencia absoluta, a su vez, el medio de la obra es el mismo cuerpo de Long, y en particular el interior de Long que motiva a emprender la acción de caminar sobre una superficie, dicha superficie es el espacio natural, un espacio que dicho sea de paso no está determinado por el tiempo, de ahí su carácter de infinitud, pero paradójicamente de finitud, porque al final la escultura desaparece, en suma, asistimos a la constitución de un acto simbólico muy inusual.

Una descripción más detallada de la obra puede comenzar así, esta obra es una línea recta en la hierba, una inscripción semejante a la de un camino que se hace con el simple hecho de caminar. Long transforma el paisaje en su lienzo personal, caminando repetidamente sobre un pedazo de hierba sin importancia en un campo hasta que aparece una línea definida. A continuación, el artista documentó esta alternancia con una fotografía, que tomó en un ángulo perpendicular para que su trazo pudiera verse fácilmente. La obra resultante es en parte performance, escultura y fotografía, trascendiendo estas categorías para crear una pieza que existe en todas ellas. Al incorporar elementos de performance en la escultura y preservar la obra a través de la fotografía, su proceso se centró tanto en la fotografía resultante como en la escultura para expresar el viaje y el acontecimiento de caminar. La fotografía crea un elemento tangible de esta acción, pero la pieza en sí es una intervención temporal en el paisaje, la cual es rápidamente borrada por los procesos naturales de crecimiento y regeneración.

A LINE MADE BY WALKING. ENGLAND 1967

Recientemente un artículo de Robert Macfarlane publicado en el periódico The Guardian, complementa la anterior descripción al esbozar una reconstrucción parcial sobre la experiencia del artista, sumando algunas consideraciones en torno a las implicaciones fenomenológicas de la escultura.

Su primera pieza más conocida es A Line Made by Walking. En un día iluminado por el sol en 1967, tomó un tren al suroeste de Waterloo. Cuando los suburbios dieron paso al campo, Long se bajó del tren y encontró un campo cuya hierba estaba estrellada con margaritas. Caminó de un lado a otro, hasta que la hierba aplanada captó la luz de tal manera que era “visible como una línea”. Luego fotografió la línea en blanco y negro, y se fue a casa.

Las fotografías resultantes (todas las que ahora sobreviven de estos actos artísticos) son inquietantemente crípticas. Registran los rastros de un cuerpo humano inespecífico que se mueve a través del espacio y el tiempo, causando abolladuras temporales en la piel del mundo.

Los pies de Long ven el mundo por él. Pero también, menos conceptualmente, lo soportan y lo lanzan. Una y otra vez en entrevistas, Long ha enfatizado el pragmatismo de su arte: “Mi trabajo se ha convertido en una simple metáfora de la vida. Una figura caminando por su camino, dejando su huella. Estoy contento con el vocabulario de medios universales y comunes; caminar, colocar, piedras, palos, agua, círculos, líneas, días, noches, caminos. [6]

El anterior apunte de Macfarlene, nos habilita no solo a imaginarnos cómo nació la idea que propuso Long, sino que de manera mucho más profunda nos ofrece una serie de conceptos que me gustaría conservar, estos son; rastros en el espacio-tiempo, y abolladuras en la piel del mundo. Para simplificar ambos, sugiero la noción de huella e inscripción. Se trata de aproximarnos a la obra de Long, asumiendo que el acto de caminar es un modo en que se lleva a cabo la inscripción, sin embargo, no cualquier tipo de inscripción sino la de un inscribir en el sentido de un despliegue originario sobre una superficie, aquel despliegue deja huellas. Este acontecimiento es un proceso que da cuenta no solo de la superficie del suelo, sino del ensamblaje que ocurre sobre el suelo cuando las pisadas de Long, operan como una tipo de lápiz o bolígrafo que extiende y desplaza una línea, o sea una entidad invisible que yace en constante movimiento. Por eso, resulta justo enunciar que las inscripciones no son potencialmente medibles, sino que al contrario tienden a la continuidad, al infinito, y como decíamos arriba también la obra revela su dimensión finita al referirnos al cuerpo del artista, en particular a los pies que son los encargados de trazar las huellas, es así como las pisadas desencadenan y forman una senda. Y aquella senda solo puede ser visible cuando logramos distinguir entre el pasto, el espacio horado, y la luminosidad de tal espacio, a este extraño modo de manifestación, podemos nombrarlo la práctica de trazar negativamente superficies de ausencia.

Para concluir con nuestra meditación, veo conveniente distinguir que el acto de trazar  se asemeja al de caminar, en la medida en que ambos actos no agregan algo a la superficie sino que de algún modo la reducen, aquella reducción puede caracterizarse como un desocultar la fuerza viviente de la línea, además podemos hacer visible este hecho no solo en la obra de Long, sino en general cuando percibimos los movimientos que los animales dejan cuando migran de un lugar a otro, como las parvadas que constituyen una fragmento de nuestro paisaje urbano, los caracoles que dejan tras de sí su baba en los lugares que no vemos, las arañas y sus redes, o el andar de los peces en los arrecifes. Con esto último, queremos señalar que el significado de caminar a lo largo de líneas implica reconocer el suelo desde donde se funda nuestro habitar, de tal modo que al hacer visible nuestras huellas e inscripciones, o al trazar negativamente superficies de ausencia nos convertimos en testigos de un rastro que articula una senda colectiva de líneas, un camino que no es de nadie y de todos, en ese hálito de contradicción bien podemos tararear la compañía de una vieja canción de Johnny Cash: “You’ve got a way to keep me on your side / You give me cause for love that I can’t hide / For you I know I’d even try to turn the tide / Because you’re mine, I walk the line / Because you’re mine, I walk the line”.

 

Referencias

  • Careri, F. (2014). Walkspaces. El andar como práctica estética. Barcelona: Gustavo Gili.
  • Kandinsky, W. (2007). Punto y línea sobre el plano. México: Colofón.
  • Macfarlane, R. (23 de Mayo de 2009). Walk the line. The Guardian. Obtenido de https://www.theguardian.com/artanddesign/2009/may/23/richard-long-photography-tate-britain

[1] (Kandinsky, 2007, pág. 90)
[2] Recuperado de http://www.richardlong.org/index.html. En este sitio se puede acceder a las esculturas, textos, documentales, exhibiciones y dibujos más representativos del artista británico.
[3] (Careri, 2014, pág. 15). Un menhir es un monumento megalítico, generalmente una piedra alargada y a veces tallada que se coloca de manera vertical en el suelo.
[4] Aquí se puede leer el texto original: https://monoskop.org/images/b/bf/Krauss_Rosalind_1979_Sculpture_in_the_Expanded_Field.pdf
[5] (Careri, 2014, pág. 122)
[6] (Macfarlane, 2009)