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Poesía y Humanidades

¿Sabías que antes la Literatura competía en los Juegos Olímpicos? | Surf Literario #14

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Surf Literario #14, una columna de Estefanía Barrientos


Todo inició en 1894 por la idea de un hombre francés de nombre Pierre de Coubertin quien fue pedagogo y pensador francés. Este reformó el sistema educativo y fue el principal impulsor de la Educación Física en Francia, y además propuso que en los juegos olímpicos además de las pruebas físicas dentro de las competencias deportivas existiera también una parte dedicada a la competición artística. Así que se tomó la decisión que la competición artística comprendería cinco categorías; arquitectura, pintura, escultura, música y literatura. Desafortunadamente esta iniciativa se puso en marcha solo hasta las olimpiadas de Suecia 1912.

La primera olimpiada que incluyó las competencias artísticas dentro de las deportivas sólo contó con 35 competidores, y fue realizada en Suecia, para ser más específicos en Estocolmo. Tras el parón de la primera guerra mundial aún no se conseguía que más artísticas participaran, fue hasta las olimpiadas de París 1924 en donde se aumento la cifra hasta 200 competidores y para los olímpicos de Ámsterdam 1928 se aumentó considerablemente la cifra hasta llegar a los 1000 trabajos presentados de escultura y pintura, esto provocó la creación de una mayor cantidad de subcategorías dentro de la competición.

En el ámbito de la Literatura los premios que se otorgaban eran las famosísimas medallas de oro, plata y bronce. Antes había una única categoría dentro de las letras, pero se añadió teatro, épica y lírica. El límite para las obras estaba impuesto en 20000 palabras y pese a que podía mandarse en cualquier idioma, había que acompañar una traducción al inglés o al francés. Como dato curioso el hombre que tuvo la grandiosa idea de incluir las artes en los juegos olímpicos, Coubertin, ganó una medalla de oro en el apartado de literatura en 1912 con su Oda al deporte, que presentó con el seudónimo de Georges Hohrod y Martin Eschbach.

Hace unos días dieron inicio los juegos olímpicos Tokio 2020, y me es inevitable no tocar el tema del deporte y la fantástica relación que tiene con las artes, y es que la importancia de este tipo de eventos en la actualidad tiene que ver con varios elementos. Por una parte se basa en lo comercial pues congrega a miles de personas de todas partes del mundo, y eso provoca una importante actividad económica que mueve miles de dólares tanto en inversión como en actividades secundarias, y eso definitivamente representa un beneficio para la ciudad sede y para los medios de comunicación. Por otra parte, y creo que es la más esencial, contribuye al desarrollo del deporte y a fomentar objetivos humanitarios de mayor envergadura en todo el mundo.

Actualmente la Literatura deportiva se ha renovado con diversas actividades que exaltan el vínculo entre inteligencia y deporte, promoviendo el equilibrio entre la mente y el cuerpo. La creación literaria deportiva inspira la creación de composiciones y abarca géneros tan variados como poesía, novela, relato, ensayo y acotaciones periodísticas, teatro y literatura infantil, así también como nuevas formas literarias para la sociedad de consumo con películas cinematográficas y adaptaciones para televisión. Creo que la temática está mas que clara; atletismo, baloncesto, boxeo, ciclismo, esgrima, esquí, fútbol, gimnasia, lucha, natación, tenis, vela, voleibol, etc., son sólo algunos deportes dentro de las olimpiadas que son la principal fuente de inspiración para las creaciones artísticas.

Es frecuente un contraste de enfoques entre deportistas y escritores que es consecuencia de su función como protagonistas y espectadores. Los primeros se recrean más en la vivencia del esfuerzo, la competición y las historias de superación personal; mientras que los segundos se concentran en la evocación social de valores y deseos como marco para encuadrar otras historias no deportivas o como ámbito festivo de ilusiones y emociones compartidas a la conquista de un sueño colectivo.

Con el existente problema para las organizaciones que, por diversas situaciones son incapaces de determinar con exactitud la condición de los participantes, los mencionados juegos artísticos que mencioné en la introducción de esta columna, se tuvieron que cancelar en 1948.

Sería fabuloso tener de vuelta este tipo de competencias artísticas, ¿O no?